Torah

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Objetivos

El objetivo de Emunah es compartir pensamientos y vivencias relaciónandolos con los preceptos toraicos porque los consideramos vigentes en cualquier tiempo y espacio. Emunah est,a abierta a todos, sean o no sean judíos, sean o no sean practicantes.

La palabra Emunah es hebrea. Designa la confianza total, absoluta en la Bondad Divina y en la capacidad del ser humano para integrarse a este flujo de Bondad y participar en su expresión para mayor gloria del Eterno y de su Creación.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Gracias

Por las fechas y la situación de Malcáh volveremos a tener comentarios sobre los Parashiot en el año nuevo. Malcah quiere agradecer a todos que le han apoyado en las últimas fechas.

Felices fiestas

martes, 9 de diciembre de 2008

Parashah Vayetzé

Parashah Vayetzé: la concatenación de los Engaños
B”H
Sábado 6 de Diciembre de 2008, que es 9 de Kislev de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah

Si bien Yaacov hizo un trato honrado al comprarle a Esau la primogenitura, no se puede decir que hiciera otro tanto con su padre porque empezó ocultándole el hecho, probablemente temerosos de que Isaac lo anulara con toda su autoridad paterna. Al parecer, Esau tampoco informó al patriarca, o sea que ambos hermanos se saltaron a la torera el debido respeto. Isaac, cuyo nombre está ligado a la risa que se le escapó a su madre al oír el anuncio del ángel de que iba a tener un hijo biológico a los noventa años de edad, tuvo siempre un carácter bastante apacible, mucho más dado a los arreglos amistosos que a las peleas. Tampoco vacilaba en usar, si no la mentira, pero sí las ambigüedades para facilitarse la vida pero, todo hay que decirlo, su propio padre le había dad
o ejemplo al pretender que su mujer era su hermana. Efectivamente, ambos cónyuges eran parientes tan próximos que, según loa códigos de aquella época tenían derecho a llamarse hermanos. No debemos olvidar que una mujer tan hermosa como, al parecer, lo era Sarah, podía realmente ser causa de la muerte de su marido, si un hombre enamorado de ella quería evitarse ser adúltero. ¡Por lo visto, el asesinato era pecado menos grave! Pues bien, cuando Itzjak, ya viejo y ciego, física y espiritualmente, sólo se interesaba por la buena comida que le proporcionaba su hijo, el cazador, cuyo color favorito era el de la carne, el rojo, Rivkah organizó un engaño mayúsculo para hacer realidad la transferencia de la primogenitura a su amado Yaacov. Todos comprendemos, y creo que ya lo hemos comentado en años anteriores, que ella estaba en lo cierto y que su decisión de dejar a su hijo predilecto el patriarcado de la familia era perfectamente acertada. Ahora bien, para conseguir este inteligente propósito, recurrió al engaño. Nos dirán que no le quedaba otra solución, precisamente porque Isaac ya no pensaba sino en las cosas materiales: Es asombroso que aquel que, cuando su padre se disponía a sacrificarle por orden del Eterno, no tuvo una sola palabra para pedir que se le perdonara la vida sino que subió al Monte Moriah en perfecta conformidad con la Palabra Divina y obedeció a su padre sin rechistar, al comprender el significado de la ausencia de víct5ima animal se haya convertido en un viejecito volcado en el confort y la buena comida. Es forzoso constatar que los años, en muchos casos no pasan en vano y que una persona puede transformarse en lo contrario de lo que ha sido. La lección que se debe sacar de tal realidad es, precisamente, que, aun queriéndola entrañablemente, como lo debe hacer una mujer con su esposo, no se la debe considerar como lo que ha sido sino como lo que es en el momento presente..
Rivkah actúa pues con inteligencia y buen sentido al engañar a su marido que se equivoca en sus prioridades, pero, para alcanzar su encomiable propósito, tiene que recurrir a un ardid, haciendo, además, que Yaacov, el beneficiario del engaño, participe en él activamente. Ya ha entrado el engaño en la familia. Será muy difícil deshacerse de él.
Llegados a este punto, debemos detenernos un segundo en subrayar que es el materialismo el que está en el origen del engaño. El materialismo en sí mismo es un engaño. La misión del ser humano es caminar de nuevo hacia el Gan Eden, no sentarse en la cafetería de la existencia a saborear el menú. En el momento que nos ocupa hoy, es evidente que Isaac está plácidamente sentado en su sillón a la espera de que su hijo el cazador le traiga carne, carne bien roja, recién capturada. Creo importante insistir en este sedentarismo que es propio de los amantes de la “buena vida los cuales, cuando viajan, lo hacen en condiciones tan cómodas, que no son ningún caminar, porque siempre Van al mismo sitio: La mesa de los amigos, o la del restaurante. Comer es algo que suele hacerse sentado. La Torah, en cambio, será todo un caminar.
Después de engañar a su marido, Rivkah se verá en el brete de echar a Yaacov de la casa. Le obliga a emprender un Camino, lo cual es una gran bendición, porque, y así lo acabamos de mencionar, el camino abre la posibilidad de descubrir al Eterno cuyos ángeles nos guiarán hacia la total realización de nuestro destino. Yaacov se marcha de Beershvah y se dirige hacia Harán. Aquí tiene lugar el sueño de la escalera por la que suben y bajan los ángeles que simbolizan, amén de los avatares de la vida, los altibajos de nuestra psique y, por lo tanto, también de nuestra espiritualidad.
Estos altibajos o, mejor dicho, esta dualidad va a acompañar a Yaacov todo a lo largo de su vida. Todo lo ha basado en un engaño y lo va a pagar. El engaño no se aparta ya de él. Su suegro le engaña con su matrimonio y, luego con la retribución de su trabajo, obligándole de esta forma a recurrir al engaño para defenderse. Su esposa Raquel engañará a su padre llevándose sus objetos sagrados, sus hijos le engañarán de diversas maneras etc. El engaño ha penetrado en la familia y va a resultar muy difícil deshacerse de él. Sólo será posible, decenios más tarde con el cariño que une entre ellos a los hijos de Yosef, Efraím y Manasé, que ni se envidian, ni se odian. Por el contrario, se quieren tanto que anulan la maldición que, desde la humillación de Esau, había roído a la familia.
¡Bendito sea Hashem que restablece la concordia entre las familias!

jueves, 4 de diciembre de 2008

Petición

Querido amigo,

Malcah está pasando por un periodo difícil y al nivel económico está muy apurada. Está mal de salud y vive con su hijo que requiere vigilancia 24 horas al día que merma sus posibilidades de dar clases, su fuente principal de ingresos.

Si le fuera posible aportar algo de dinero para ayudarle a superar este bache sería de gran ayuda.
Los detalles de la cuenta son:

SWIFT ----------- IBAN -- Banco - Oficina - DC ---- Cuenta
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Muchas gracias.

martes, 2 de diciembre de 2008

Parashah Toledot

Parashah Toledot: El materialismo
B”H
Sábado 29 de Noviembre de 2008, que es el día 2 de Kislev del año 5769 de e Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah

Esta Parashah se inicia con la expresión: “Eleh Toledot” que significa “éstas son las generaciones”: La palabra toledot viene del verbo Yalad que significa “engendrar” y es de la misma familia lingüística que “yeled” (niño) que si mal no recuerdo, todos conocéis desde hace tiempo.
Por cierto, según una tradición nuestra, perfectamente verosímil, el nombre de la ciudad de Toledo proviene de esta parashah que era la de la semana en la que nuestros antepasados llegaron a la colina que domina el Tajo y allí se asentaron.
La palabra “toledot tiene, pues, para nosotros, los Sefardíes unas connotaciones, entrañables, porque Toledo iba a ser la capital de lo que podríamos llamar, sin exageración alguna “nuestro mundo”. Lo más relevante del texto es que el patriarca Itzjak, hijo de Abraham tuvo un destino bastante parecido al de su padre, porque él también pasó muchos años sin ser padre ya que su esposa Rivkah (Rebeca) era estéril y él tuvo que rezar fervientemente al Eterno para que Este le concediera la fertilidad- Ya hemos comentado, en otra ocasión, que fue muy difícil engendrar a Israel, porque nuestras matriarcas eran estériles, lo cual significa que la fertilidad es un don divino, digno de ser apreciado, que no va sin sus inconvenientes, como lo muestra la parashah que estamos comentando. Itzjak suplica al Eterno para que su esposa conciba y Este le hace caso, mucho caso, porque Rivkah tiene doble embarazo. Se queda preñada de dos gemelos que no llegarán a entenderse entre ellos: Esau y Yaacov, es decir que lleva el conflicto en su seno, como si la Benevolencia Divina se tuviera que pagar con alguna desgracia o, simplemente, que ninguno de los dos progenitores tiene derecho a exigir que su retoño responda a un esquema preestablecido. Los padres, a menudo, con la educación que impartimos, no hacemos sino desarrollar en cada uno de nuestros hijos los rasgos de carácter o de comportamiento que deseamos para él. Nos dice la Torah que Rivkah amaba a Yaacov porque era un hombre de paz. Le gustaba su inteligencia, está bien claro: Debió de alentarle a desarrollarla: En cambio, el modo de ser rudo y bastante grosero de Esau, probablemente la exasperase y, con mucha lucidez, comprendió que no llevaba a ninguna perpetuación de los valores, o sea que, para fortalecer a la familia, era inútil. Enfín, ella tuvo dos hijos gemelos que iban a protagonizar un conflicto paradígmico.
Realmente es difícil de entender. Tal vez, el mensaje de esta circunstancia sea que el ser humano puede, con su fidelidad, con sus rezos y súplicas, conseguir del Eterno unas mercedes que, hasta el momento le han sido negadas, pero que Este le exigirá algún sacrificio a cambio, como si quisiera evitar que se pudiera llegar a presionar-Le, abusando de Su Inmensa Misericordia. También puede que el Eterno Se proponga simplemente advertir a los hebreos de que nada va sin su opuesto. Es cierto que en todas las culturas, por lo menos las que yo conozco, el tema de los hermanos enemigos está presente. Sarah conoció la misma disyuntiva: privar al esposo de la paternidad o aceptar la doble paternidad. Me dirán, y con mucha razón, que el nacimiento de un hijo es, casi siempre, señal de que puede nacer otro y aquí es donde se plantea el tema de la primogenitura, porque el hijo mayor nunca dejará de ser el que ha abierto el camino a la perpetuación de la raza, por lo que le tocará a él hacer respetar los valores de la tradición.
El caso es que Rivkah se queda embarazada de dos varones que, ya en su seno, empiezan a pelearse. Haqadosh Baruj Hu, sensible a su angustia, contesta a la pregunta que ella Le hace, diciendo: Hay dos naciones en tu seno. Con el tiempo se separarán y el mayor servirá al menor.” La rivalidad entre dos hijos de una misma madre es un problema de los más comunes. Si, como en el caso que nos ocupa, llega a tomar dimensiones importantes, la única solución es que cada uno de los hermanos haga su vida por su lado, que es la solución que van a adoptar Yaacov y Esau.
Ahora bien, lo más grave no es que ambos hermanos tengan caracteres y esquemas vitales opuestos, sino que Esau desprecia la primogenitura que es la asunción de los valores familiares por parte del primogénito. En nuestros textos santos, siempre se insiste sobre la enorme valía de las primicias, porque integran la fuerza vital en todo su esplendor. Hay una expresión recurrente, tanto en la Torah como en el resto del Tanaj y es “Las primicias del vigor”. Cualquier hombre se siente orgulloso de ellas. Para el patriarca Itzjak, Esau es esto. Lo que ocurre es que, con el tiempo, Itzjak se vuelve ciego y esta ceguera es tan física como espiritual. Le importa más la comida que la meditación y la comida se la trae Esau, el materialista, para quien la primogenitura no tiene ningún valor porque es un simple honor, desvinculado de cualquier elevación moral: No le importa: La desprecia y la vende a su hermano por un plato de lentejas.
Lo terrible de este tipo de transacciones, es que quien las pide, en el fondo, no se siente satisfecho y guarda rencor a quien se la aceptó, aunque haya sido un trato honrado. Tiene el sentimiento de que el otro ha abusado, cuando realmente, no es así: Yaacov no abusa de Esau, sino que aprovecha su impaciencia ante cualquier necesidad física para conseguir lo que él quiere. Pero, si lo pensamos un poco, veremos que Esau, no está a punto de morir de hambre, como lo afirma. Total, no le ocurre nada que no le ocurra a cualquiera: que tiene hambre, pero no está moribundo como lo afirma, no admite que se pueda posponer la realización del deseo. Es hebefrénico. En cuanto a la primogenitura, no le ve el interés, porque no le parece aportar nada material: Entonces, la desprecia, renunciando para siempre a ser el jefe de su familia. .Sin embargo, acaba lamentando su actitud y afirmando que su hermano le ha robado. No, se ha robado él solo, demostrando con esto su incapacidad para ser jefe de familia. Será, esto sí, el jefe de un gran pueblo, porque es un hombre valiente, pero la ceguera de su padre, le obligará a asumir su desprecio de la primogenitura que le hubieras obligado a cumplir con las obligaciones espirituales inherentes a un patriarca hebreo responsable de los destinos de nuestro pueblo. Es así de primario: le gusta la buena vida. Quiere su merienda y en seguida.
¡Bendito Sea el Eterno que protege a Su pueblo contra los amantes de “La buena vida”!

jueves, 27 de noviembre de 2008

Parashah Jayé Sarah

Parashah Jayé Sarah: Nuestra Matriarca
B”H
Sábado 22 de Noviembre de 2008, que es 24 de Jeshván de 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah


No deja de resultar bastante paradójico que un texto titulado:”La vida de Sarah” empiece por la muerte de la protagonista, pero la Torah así lo tiene dispuesto, de forma que, al iniciar la lectura de la parashah, nos incumbe interesarnos por esta indicación, reforzada por la repetición de la expresión :Años de la vida de Sarah”.

En hebreo, por cierto, la palabra “vida” no tiene singular. Se habla de “vidas” de una persona, lo cual es lógico, porque todos los seres humanos vivimos varias vidas a la vez y varias vidas a lo largo de nuestra existencia. Creo que ya lo hemos comentado. Somos un individuo dentro de una sociedad y, casi siempre, dentro de una familia, o fuera de ella, que esto también es un rasgo de identidad, es una vida. También somos alumnos, compañeros de clase esposos, padre, madre, miembro de una profesión etc. Tenemos muchas vidas.

La primera vida de nuestra matriarca Sarah, no la conocemos, porque la Torah sólo menciona que se llamaba Saray y vivía en Ur de los Caldeos cuando Abram la tomó por esposa- De su vida de soltera, nada sabemos. Para nosotros, sus descendientes, su vida significativa empieza con su boda y su dolor que viene señalado con especial dureza en el texto por la expresión “No tenía hijos” que explicita el precedente “Era estéril”, dándole un tono personal, porque ella no pensaría, “Soy estéril”, sino “No tengo hijos”

Saray, en tanto que joven casada, sufre una desagracia que podría amargarle la vida si no fuera por el amor que los une a su marido y a ella. Que ella le quiere, es evidente: Le sigue y no se la oye nunca quejarse. En cuanto a él, no nos consta que le reproche nada. Tampoco toma concubinas, o sea, que la quiere.

Desde luego, la devoción de Sarah a su esposo es algo portentoso, porque él, la quiere, pero la utiliza, la obliga a mentir, diciendo que es su hermana exponiéndola a ser violada. En esto, Abram tiene una actitud infantil: pide protección a su mujer como lo haría un niño con su madre: Pero a Saray la protege el Eterno y sale bien parada de todas las situaciones. A su marido, nunca le hace el menor reproche. Siempre se doblega, siempre obedece. Se podría decir que está entonces en una de sus vidas. Tardará muchos años en tomar iniciativas, y, cuando lo haga, será movida por el peso de su esterilidad. Ella revelará entonces el lado dominante de su carácter, disponiendo de la sexualidad de Abraham, como él, antes, lo había hecho de la suya: Le impondrá por concubina a Hagar, su sierva. Ya está nuestra matriarca en otras de sus vidas. Las iniciativas las toma ella y Abraham se doblega. Pero, sobre todo , se revela ya como Sarah Imenu, es decir:” Sarah nuestra madre” porque demuestra su profundísima vocación de fundadora de una familia, además de su absoluto amor por Abraham. Ella no quiere privar a su esposo de su derecho a la paternidad y tiene claro que la pareja debe perpetuarse fundando una familia. Sarah Imenu es una persona muy responsable, animada por un admirable sentido del deber. Ella comprende que la procreación es santa y la favorece. Dice que el hijo de Hagar será el suyo.

Luego y después de haberse reído, con el nacimiento de Itzjaq, verá realizado el sueño de toda su vida dándole un hijo a Abraham y mostrando su férrea determinación de tener y legar a este hijo una casa bien organizada, exigirá la expulsión de Hagar con su niño. Es el pecado que le costará la vida, porque el Eterno no le permitirá ver a Abraham y a Itzjak regresar del monte Moriah. Se morirá de angustia durante la espera. Sin embargo, es importante comprender que no todo es negativo en la expulsión de Hagar y de Ismael. En efecto, lo que Sarah intuye es que si los hermanos no se quieren, como es el caso en el momento de la adolescencia de Ismael, a quien, parece que su madre biológica excita contra Iztjak, la convivencia es imposible: Más vale que cada uno de los hermanos haga su vida por su lado. Buena prueba de que llevaba razón es que , una vez instalado cada uno por su lado, los dos hermanos de reconcilian y asisten juntos al entierro de du padre.

Otra de las virtudes de aquella mujer incomparable es que, siendo una belleza, nunca tuvo coquetería alguna. Fue un modelo de virtud.

Sarah es madre de familia nata. Es la fundadora de muestro pueblo porque tiene un hondo sentir de lo que debe ser la unidad familiar. Sarah es nuestra madre a todo y bendecimos al Eterno de todo corazón por haberla creado tan hermosa y tan noble.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Agradecimiento

Malcah quiere agradecer de corazón todas las muestras de afecto que ha recibido en las últimas semanas: sean por teléfono, correo, en persona o en pensamiento.

Mil gracias a todos y a todas.

Parashah Vayerá

Parashah Vayerá: La inmoralidad sexual
B”H
Sábado 15 de Noviembre de 2008 que es 17 de Jeshván del año 5769 de Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu.
De Malcah
Cuando llegamos al capítulo 18 de Bereshit, vemos a Abraham Abinu, sentado a la puerta de su tienda en el Encinar de Mambré, (que, en hebreo, es Mamré) durante un día de mucho calor y nuestro patriarca, al levantar la vista, distingue a tres hombres que se le han acercado. Empieza dirigiéndose a ellos en singular para pasar de inmediato a hacerlo en plural. Puede que, en un primer momento, cegado por el sol, no haya advertido la presencia de todos ellos, pero tampoco se ha de descartar que los tres formen una unidad que sólo en una segunda mirada se deje contemplar como múltiple. Los allí presentes son ángeles, o sea que las leyes físicas del género humano no se les pueden aplicar. Es bastante lícito pensar que representan los tres niveles del alma. El caso es que aceptan la hidalga hospitalidad que les brinda Abraham quien ordena a Sarah, su esposa, tomar tres medidas de harina para confeccionar tortas. Vuelve a aparecer el número tres que, como todos sabemos, está ligado a la palabra “av” que significa “padre” y está formada por las dos primeras letras de alfabeto.

No es descabellado imaginar que Abraham, cegado por el sol y algo aturdido por el calor, estuviera soñando despierto con la innumerable descendencia que El Eterno le había prometido, pero no le había concedido y estuviera sumido en la confusión por la evidencia inaceptable de que Hashem no había cumplido con Su Palabra. No digo que lo estuviera pensando en términos racionales, porque creo , como una amigo mío que es un gran místico, que, en semejantes circunstancias, la persona, más que pensar, lo que hace es entregarse a una vivencia que la absorbe sin que le importe para nada analizarla. En el fondo de su corazón, Abraham siente que la infidelidad de Hashem no es posible, que debe de ser él quien yerra en alguna percepción. Entonces aparecen los ángeles y nuestro antepasado recupera de inmediato el dominio de sus costumbres sociales para invitarles a descansar, asearse y comer.

Es interesante apuntar que Abraham, acoge a los ángeles como lo hace un nómada distinguido y tradicionalista, nadie lo puede dudar, pero que su actitud también es la de un padre. Trata a los enviados del Cielo como le gustaría tratar a un hijo suyo, con toda clase de cuidados y atenciones. Lo más probable es que él no lo advirtiera, pero en su misma actitud hacia los tres ángeles está toda la pureza de su alma. El es incapaz de dudar de la Palabra de Hashem. El hijo que aún no ha tenido, ya está en su corazón. Hay tres ángeles y 3 es el número que suman las tetras de la palabra “av” que significa padre. Hay más, la característica del hijo es ser el tercero en la familia. Padre, madre e hijo forman el conjunto fundacional de cualquier sociedad.

Constatamos, pues, que, desde el primer momento, la parashah se sitúa bajo el signo del hijo, este hijo con el que Abraham y Sarah, ya ancianos, no se atreven ya a soñar, a pesar de la promesa que otrora les hizo Hashem, cuando dijo a Abraham, cuando le ordenó abandonar el apelativo “Abram” para pasar a llamarse “Abraham”, prometiéndole “ Haré de ti un pueblo grande”. Sin embargo, ellos siempre han sido fieles al Eterno, cumpliendo todas las órdenes que El les dio. Abraham es un modelo de bondad y de nobleza y Sarah es una mujer pura y recatada que no sale de su tienda a charlar con extraños si su marido no la llama. Es fácil colegir de todas estas informaciones que los dos esposos nunca dejaron de tener una vida sexual perfectamente ejemplar. Ahora, la voz de los ángeles les anuncia el premio. Tendrán un hijo, por inverosímil que parezca y la risa de Sarah, al oír esta noticia, pone una nota de esperanzada perplejidad que todavía resuena en el corazón de cualquier mujer a quien acaban de anunciar una próxima maternidad.

Llegados a este punto, es pertinente detenerse en un detalle, que, hoy en día, es a menudo objeto de comentarios pretendidamente feministas. Dicen que si Sarah está en la tienda, obedeciendo las órdenes de su marido Sarah está en la tienda, obedeciendo las órdenes de su marido, mientras los hombres se limitan a hacerse servir. Realmente, no es así. Muchas veces en la Torah veremos a los hombres cocinando y llevando a cabo tareas que se podrían calificar de ancilares. No es imposible que Sarah, haya encontrado natural que su marido no la invitara a compartir el banquete con los hombres. Ha sido una costumbre muy extendida en el mundo mediterráneo que las mujeres comieran aparte. La Torah no dice absolutamente nada al respecto, pero, por lo general, nos muestra a la mujer sirviendo a su marido y nos deja a entender que ella como aparte, pero, es menester repetir que no se trata de ningún mandamiento. De todas formas, lo que llama poderosamente la atención en el texto de “Vayerá” es el cariño que se trasparece en las palabras que Abraham dirige a su esposa. Su modo de decirle: “Apresúrate, toma harina y amásala…” rezuma cariñosa confianza y ella pone mano a la obra de inmediato, cocinando lo mejor que sabe-

Está claro que Abraham y Sarah son una pareja feliz que tiene una vida sexual pura y dichosa. Esto es lo que se subyace, pero sin dejar de hacerse patente en toda esta parte de nuestra parashah: vida sexual deliciosa y ejemplar, La vida que debe tener la pareja destinada a engendrar al Pueblo Elegido. Los ángeles anuncia a sus huéspedes la milagrosa concepción de un hijo y, después de reprender amistosamente a Sarah por su risa, se marchan hacia la antítesis del la pareja admirable para dirigirse a Sodoma y Gomorra, las dos ciudades capitales de todas las abominaciones sexuales. El texto, por cierto, no describe las tales abominaciones, porque la Torah siempre es parca a la hora de describir el mal. Ya nos enteraremos con la actitud de los sodomitas hacia los ángeles de las costumbres que imperaban allí, pero, de modo somero aunque elocuente. En nuestra época, los programas televisivos y las obras maestras del celuloide nos tienen muy enterados de lo que es la total depravación de las costumbres y nos la presentan como lo más refinado que se ha creado en el mundo de “la libertad “y los diversos derechos a la prostitución de los valores así que nos resulta fácil “concienciarnos” del progreso que suponía el desenfreno reinante en las ciudades malditas, comparado con la pureza de Abraham y Sarah.

La intervención de Abraham que suplicó al Eterno, en un célebre regateo, salvo a unos pocos justos de la exterminación.

Pues bien, como lo acabamos de constatar, la parashah de Vayerá en la que se relata la fundación de nuestra civilización, está dedicada a la moral sexual que es el crisol de la dicha y el origen de la perpetuación.

¡Bendito Sea El Eterno Que nos reveló este magnífico secreto!

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Parashah Lej lejá

Parashah Lej lejá: La Autenticidad
B”H
Sábado 8 de noviembre de 20
08, que es 10 de Jeshván del año 5769 de la Creación del Mundo
por Haqadosh Baruj Hu.
Queridos Amigos,
En el momento de reanudar con la costumbre de enviaros un comentario a la parashah semanal, quiero empezar por agradeceros de todo corazón, vuestra bondad, vuestra comprensión, todo el apoyo que me venid prestando desde la muerte de mi hija. Pido al Eterno que os lo premie con lluvias de bendiciones. Estoy agradecidísima por Su Infinita misericordia, porque me consta y todos los sabios religiosos que me han comentado el asunto han coincidido en considerar que mi niña no ha cometido ningún pecado al suicidarse, porque no tenía ninguna consciencia de lo que hacía. Se tiró del puente abrumada por el síndrome de abstinencia y agradezco al Cielo que la pobre infeliz haya dejado de sufrir. Su hijito de 10 años está en Normandía al cuidado de su familia paterna. Todo se andará, con la ayuda del Todopoderoso, Protector de los huérfanos.

Una vez más, gracias, muchas gracias a todos.

Ahora, intentaré comunicaros, aunque sea muy brevemente, porque no estoy para más, algunas reflexiones sobre el “lej lejá”, la expresión que utiliza el Todopoderoso para exigir a Abram que abandone la seguridad de su vida de rico burgués en el seno de su familia paterna y se marche hacia lo desconocido. Me importa mucho el asunto, aún más que antes de la muerte de mi hija, porque, en cierto sentido, se refiere, al hijo de ella, un chaval apenas salido de la tercera infancia e instalado en lo que se suele llamar “la edad de la razón”, iniciando una nueva andadura vital con su otra abuela y sus tíos ¡Que Hashem les bendiga como se lo merecen! Mi chiquitín con 10 añitos, está emprendiendo el mismo camino que Abraham Abinu, cuando el Todopoderoso le dijo:”Lej lejá”, o sea, “vete hacia ti “. Abraham, que todavía se llamaba sólo “Abram” se va con su mujer, Sarai y con otros miembros de su familia, en particular, su sobrino Lot. Una persona, realmente, nunca se marcha sola, su familia, los que han compartido su vida o una parte de ella, le acompañan. Puede ser una compañía física y visible o una presencia espiritual, incluso, afectiva, en el corazón del alma, allí donde palpitan los amores, los rencores, las nostalgias los remordimientos, el enorme asombro por la importancia que se concedió a lo que, con la distancia, se configura como no teniendo absolutamente ninguna. El alejamiento del punto de origen tiene esta virtud de originar lo que se podría llamar la “retro perspectiva.” Y que se produce cuando, al haber variado los esquemas mentales, las cosas aparecen desprovistas de su antiguo significado. Han participado en la formación de su pensamiento, de su afectividad e, incluso en su desarrollo biológico. Así van con él, despojándose poco a poco de lo superficial. Acompañan al caminante que va recorriendo su propia vida, pero no le determinan, porque los seres humanos somos libres de utilizar de una forma u otra las influencias que nos rodean. Cuando el Eterno dice a Abraham: “Vete hacia ti”, le ordena buscar su autenticidad, es decir no fingir la piedad sino tenerla, no entregarse a una religión gestual , ritualista, tranquilizadora que consiste en recitar ciertas fórmulas o hacer ciertos gestos a la hora prevista y en el lugar señalado, sino en poner todo su corazón en cumplir con las exigencias de la virtud- Esto es un camino, se da un paso a cada momento, lo cual significa que, también, a cada momento se deja algo atrás. Mi nietecito nunca olvidará a su madre, pero a cada paso que dé, olvidará algún aspecto de su personalidad o de la relación que tuvo con ella, para evocar otros. Esto es caminar: mirar hacia delante, dejando que lo pretérito, aún cuando conserva su perfume, vaya perdiendo su vigencia, porque si no, nunca llegaremos al lugar donde la Presencia Divina nos espera para agasajarnos con el disfrute total de nuestra autenticidad en la incomparable dulzura de Su Seno.

¡Bendito Sea Hashem que cuando saca a un ser humano de este mundo es para incitarnos a caminar con más amor hacia nuestro destino!

miércoles, 29 de octubre de 2008

Qohelet (Eclesiastés)

Se sugiere la lectura de Qohelet (Eclesiastés) estos días, para quienes puedan. Es cariño por Malcah y tiempo de meditarlo para los cristianos, todos los que les llegan los días de Difuntos.

Shalom.

martes, 28 de octubre de 2008

Salmo 34

Malcah está de luto. Quienes quieran y puedan rezan salmo 34, por favor.

domingo, 26 de octubre de 2008

Salmo 121

Es gran piedad leer todos los días de esta semana el salmo 121, que se leyó en su casa el día que nació la hija de Malcah.

jueves, 23 de octubre de 2008

DE LUTO

Queridos amigos, Malcah está de luto por una hija suya y estará aislada de todo lo menos una semana.
Os pido vuestras oraciones.

lunes, 20 de octubre de 2008

La Alegría de la Torah

La Alegría de la Torah
B”H
Martes 21 y (en la diáspora) miércoles 22 de Octubre de 2008, que son los días 22 y 23 de Tishrí del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah

Ahora, cuando estamos llegando a la Fiesta de la Clausura, que se celebra un solo día en Eretz Israel, pero dos días en le Diáspora en donde se reserva para el segundo el nombre de Sinjat Torah, que significa Alegría de la Torah, el descanso sagrado que hemos de observar nos proporciona la oportunidad de una última meditación sobre nuestras intenciones y nuestros proyectos para el año que se está iniciando. Como ya mencionamos en una página anterior, querámoslo o no, la interrupción de nuestro ritmo de vida y de trabajo ha acarreado modificaciones, incluso cambios, en nuestras perspectivas y valoraciones de las prioridades en todos los ámbitos de nuestra existencia. Esto constituye un motivo de satisfacción porque nos libero de prejuicios o de viejas ataduras que, no pocas veces son un lastre, porque fueron útiles en un momento determinado pero han dejado de serlo. Una vecina de mis padres siguió ocultando su aparato de radio en un armario durante muchos años después de la guerra y una jovencita que frecuentaba el mismo colegio que mi hermana y yo tardó más de dos años en renunciar a llevar dos de cada una de sus prendas de ropa interior. Recordaba que, durante la guerra, siempre la vestía así su madre, diciendo “¡Cuidado que si llegan los Alemanes y nos cogen, no te dejarán llevar nada contigo!” La pobre chica seguía yendo con dos camisetas, dos braguitas, dos combinaciones etc.
El período de Sucot que es tan largo como los días de Rosh Hashanah y Yom Kipur reunidos, constituye la segunda fase de las celebraciones otoñales y es caracterizado por la orden de dormir en tiendas o cabañuelas, es decir en una morada precaria que puede dejar ver las estrellas, cada una simbolizando una esperanza, o dejar pasar la lluvia que nos muestra cuán inermes somos los seres humanos frente a los llamados “Caprichos” de la Naturaleza. Esta precariedad, además de recordarnos que siempre y para todo dependemos de la Protección divina, nos obliga a meditar sobre la importancia que solemos conceder a las cosas que acumulamos en nuestras casas, pero que no tienen cabida en la sucah. La precariedad de la sucah es su rasgo distintivo. Ella representa la garantía de que no olvidaremos que el camino hacia la Tierra Prometida fue caracterizado precisamente por esta precariedad que, aún siendo bastante angustiosa, deja abierta la puerta de todas las esperanzas y posibilidades. En este aspecto, quienes se han visto en el trance de abandonar un país a toda prisa para huir de una persecución son los más cualificados para ilustrar el simbolismo de la sucah. Un gran número de entre ellos refiere lo mismo: La protección Divina es lo único con lo que se puede contar en último término. La situación es la siguiente: primero crees que te vas a llevar los objetos más valiosos y preciados que posees, pero pronto te das cuenta de que tienes que proceder a una selección. No podrás llevarte todo, porque sería demasiado incómodo y los perseguidores podrían encontrarlos durante un registro y sospecharte de tener otros escondidos… más vale dejarlos a alguien de confianza que, eventualmente, algún día… luego te das cuenta de que la selección es excesiva y dejas más cosas y, al final, dejas todo, porque lo importante es sobrevivir. El Eterno dirá: Estás en la sucah. Ya no existe el pasado, has abandonado Egipto, con la seguridad dolorosa, pero seguridad de la esclavitud. Te marchas sin nada hacia la libertad. Sientes temor, pero también una alegría por poder salvar la vida. Cualquier morada, por precaria que sea, es un palacio. Así estamos en Sucot. La Torah ya nos ha sido dictada y experimentamos un portentoso gozo por disponer de las reglas que nos permitirán siempre estar en comunicación directa con el Amor que Hashem nos profesa. La Torah es el pasaporte para el país de acogida y el modo de empleo de la vida. Con ella estamos a salvo del error y podemos entregarnos sin temor a la alegría de haber sido creados ¡Alegría, alegría!
Ya estamos a punto de penetrar en Eretz Israel. Hoy en día, también, la festividad de aunque la festividad de Sucot parece una mera conmemoración, no tiene por qué serlo. Penetrar en nuestro territorio es, ante todo, reconciliarnos con los santos preceptos, devolverles toda la vigencia que les debemos en nuestra vida. Con esto nos hacemos dignos de la gran bendición de Moshé que es el espléndido poema de amor que nos dedica nuestro gran guía y que precede su ascensión al Monte Nebó donde morirá en un beso del Eterno.
El relato de estos últimos momentos de Moshé es anónimo. Hay quien dice que su autor es Josué. Es probable, pero el hecho de que no venga firmado resulta significativo de la modestia de un hombre que, a imitación de su maestro, cuya tienda se dice que nunca abandonaba, no quiso separarse del conjunto del pueblo en el momento de redactar los últimos versos de la Torah.
El Pentateuco se termina pues con la voz del pueblo entero, unido a su jefe para pronunciar el postrer párrafo de este santo texto cuya última palabra es “Israel”.
El don de la Torah es la fuente de todas las alegrías: Por habérnosla revelado bendecimos a Haqadosh Baruj Hu exclamando con toda la alegría que hincha nuestros corazones: “Bendito Tú, Adonay, Rey del Universo Que nos llenas de júbilo al mantener tu Torah en nuestros corazones.”

Mensaje para Sucot

Mensaje para Sucot
-B”H-
Jueves 16 de Octubre de 2008, que es 17 de tishrí del año 5769 de la Creación del Mundo por
Haqadosh Baruj Hu.
De Malcah

Como me imagino que todos sabéis ya, la fiesta de Sucot, es le fiesta de la Cabañas, o de las cabañuelas, regida por diversos versículos del capítulo 23 de Vayqra, o sea, Levítico. Es una fiesta muy larga. Dura 8 días porque a los 7 que son la fiesta de Sucot, propiamente dicha, se suma el octavo, que aunque constituye una festividad con identidad propia, es la fiesta de la clausura y enlaza con los días precedentes. En la Diáspora, se duplica, de forma que Sinjat Torah, el día de la Alegría de la Torah es el noveno día de la celebración.
Insisto sobre la duración de esta fiesta, porque, llega 5 días después de Yom Kipur, el cual, a su vez, es el décimo del año nuevo. Esto significa que desde Rosh Hashanah hasta el final de las festividades de otoño transcurre casi un mes, durante el cual nuestra vida cotidiana se ve profundamente alterada. Cuando, como este año, los shabbatot alternan con los días Yom Tov, grandes solemnidades, en las que, por supuesto, cualquier trabajo está prohibido, el trastorno de la vida hogareña es absoluto y, para quienes se pueden permitir este lujo, el de la vida profesional también. No son pocos los judíos que se ven abocados a recuperar durante las semanas siguientes las horas que deben a sus empleadores por haber faltado al trabajo en repetidas ocasiones. Esto si tienen la suerte de tener buenos compañeros que les acepten arreglos o empleadores comprensivos que también se los acepten. Como lo podéis comprobar una vez más, si bien cumplir con los preceptos morales de la Torah es fácil, obedecer al Eterno en lo que se refiere a ritos ligados a un tiempo determinado, en cambio, puede resultar muy difícil fuera de Eretz Israel.
Pues bien, el principio del año civil (el año religioso empieza en Pésaj, ya lo sabemos.) se caracteriza por la intrusión del desorden en nuestras actividades habituales. Nos sentimos desconcertados y atropellados. Sin Embargo, Suco t es tiempo de inmensa alegría La misma sucah que se ha de edificar si se dispone de un jardín o de una terraza, es símbolo de esta alegría. Su tejado confeccionado únicamente con vegetales, debe dejarnos ver el cielo .La sucah nos recuerda la travesía del desierto, l a confianza que Hashem, por boca de Moshé nos ordenaba tener en el éxito que tendría nuestra empresa migratoria. Nos encontrábamos en un período de transición que también era bastante caótico, desprendiéndonos del pasado y si llegar todavía a estructurar nuestras nuevas condiciones de vida. Vivíamos bajo tiendas, con un sentimiento de inseguridad mitigado por la esperanza de ser, por fin, dueños de nuestro destino de pueblo sedentario en un territorio propio.
Todo esto nos lo recuerdan las fiestas que acostumbramos a llamar “celebración de Otoño” con la experiencia de ruptura y atropello que conllevan. Desde luego, y aunque, a menudo, no tengamos clara consciencia de ello, limitándonos a cruzar este río agitado del principio del año, como un tiempo transitorio después del cual reanudaremos con nuestras costumbres, si miramos atrás con un poco de atención, constataremos que hemos dejado mucha cosas atrás: preocupaciones que nos parecían acuciantes y, realmente, no lo eran, proyectos a los que ya no prestamos ningún interés, en suma, una serie de cosas que han perdido su aparente importancia con el transcurrir de las semanas dedicadas a inaugurar el año, pedir perdón por los pecados, o sea, concediendo el tiempo generalmente llamado “libre”, el tiempo que se suele dedicar a las pequeñas esclavitudes materiales o a la diversión, y morando en el más precario de los refugios: una cabaña.
La conclusión que nos permiten sacar estas brevísimas reflexiones sobre las fiestas que culminan en Sucot es que no se trata de un mero rito recordatorio de una época tan lejana en el tiempo que casi se ha convertido en folklore, sino que su efectividad sigue perfectamente vigente y que el Lulav que está formado por cuatro especies vegetales que representan todas las que pueden existir en la Tierra, son expresión de nuestra inaqcabable renovación física y espiritual.
¡Bendito Sea Hashem que instituyó para nosotros las entrañables fiestas de otoño que culminan en Sucot, la cabañuela de nuestro entusiasmo!

viernes, 10 de octubre de 2008

Parashah Haazinu – La Postrera Lección

Parashah Haazinu – La Postrera Lección
B”H
Sábado 11 de Octubre de 5769, que es 12 de Tishri del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah

Esta parashah de Haazinu, además de constituir el último discurso de Moshé, se caracteriza por un hecho singular. El gran Guía de Israel no interpela ni directa, ni únicamente al pueblo que tiene bajo su mando, sino que reclama la atención de los cielos y de la tierra. La palabra “Haazinu” es imperativo plural del verbo “azen” que significa “escuchar, oír, atender”, literalmente:”Prestar oídos”. Con la vocalización “izen”, las consonantes del vocablo siguen sumando 58, pero el sentido es “pesar, balancear “. Se entiende el estrechísimo parentesco entre los dos verbos: Realmente, son hermanos. Escuchar es entregarse a una labor intelectual de ponderación. Quien escucha pesa las palabras de mensaje que está recibiendo. Esta buena voluntad hacia los sonidos que van a salir de su boca, Moshé la pide a los cielos como muestra de “jen” (palabra cuyas consonantes: “jet, nun” también suman 58 y que significa “Gracia, encanto, belleza.” El primer hemistiquio de muestra parashah significa, pues” ¡Que presten oídos los cielos y yo hablaré!”
No es el lenguaje que Moshé suele utilizar en sus discursos. Solicita la atención benevolente del cielo y, a continuación, la más sensorial de la tierra, que se expresa en la utilización del verbo “schem´a” que, como0 ya sabemos involucra el ojo, o sea, la manera de mirar las cosas. , también la sumisión a la palabra santa. Al fin y el cabo, lo que el judío debe cumplir a diario es la orden “Schem´á Israel”. Pero, lo más notable de este primer versículo del texto es su universalidad. Moshé se dirige a los cielos todos y la tierra entera.
En cierto sentido, se podría decir que toma al mundo entero por testigo de sus palabras. Todo a lo largo del texto, habla de Israel en tercera persona. Hay un gran alejamiento entre el orador y el oyente. Moshé ya no está increpando a Israel por sus repetidos fallos, ni por los que cometerá en el futuro. No. El se limita a levantar un testimonio: A Israel, ya se lo ha dicho todo, pero ahora quiere que cielos y tierra puedan, llegado el caso, dar testimonio de su fidelidad o de su indignidad.
En este momento, una pregunta aflora a todos los labios y es la siguiente. “Si Israel es un pueblo aparte, que debe mantener a cualquier precio su identidad, diferenciándose con empeño fuerte de todos los demás pueblos ¿cómo se puede, al mismo tiempo, incitar al extranjero a juzgarle?”. La respuesta reside en que Israel no debe imitar a los demás pueblos, pero sí, ser un modelo para ellos. Los extranjeros tienen derecho a juzgar a Israel. Es un punto que ya hemos abordado en otro comentario, pero que es lo bastante importante como para imitar a Moshé en lo de la machaconería. Por otra parte, la vigilancia, benigna o maligna de los otros pueblos, es un incentivo para Israel, algo que siempre se debe tener en cuenta. Muchos de los que, entre vosotros, tienen mi edad o una mayor, recordarán algunas reflexiones oídas durante su infancia o juventud, sobre el ateísmo, la indiferencia religiosa y el abandono progresivo (por no decir “progresista”) de la práctica y de la enseñanza religiosa que había sido la tónica general de los años que precedieron el desencadenamiento de la barbarie nazi. Nunca debemos olvidar la obligación de ser fieles a la Torah de modo absolutamente irreprochable.
En la parashah Haazinu, Moshé recuerda a las naciones, a la vez la portentosa protección que representa la observancia de la Torah para Israel, pero sin dejar de advertirles de que en esta relación entre El y su pueblo no son sino comparsas, porque, en cuanto Israel se arrepiente y vuelve al recto camino, las bendiciones le envuelven de nuevo. Todos deben entender que Hashem castiga a Israel, pero nunca le abandona.
En estos días que siguen el Yom Kipur, las palabras de Moshé resuenan con fuerza en nuestros corazones. Se pronuncian cuando ya ha empezado un nuevo año y estamos sometidos a una turbulencia interior bastante poderosa, porque son estos días de las fiestas otoñales una sucesión de fiestas y de shabbatot que trastornan mucho la vida cotidiana. Un día tienes que hacerlo todo y, al día siguiente, no puedes hacer absolutamente nada. Es importante comprender que este traqueteo de las actividades, así como el zarandeo interno que lo acompaña, son tan santos como los cánticos, porque no obligan a enfrentarnos a lo inmediato, dejando atrás muchos intereses o preocupaciones que, días atrás parecían prioritarios y que, ahora se van colocando en el desenvolvimiento natural de la vida, mientras que nos fijamos ya en el presente y en el futuro inmediato. Tomamos la distancia correcta del acontecer de nuestra vida. Aunque no nos detenemos a menudo en valorarlo de esta forma, no deja de ser una gran bendición por la que estamos agradecidos al Todopoderoso Que siempre veneramos.

jueves, 9 de octubre de 2008

El Shabbat, Corona de la Creación

El Shabbat, Corona de la Creación –
B”H
De Malcah
Este texto se publicó en Maguén-Escudo, revista de la Comunidad Judía de Caracas., para la
Que lo escribí hace muchos años

El empeño que ponemos los judíos en la observancia del Shabbat es contemplado por la sociedad moderna como un yugo superfluo y estéril. Se nos suele argumentar que la civilización actual ha superado en cantidad y en calidad el progreso social representado en su día por la institución del reposo semanal para todos, ya que le legislación vigente otorga un total de vacaciones, puentes entre fiestas y fines de semana superior al número de días shabbáticos previstos en la Biblia ¿por qué, entonces, aferrarse al estricto cumplimiento de un precepto tomado en su sentido literal?
Si nos limitamos a contestar que el Shabbat es el centro de la vida israelita, la más antigua de todas nuestras fiestas y su celebración el sello de una alianza perpetua entre El eterno y Su pueblo, manifestamos nuestra religiosidad y nuestro apego por la tradición, pero nada mostramos del carácter específico del Shabbat, que le reviste de una in comparable singularidad y de una inagotable riqueza. En cambio, a través de una comparación entre el Shabbat y las vacaciones profanas, evidenciaremos diferencias tan ingentes que entrañan una oposición irreductible, con lo cual la observancia del sábado en plena “sociedad del ocio” sigue siendo para el individuo, la familia y el pueblo judíos tan importante como en los siglos pasados.
El Shabbat, corona de la Creación, único día bendecido por el Señor, marca el ritmo septenario de la respiración cósmica. Al encarecernos su observancia, el Santo, Bendito Sea, nos garantizó la autenticidad de miembros operantes del universo, nos confirió una dignidad sacerdotal. No hay, pues, medida común entre el Shabbat, constitutivo de la identidad judía y las vacaciones profanas. El Shabbat es necesario, ineludible, preside la organización de la actividad humana a la que confiere su sentido y las relaciones entre los hombres. No en balde, el cuarto Mandamiento es el puente entre los tres primeros, dedicados a la relación entre el hombre y El Eterno, Bendito Sea Su Nombre y los seis restantes en los que se firman las normas de la convivencia familiar y social. Por el contrario., las vacaciones no pasan de ser un paréntesis eludible en la vida profesional. Ni siquiera suponen una proscripción temporal del trabajo. Es de sobra conocida que mucha gente (sobre todo mujeres, dicho sea de paso) trabaja más los días festivos que lo laborables.
Por otra parte, la etimología nos ofrece una sorpresa instructiva que es preciso llenar de alguna forma: la palabra “vacaciones” deriva de la raíz “vacuum” que significa “vacío”. Aunque ninguna actividad esté prohibida durante las vacaciones, éstas son sentidas como un tiempo vacío, que es preciso llenar de alguna forma, artificialmente. Esto explica la búsqueda angustiosa/angustiante de ocupaciones, distracciones, viajes, espectáculos etc. la que se entregan desesperadamente los esclavos de una sociedad que, fuera de la producción desatinada de bienes de consumo y armas mortíferas, sólo concibe la nada. Para el judaísmo, en cambio,
Para el judaísmo, en cambio, el vacío es algo inconcebible. El Shabbat es un tiempo de plenitud que redima al individuo el yugo de las tareas materiales y abre un espacio a la introspección, a la meditación, a la conversación, a los movimientos relajados, acordes con el discurrir natural de las horas. En Shabbat, nadie tiene derecho a apremiarnos con la hora, ni vamos a acudir a lugares de trabajo, ni vamos a salir de viaje, así que podemos olvidar los relojes, cosa benéfica para el psiquismo.
Idéntica oposición puede apreciarse entre la ideología de la llamada “sociedad del ocio”, que considera el descanso y el tiempo libre como productos industriales, engendrados por la tecnología más sofisticada y el reposo del séptimo día que nos retrotrae a la época paradisíaca en la que el hombre era libre y dueño de su destino. Dicho en otros términos, el Shabbat nos recuerda que la libertad es la condición natural del hombre y que éste no necesita ninguna tecnología para acceder a ella.
Día de paz, de descanso, de disponibilidad, el Shabbat es el momento del reencuentro con familiares y amigos. Mientras que las vacaciones son, casi siempre un período durante el cual cada miembro de la familia se marcha por su lado y los amigos se volatilizan, el Shabbat, al no permitir este alejamiento, esta huída de la solidaridad ante los problemas o las alegrías que afectan a familiares y amigos, nos brinda la oportunidad de escuchar atentamente a los seres queridos, de comunicarnos con ellos, de establecer la concordia y crear la paz, manteniendo vivas nuestras tradiciones orales, inagotable tesoro de la palabra que, de puro amor, se hace canto para alabar al Todopoderoso.
Otros devoran kilómetros en carreteras repletas de coches guiados por conductores nerviosos o ebrios, encargados de entregar su tributo de víctimas a un ídolo anónimo e implacable. El vacío aspira a sus secuaces. Nosotros paseamos a pie, respirando a pleno pulmón y disfrutando de nuestro privilegio de seres exentos del sacrificio humano.
La Naturaleza sigue ejerciendo sus funciones y dando sus frutos el sábado como los otros días. Ese espectáculo nos recuerda la supremacía del espíritu sobre la materia: es el hombre quien tiene la responsabilidad del descanso, él se lo debe garantizar tanto a los animales como a la tierra que cultiva. Todo, en el Shabbat es obra de responsabilidad, de asunción, de voluntad, en suma, de libertad. No en vano está dedicado este día a conmemorar la salida de Egipto: “Antes éramos esclavos, ahora somos libres”.
Mucho, muchísimo se podría escribir sobre las relaciones shabbáticas entre el hombre y la naturaleza. En el marco de estas breves reflexiones, nos limitaremos a sub rayar otro de sus aspectos esenciales: la dignificación de lo natural en el ser humano. Contrariamente a los materialistas que llegan a deshumanizarse hasta el punto de considerarse simples máquinas (expresiones como “hay que recargar las baterías”, para indicar que se necesita reposo, o títulos de libros como “La Maravillosa Máquina Humana” son elocuentes), el judío, en sábado, se afianza en su humanidad. Al no poder utilizar ni instrumentos, ni herramientas, experimenta, en cierto modo, el retorno al estado originario de ser a la vez espiritual, psíquico y vegetativo. Sabe que Ha Qadosh Baruj Hu le ama le ama en su totalidad y esta reconciliación de la criatura consigo misma es una parcela del Edén vedada a los infortunados en ruptura con la autenticidad que van por tierra, por aire y por mar huyendo de su alma.
Una escueta síntesis de lo expuesto nos permite afirmar que, lejos de representar, como las vacaciones profanas, una separación, un distanciamiento, una pretendida evasión, que es en realidad una huída, el Shabbat supone unión, acercamiento, responsabilidad. Frente al “vacuum” profano que se materializa en tiempo de ausencia, el Shabbat es tiempo de presencia: Presente ante su Elohim, presente ante su pueblo, presente ante su familia, presente ante sí mismo, el judío que guarda el Shabbat permanece indestructible, como las montañas de Jerusalén, agradeciendo con inmensa alegría este don de la presencia que le hace su Creador, a imagen y semejanza de la Santa Shejinah por cuyo brillo las tinieblas se vuelven luminosas y el exilio, sendero de la esperanza.

viernes, 3 de octubre de 2008

Parashah Vayelej – La Transmisión del Poder

Parashah Vayelej – La Transmisión del Poder
B”H
Sábado 4 de Octubre de 2008, que es 5 de Tishrí del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu.
De Malcah

El título de la parashah que nos interesa hoy indica un movimiento de Moshé, puesto que la palabra “Vayelej” significa “fue”. Esta figura estilística que consiste en emplear el verbo “ir” para indicar la intención de hacer a alguien una comunicación verbal es ciertamente muy usual en todos los idiomas y se encuentra a menudo en la Torah. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, reviste un matiz especial, porque sabemos que Moshé ya está concluyendo el discurso con el que viene aleccionando Israel desde hace cuarenta años. El mismo dice: “Hoy cumplo ciento veinte años: Ya no puedo salir ni entrar”. Reconoce su natural debilidad física que, según veremos en los últimos versículos de “Devarim”, no había menguado la irradiación de su energía, pero, sí, le exigía el descanso. Es, pues un hombre que ya se va apartando de este mundo, el que hace un supremo esfuerzo para repetir una vez más al desobediente y muy amado pueblo, sus grandes advertencias. Y anunciarle que Josué le ha de suceder en el mando. El gran guía ya ha tomado distancia con los acontecimientos. En este sentido también se puede entender el “vayelej”. Está ya lejos de su vida terrenal, no puede ya ni salir ni entrar en ella y, probablemente, tampoco le importa, pero hace un último movimiento hacia Israel y es para hablar de las cosas que él ve y sabe, pero que no va a contemplar. Esta es la paradoja de todo el texto: Moshé se encuentra, a la vez, muy próximo al pueblo, y muy alejado de él. Le repite que Hashem siempre le protegerá, siempre y le dará la victoria sobre sus enemigos, pero también le advierte de que sus incontables rebeldías le atraerán terribles represalias divinas y que así será hasta el final de los tiempos. Es de suponer que, entonces, Israel alcanzará por fin la santidad y la expandirá por doquier.
De momento, lo importante es nombrar el sucesor que, a partir de ese momento asumirá el mando. Será Josué Ben Nun, aquel que, al volver de explorar la Tierra Prometida, se había atrevido junto con Kaleb, de la tribu de Yehudah, a contradecir a los diez enviados que desanimaban al pueblo, pretendiendo que conquistar Canaán era imposible. Josué era un hombre valiente, de buena fe, que confiaba en la palabra del Eterno. Por otra parte, sabemos que nunca se alejaba de la tienda de Moisés de cuya sabiduría se había impregnado a fondo. Era el hombre mejor preparado para asumir la responsabilidad de gobernar cuando Moshé desapareciese.
Lo interesante de la primera mención de Josué como sucesor y continuador de Moshé en esta parashah, es que se encuentra en el primer párrafo, donde Moshé recuerda a Israel que le dará la victoria sobre sus enemigos. El pueblo guiado por su nuevo jefe será vencedor. La investidura de Josué no puede ser más optimista ni llene de promesas.
Ahora, Moshé se dirige directamente a Josué y le vuelve a enunciar la verdad fundamental: “Hashem marchará contigo y no te abandonará. No temas, pues, ni te desanimes. ” La entronización de es solemne y, como es natural, tiene lugar en presencia de todo el pueblo. A continuación, Moshé escribe el texto completo de la Torah para que se guardara este documento en el Arca de la Alianza.
Veremos en la próxima parashah que, antes de morir, Moshé compuso un canto espléndido que entonó ante todos los Hijos de Israel y que nos queda como una de las joyas más hermosas de cuanto dijo.
De esta parashah, es importante señalar que la leeremos mañana, pocos días antes del Yom Kipur (Día de las expiaciones), que, este año, cae el 8 de Octubre. En estas fechas, tenemos la obligación de examinar nuestra conducta durante el año que acaba de transcurrir para lamentar los pecados que hemos cometido y pedir perdón por ellos. Creo que es importante mentalizarse de que, a menudo pecamos y nos hacemos acreedores a graves castigos, porque creemos que la práctica fiel de la Torah nos inflige privación de placeres. Y no es así. Los placeres que nos parecen tan atractivos son mucho menores que los propiciados por la Torah que nos garantiza una vida sana, en medio de una familia unida que legará a sus descendientes salud espiritual, mental y física. Cuando pecamos, estamos destruyendo el porvenir.
¡Pidamos por ello perdón al Todopoderoso Que siempre acepta la penitencia del arrepentido sincero y bendigamos-Le por Su Inmensa Misericordia!

domingo, 28 de septiembre de 2008

¿Quién Era Ella?

¿Quién Era Ella?

B”H

Purim 5768

De Malcah

Bastante tarde, este año, puesto que, por exigencia de nuestro calendario, se ha duplicado el mes de Adar, festejaremos Purim el viernes que viene, o sea, el 21 de marzo. Será con la llegada oficial de la primavera en los países del hemisferio norte y del otoño en el hemisferio sur, donde la fiesta toma unos tintes especiales porque, al corresponderse con la estación a la que, tradicionalmente, viene asociada, parece aún más carnavalesca y, por lo tanto, más plasmada de sobreentendidos y claves.
El viernes, al leer la Meguilah, contemplaremos a muchas chiquillas encantadoras que irán disfrazadas de Reina Ester… Cualquier niña judía quiere ser la reine Ester, por lo menos una vez , durante sus años mozos: Todas saben que Ester fue una gran heroína de nuestro pueblo puesto que le salvó de la exterminación al obedecer a su tío Mordejay y al congraciarse a su esposo, el poderoso Asuero. Este no vaciló en mandar ejecutar a su primer ministro con sus diez hijos, porque la había ofendido y puesto en peligro de muerte: La magnánima benevolencia de Asuero, por cierto, no se paró ahí puesto que llegó a transferir su autocracia a Mordejay, a quien nombró Primer Ministro y a Ester a quien dejó las manos libres para actuar a su gusto en todos los asuntos de gobierno, de forma que los desdichados judíos, tratados poco antes como la hez de la tierra, se convirtieron en los dirigentes del imperio.
Esto es lo que festejamos en Purim, empezando por la lectura de la Meguilah (Meguilah significa “rollo”), la cual se debe ir desplegando, pero sin volver a enrollarla durante toda la lectura. Varias personas la van sosteniendo para que se mantenga abierta hasta el final. Esta costumbre nos recuerda la necesidad de respetar la historicidad de los acontecimientos dentro del conjunto de circunstancias, aparentemente fortuitas, que los hicieron posibles.
Sería interesante detenerse en examinar los respectivos papeles de los individuos y de la colectividad en el destino de los pueblos, pero hoy, nuestro propósito es limitarnos a una simple reflexión sobre la personalidad de Ester, que pasa de ser la sumisa pupila de su tío, hombre apasionado y voluntarioso, que la quiere entrañablemente, a ser la regente de un imperio tan inmenso como poderoso y temido.
Vamos a examinar lo que, de esta mujer, nos dice la Meguilah. En primer lugar, se nos informa de que, al principio, el relato no lo protagoniza ella, sino un judío llamado Mordejay, hombre de la tribu de Benyamín, cuya genealogía se nos facilita, de forma que no dudemos de su ascendencia saulida. Por lo visto, había sido deportado a Babilonia con Jejoniah, rey de Yehudah, por Nabucodonosor, allá por el año 586. La etimología de su nombre es dudosa. Hay quien la relaciona con Marduk, la divinidad masculina de los Caldeos. En fin, víctima de una tentativa de asimilación o no, Mordejay tenía sentido de la familia y un corazón repleto de sentimientos paternales. No sabemos si estaba casado y tenía hijos propios porque el relato no menciona nada al respeto, pero es fácil colegir que era viudo o soltero y que, si tenía hijos, su relación con ellos era muy escasa ya que toda su atención se centraba en Ester, su criatura. Imaginar que la deportación estuvo en el origen de muchas tragedias familiares que dejaron a algunas personas privadas de familia, no es nada desaforado: Mordejay era, probablemente, un hombre solo y desarraigado: Volcó toda su pasión de padre, con lo que ésta implica de afán de poder, en una sobrinita aún más desamparada que él y que respondía al preciosísimo nombre de Hadasah, o sea, el arrayan y que se había quedado huérfana.
El texto nos previene en seguida de que Hadasah es Ester, indicándonos por esta precisión que, a la niña, le habían cambiado el nombre, cosa que suelen hacer los opresores para que sus presos y presas olviden su verdadera identidad y se preste sin apenas rechistar a una reprogramación de sus esquemas mentales que les hará más dóciles y asimilables. El oprimido debe llegar a considerar a su opresor un ser superior que lleva la bondad hasta enseñarle a ser como él. Recuerdo una novela argelina en la cual uno de los protagonistas decía a un vecino suyo: “Ahora van a llegar los franceses y verás cómo te obligan a mandar a tus hijos y a tus hijas a sus escuelas, pagando los equipamientos que te exijan y libros para enseñarles a despreciarte.”
Pues, a Hadasah, la llamaron Ester, nombre ligado a Astarté, un ídolo, un astro, no una planta olorosa, madre de florecitas blancas y bayas oscuras, un astro, es decir un cuerpo considerado insensible, del que se está siempre autorizado a esperar la resplandeciente presencia en el sitio asignado y a la hora marcada. Pero Ester supo transformar su nuevo nombre en una gloria para Israel, cosa por la cual siempre bendeciremos su memoria.
¿Qué edad tenía la niña Hadasah cuando murieron sus padres? ¿Fue testigo de su muerte? ¿Lloró la pobre chiquitina? ¿Se refugió, llena de cariñosa confianza en los brazos del enérgico “Dod” (Dod significa “tío” en hebreo) o, simplemente, se dejó llevar de la mano porque tampoco hubiera sabido hacer otra cosa y el Dod la trataba bien? La Meguilah no dice Nada al respecto. Se entiende. A quienes la redactaron les importaba les importaba el papel de Ester en la historia.
Pues bien, Mordejay crió a Ester. A este respecto es aleccionador fijarse en el verbo utilizado en el texto para decir “criar”. No es “legadel”, que sería traducible por “hacer crecer” sino “leamen” (lamed, alef, mem, nun), que es de la misma raíz que “amen”, palabra del asentimiento, que significa “instruir, entrenar, conformar”. Mordejay educó a Ester para que ella respondiera a sus expectativas, que incluían la capacidad de desenvolverse en un mundo de hombres, pero también, si nuestras suposiciones en cuanto a la ausencia de esposa o hijas son exactas, la proyección de un enorme anhelo de presencia femenina.
En cualquier caso, Mordejay quería a Ester, nadie lo puede dudar. Cuando se la hubieran llevado a palacio, el pobre hombre se pasaba el tiempo merodeando por las inmediaciones de la fortaleza, tratando de conseguir alguna noticia de ella. La quería muchísimo, pero él era un hombre autoritario, que, por lo menos aparentemente, la había preparado para ser una hija obediente toda su vida. El capítulo 2 de la Meguilah es elocuente. Cuando la secuestran los servidores del rey Asuero, no revela ni su origen, ni el nombre de su pueblo, porque Mordejay se lo había prohibido y ella obedecía las órdenes de su despótico tutor. Lo refiere el relato.
La joven hacía bien obedeciendo a su tío, porque él nunca le dio ningún mal consejo. Le encareció no contradecir a los eunucos, no tener caprichos, en suma, no dar la lata, no ser una fuente de preocupaciones para nadie: demás, la chica era distinguida (lo sabemos porque la primera recomendación del Dod fue que no revelara su linaje) y muy bien educada. (Todo el comportamiento de Mordejay revela que él era un aristócrata, un personaje muy seguro de sí mismo, aunque buen diplomático. Las recomendaciones que hace a Ester son las que se hacen a una joven elegante y se resumen en una frase: “huye de todo exhibicionismo.”) Así, todos la encontraron encantadora y debieron hablar muy bien de ella al rey Asuero que, tal vez, un poco abrumado y mareado por el vals de guapetonas, tan presumidas e intercambiables como las que, en nuestros días, llenan los programas televisivos llamados “del corazón”, que le habían montado, se quedó muy a gusto en compañía de una muchacha discreta y complaciente, capaz de sentarse en el trono con mucho garbo y pocas exigencias.
Asuero tenía personalidad dependiente: tan pronto no sabía terminar un festín sin que acudiera su esposa a valorizarle ante toda la corte, como necesitaba el consejo de una pléyade de sabios para resol ver sus asuntos matrimoniales, o entregaba las riendas del gobierno al más descarado de los ambiciosos. Nada hacía nunca por iniciativa propia. Con tan relevantes cualidades de soberano, se entregó a la voluntad de Amán, hijo de Hamedata, el Agagueo, que era un vanidoso de tomo y lomo: El capítulo 6 de la Meguilah es revelador: El muy fatuo de Amán, convencido de que el monarca quiere hacerle a él, por los muchos méritos que su astucia parece haberle acumulado, monta un “show” digno de la Noche de los Oscar. La perspectiva de ser paseado por toda la capital emperifollado cual mago de feria y rodeado por una parafanerlia carnavalesca, le embriaga.
Luego, el numerito, le tocó protagonizarlo a Mordejay. La Meguilah, tan pudorosa y educadita como la reine Ester nos calla las reflexiones que, con toda seguridad, se hizo el inteligente judío, mientras duró el paseíllo, pero es fácil de imaginar que fueron bastante truculentas, porque, a ninguna persona medianamente sensata se le escapa cuán peligrosas pueden resultar estas exhibiciones idiotas que sólo servirán para suscitar envidias y resquemores.
Para colmo, el Envidioso Mayor del Reino era el propio Amán, que odiaba a Mordejay porque no se le escapaba que éste le tenía en poco. De todas formas, Amán se creía vencedor puesto que
El exterminio de los judíos, según las leyes de la federación que el gobernaba, estaba decidida y los malos augurios de su mujer se le antojaron una futilidad.
Mientras tanto, Ester, enterada de la catástrofe que se cernía sobre su tío y sobre el conjunto del pueblo judío, experimentaba un horrible sentimiento de impotencia: Por muy soberana que fuera, ella dependía del rey para todo y cualquier cambio de talante de éste podía significar una desgracia de primera magnitud: ser repudiada o relegada para siempre en el harén, donde sólo le quedaría pasar en la no vida, o sea en el perpetuo desvivirse todos los años que la separasen de du muerte biológica.
¡Desdichada reina Ester! Le brillarán mucho en la frente las joyas de la corona, pero ella, en el fondo, no es nadie sino la consorte, menos que un apéndice, es una especie de pañuelo que el rey lleva encima para enjuagarse el sudor, si se tercia y que puede tirar en cualquier momento. Ella no es la hija de ningún soberano vecino que pueda enfurecerse y traer dificultades diplomáticas o militares a un yerno demasiado chulo, si las cosas se ponen feas, no, ella es una bonita mujer elegida por eunucos desparpajados, como en un concurso de “gran Hermano”. Es una imagen, no un ser humano, por lo menos, así se siente cuando le llega la petición de auxilio de su tío. Está inquieta, haciendo toda clase de conjeturas, porque su esposo, el rey, lleva treinta días sin llamarla a su cama: Por el modo de referirlo a Dod Mordejay, se nota que no está acostumbrada a semejante indiferencia: Para ella, el portarse bien, ser dócil y simpática es tener la vida resuelta. Ahora, no entiende lo que curre. Se lo comunica a su tío, recordándole que solicitar la atención de Asuero sin previa autorización, acarrea la pena de muerte, pero se queda defraudada en sus expectativas, porque el Dod, en vez de apiadarse de ella y, eventualmente, darle algún buen consejo, la apremia: “Arréglatelas como quieras, pero sácanos de apuros.” Si no lo entiende, desde su hierática soberanía, es que es tonta, pero, no, Ester no es tonta, ella no es un ser de carne y hueso, ella es una cabeza coronada por conveniencia, es un utensilio, un utensilio que no deja de ser una mujer. Nada sabemos de sus relaciones sentimentales con Asuero, si es que existían o habían existido algún día o alguna noche. No es imposible que ella le quisiera, o pensara que él la quería a ella, o que uno de ambos criara ilusiones. Cuando nada se sabe todo es posible.
Estamos en la charnela de la Meguilah. Mordejay pide socorro a su protegida. Entonces, ocurre algo que, con toda seguridad, se venía fraguando desde antiguo, desde el mismo instante en que Hadasah se quedó huérfana, cuando ella, por pequeña que fuera, advirtió que los padres son vulnerables, que pueden desaparecer, que pueden morir y ahora, le toca a Mordejay, autoritario e intransigente, como de costumbre, pero en peligro de muerte, con todo su pueblo. Pide ayuda a Ester y ella advierte que el gigante tiene miedo y que sólo ella puede proporcionársela De repente, el número 30, representado por la letra “Lámed”, letra relacionada a la vez con la sexualidad, el conocimiento, el latigazo y la puesta en movimiento, la sacude como una descarga eléctrica, porque este movimiento de la lámed, es el fundamental en el judaísmo, el Creador se llama “el”, que es el radical lingüístico de “Elohim”. El movimiento señalado por la letra “Lámed”, tiene una expresión especialmente poderosa en todo su vinculación a la enseñanza, que es impulso de quien sabe hacia quien ignora, y viceversa y con la revelación de los misterios, lo cual le conecta a la sexualidad, al “yode´ah” de Bereshit.
Ester sufre por los 30 días de indiferencia marital. Si está soñando con noches de amor, la súbita fragilidad de Mordejay añade a su angustia. Se ve en el trance de quedar privada de todo lo que amuebla su existencia, de perder el placer que le brinda el esposo y el cariño que le da el Dod, el paternal Dod. Es un latigazo. Se despierta en ella la voluntad férrea al servicio del impulso vital La educación recibida de Mordejay se manifiesta en sentido positivo y le dicta la conducta susceptible de garantizarle el Éxito.
A partir de ahora, quien da las órdenes, es ella, Ester, la reina.
Empieza por infligirse un ayuno muy duro con el propósito visible de atraerse la Benevolencia del Todopoderoso, pero también con el, menos evidente, de demostrar su valía personal para marcar su propia psique con la impronta del autodominio, lo cual la facultará para dominar a los demás. De entrada, exige que todos, empezando por Dod Mordejay, la imiten. Va de modelo, pero no como las guapas de los programas televisivos, que sólo enseñan curvas, no, ella enseña el recto proceder.
La amorosa reacción del rey cuando la ve en el patio del trono y le tiende el cetro de oro, es el primer triunfo de esta mujer que irá dominando las situaciones con maestría incomparable, hasta acabar con Amán y tener a Mordejay como primer ministro, detentor del sello real y rendido ante ella, la mujer poderosa que mandaba en el corazón y en la voluntad de Asuero, o sea que tanto podía encumbrar a alguien como aniquilarle.
Mordejay que, en el fondo, la había educado para esto, seguramente bendijo al Todopoderoso todos los días de su vida, especialmente en los de Purim, como lo hacemos nosotros.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Parashah Nitzavim – Las Generaciones Futuras

Parashah Nitzavim – Las Generaciones Futuras
B”H
Sábado 27 de Septiembre de 2008, que es 27 de Elul del año 5768 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah

Aun siendo muy corta, la parashah “Nitzavim” que leeremos este sábado, tiene una importancia capital para el enfoque correcto del judaísmo, porque insiste mucho sobre la obligación que tiene cada generación de legar a sus hijos una sociedad pura de grandes pecados. Se pone de manifiesto esta exigencia desde el segundo de sus versículos, que es el 10 del capítulo 29 de Devarim. En efecto, este versículo que, si nos atenemos a las reglas de la lógica profana debería formar parte del anterior, empieza por la palabra “tapjem” que significa “vuestros chiquitines” y alude a los bebés que están todavía en brazos de sus madres. No son chavales capaces de entender las palabras de Moshé, es decir que su futuro estará totalmente condicionado por la comprensión que sus padres tengan de estas palabras y el celo que pondrán en cumplirlas.
No es ninguna pérdida de tiempo, por el contrario, detenerse en meditar sobre este asunto: el porvenir de los pequeños y el conjunto de valores que les vamos a legar, tanto a ellos como a sus descendientes para que estructuren su alma, es responsabilidad nuestra, ya que el desarrollo de su personalidad, dentro de la sociedad en la que habrán de integrarse, pende en grandísima medida del comportamiento individual de sus padres y, sobre todo de los valores vigentes en la sociedad en la que van a crecer. Si el conjunto de sus mayores decide respetar determinadas normas de vida, el rechazo absoluto de toda forma de engaño, por ejemplo, los chicos crecerán en un ambiente de confianza y no concebirán la mentira como muestra de especial inteligencia para librarse de obligaciones. En cambio, si advierten que, entre adultos, ufanarse de haberle contado al jefe una patraña para justificar un retraso, la astucia y la mentira entrarán en sus esquemas mentales con signo positivo. Si esto, algún día les acarrea consecuencias nefastas, la culpa la tendrán sus padres: Más grave aún, si el conjunto de la sociedad tolera estas conductas desviadas, los jóvenes se formarán, o, mejor dicho, se deformarán, en la confusión, tomando el bien por una muestra de tosquedad mental y el mal por la expresión de la madurez. Antes de darle un codazo al colega con quien estamos charlando, en presencia de un hijo nuestro y referir una anécdota supuestamente hilarante del tipo: “Cuando mi cuñado quiere irse a ver alguna película X, le cuenta a su mujer que hace horas extras y la otra no sospecha nada ¡ Este cuñado mío es un genio ¡Consigue hacer todo lo que le da la gana y la gente le toma por el Espejo de los Caballeros”, hay que preguntarse qué conclusión sacara el chaval. Pues, podrá pensar que su padre es un sinvergüenza pero que conoce la vida, o que la vida es así y que, por lo tanto, lo correcto es imitar a su padre. Sus conversaciones y su comportamiento reflejarán estas convicciones y contribuirán a extender el pecado, con su cortejo de malestares y de tensiones en la sociedad. Si crece, como es el caso actualmente, desde que en Mayo del 68 se lanzó la moda de “Pisotear los principios morales es el principio de la libertad y una muestra de sublime valor frente a la tiranía de los opresores que se amparan en ellos para dominar a los crédulos, esclavos de su propia cobardía, la cual les dicta amilanarse ante el que detenta el poder financiero”, pues confundirá los santos principios con las artimañas más viles.
Este tipo de confusión lleva a la subversión de valores que sentencia a muerte cualquier grupo humano que la acepta y promueve. Les guste o no a los vociferantes innovadores, que muchas veces no tienen idea del alcance real de sus altisonantes pregones, se deba respetar la Torah que prohíbe las mezclas de sustancias, y esto es sólo un ejemplo. El panadero tiene que vender pan, no cualquier pasta proveniente de alguna mixtura cuyos ingredientes llevan más cifras que letras, porque, en este último caso, las enfermedades se extienden y los niños, a menudo, se mueren: Así, porque sus padres han transigido con el engaño. El niño tiene derecho a vivir en una sociedad en la que sea inútil pasarse 10 minutos leyendo la lista de ingredientes de cualquier producto y consultar su lista de aditivos no casher antes de comprar cualquier producto pretendidamente comestible.
La alusión a los seres demasiado pequeños para entender las palabras de Moshé y a los que aún no han nacido es fundamental: Nos recuerda que el Pueblo es Elegido en la medida en la que es consciente de su responsabilidad a través del discurrir temporal: Los “Nitzavim”, los que están de pie en el umbral de Eretz Israel deben comprender que ninguna generación está separada de las demás. Hashem Es Uno y El hizo al ser humano a Su imagen y semejanza. Es la serpiente embaucadora quien, al sembrar en la psique de la primera pareja la duda sobre el Amor Divino, la llevó a creer en la separación. La separación empieza con la convicción de que las cosas pueden ser o no ser, de que es una eventualidad o la otra. En el paraíso, esta duplicidad no existía. Allí todo era completo, con su polo positivo y su polo negativo. La oposición entre el Bien y el Mal es fruto del Arbol del Conocimiento. Se parece al conocido dilema que algunos desaprensivos plantean a sus interlocutores:”Si Vd. se habla con Fulano, no se habla conmigo.”Dicho de otra forma, hay que elegir. ¡Todo muy democrático! La noción de dualidad excluyente está ligada al conocimiento: El Bien y el Mal Esto no existía en el Jardín del Edén. Allí la pareja actuaba con toda naturalidad y no se equivocaba. Esta situación edénica es la que tenemos por misión ir reconstituyendo en esta tierra, haciendo que cada nueva generación, en vez de verse obligada a comprender y enmendar los errores de sus padres, pueda caminar hacia una realización mayor de la Torah y, así, llevar a la humanidad hacia su meta, que es el Paraíso Prometido. Esto se puede conseguir respetando las leyes de vida que Moshé nos dictó en el lumbral de la Eretz Israel donde sería fácil llevar una vida virtuosa que fuera una delicia para todos. Todo lo que hacemos decimos y, por lo tanto, pensamos tiene consecuencias para nuestra descendencia. Todo.
Ahora, en vísperas de nuestro año nuevo, el 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu, conviene reflexionar sobre todos estos temas y pedir la bendición de ir más allá de las apariencias que nos hacen creer en la separación entre los hombres, llevándonos a reflexiones tales como: “Si me drogo sólo me hago daño a mí mismo.” Porque uno siempre hace daño a otros, en especial a las generaciones venideras que, por culpa nuestra se encontrarán metidas en un mundo de traficantes sin entrañas ni vergüenza.
Tomemos, pues, la firme resolución de pensar siempre en ellos y pidamos a Hashem Su Protección contra nuestra debilidad y nuestra autocomplacencia. Si El nos permite tener consciencia de estar siempre, de alguna forma, de pie en el Umbral de la Tierra de Promisión, escuchando las advertencias de Moshé Le bendeciremos con unos cantos de alegría y esperanza que los mismos ángeles habrán de admirar.

Ahora, cuando estamos en vísperas de nuestro Año Nuevo, el 5769 del calendario hebraico, es decir en vísperas de Rosh Hashanah, o sea de la cabeza del año, es el momento de operar un cambio (Shanah=año, viene del verbo “shano”=cambiar). Os propongo el cambio siguiente, que no es muy difícil de llevar a cabo: En vez de pensar, como lo hacemos tan a menudo todos, que Hashem nos falla, porque no nos da lo que deseamos, tratemos de comprender que sí nos da lo que queremos, aunque casi nunca lo advertimos Os voy a contar una historia verdadera, es la de mi abuela materna: Cuando ella era muy joven, tenía 15 años, se enamoró perdidamente de un primo suyo que, al parecer le correspondía. Con la complicidad de una criada, se veían en las ruinas de un castillo medieval que había en la afueras del pueblo ¡Todo muy romántico! Pero, a la familia, el idilio en cuestión no le convenía. Mandaron al joven a estudiar medicina en Paris. Allí, él olvidó su primer amor y se casó con una enfermera. Me decía mi abuela que se sintió destrozada. A los cuarenta años, la familia le exigió que se casara con un lejanísimo primo, que era ingeniero, también cuarentón y poco romántico. Ella le enseñó a él a ser un aristócrata y él le enseñó a ella a comprender la torpeza ajena. Se fueron amando, sin romanticismo, pero con una devoción llena de piedad que, poco a poco les fue colmando de tal felicidad que mi abuela siempre me decía: “Mi matrimonio fue la mayor de las bendiciones y su marido murió diciendo lo mismo. Cada vez que leo el salmo 145, que era el preferido de mi abuela, me detengo en el versículo que reza:”Abres Tu mano y satisfaces los deseos de todo viviente”. El Eterno nos concede lo que de verdad queremos. Mi abuela quería un gran amor, profundo y sincero. Lo tuvo, Rosh Hashanah es un buen momento para operar un cambio en nuestra cabeza, comprendiendo que, en vez de quejarnos de la falta de atención de Hashem por nuestra voluntad, debemos alegrarnos de que siempre, siempre, la cumple.
¡Bendito Sea El por Su Inconmensurable Bondad Que nos ha mantenido en vida hasta este día!
Os deseo a todos “Shanah Tovah Umetuqah” (año bueno y dulce)

lunes, 22 de septiembre de 2008

Parashah Ki Tabó

Parashah Ki Tabó – La Instalación

B”H

Sábado 20 de Septiembre de de 2008, que es el día 20 de Elul del año 5768 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu.
De Malcah

La parashah Ki tabó no sólo describe con todo lujo de detalles cómo se ha de llevar a cabo la toma de posesión del territorio de Eretz Israel, sino que contiene unas promesas y unas advertencias transcendentales. Israel ya ha recorrido todo el camino que inició al salir de Egipto, y está a la puerta de su propio territorio. Puede contemplarlo mientras escucha las advertencias y recomendaciones que El Eterno le hace por boca de Moshé, como lo ha hecho desde el primer día, es decir que se refiere a un momento inminente, pero aún futuro. Parado en las inmediaciones de su de su país, Israel debe prepararse para morar en él de forma que su estancia sea perpetua y dichosa.
Eretz Israel no es una tierra cualquiera, sino el Ombligo del Mundo, el lugar donde se sitúa el nudo del cordón umbilical que unió a nuestro planeta con Hashem, su Padre/Madre. Se encuentra, pues, en ese lugar, la máxima condensación de energía mantenedora del mundo en el que vive el ser humano, es el manantial del Espíritu y el surtidor del entusiasmo. Una vez asumida esta realidad, podemos, si no comprender, por lo menos, entender cuanto ama el Eterno a esta Su tierra primogénita, primicia de Su Santo Vigor y con cuanto esmero eligió al único de entre los humanos digno de engendrar al pueblo destinado a morar en ella con plena conciencia de su excepcionalidad, Abraham, nuestro patriarca. La contempló, la recorrió y supo que su descendencia la habitaría.
Vemos, pues, que durante algún que otro milenio de la Historia, Cana’án, que tal fue el primer nombre de nuestra tierra y significa “mercader, comerciante” representó un compás de espera en la Historia. No se caracterizó por ninguna actividad religiosa especial. Estaba expandiendo su energía hacia el exterior para que la fueran recogiendo los demás territorios y se dotaran de identidad propia. Después, sí fue recobrando poco a poco el sobrante de potencialidades que manaban de ella sin cesar y se fue configurando como centro visible del mundo habitado. A partir de entonces tendría que dejar de ser un lugar de paso por donde transitaban los mercaderes para convertirse en el centro de la santidad.
Eretz Israel es, lo estamos viendo, una tierra de vibraciones altísimas, una tierra especial que no soporta la presencia de la vulgar idolatría. Realmente, necesita a un pueblo que sepa mantenerse a la altura de las exigencias divinas. Este pueblo, como lo hemos mencionado más arriba, será la descendencia de Abraham y no se formará en un día, sino que deberá superar todas las pruebas que impone la sumisión a otros, materialistas, colonialistas y por lo tanto, opresores, asesinos de la autenticidad. Hay un paralelismo entre la actividad de reconcentración vibratoria de la tierra destinada a ser el país de un pueblo formado para saber ocuparlo y la iniciación de este pueblo a los avatares de la existencia.
Después de todo lo dicho, espero haber dejado claro que penetrar en Eretz Israel para morar en ella en tanto que pueblo educado para responder a las exigencias de la santidad, supone una bendición extraordinaria, pero que incumplir las leyes que rigen la transmisión del flujo energético que de ella mana será una fuente de maldición cuyo poder podrá resultar inconmensurable. Este es el secreto de “Ki Tabó”, parashah constituía por un resumen, somero pero elocuente, de las obligaciones y prohibiciones que van a enmarcarla conducta de los israelitas dentro de su territorio. No son exigencias difíciles de cumplir, por cierto. La Torah, como lo podemos constatar a cada momento, nunca reclama nada difícil de cumplir, ni prohíbe nada que sea provechoso y sano para las personas exentas de vicios. Recordar las desgracias pasadas para alegrarse de haberse librado de ellas, es un excelente ejercicio para la mente y, por ende, para la salud del cuerpo. En el versículo 11 del capítulo 26 de Devarim, o sea, en la parashah de la que estamos hablando, viene la orden siguiente: “Te alegrarás en todas las cosas buenas que el Eterno, tu Elohim, te dio a ti y a tu familia. También se regocijará el levita y el forastero que mora entre vosotros.” No creo que sea muy difícil ni muy desagradable obedecer semejante mandamiento, pero hay que hacerlo, no dejarlo por considerar que la fiesta es un incordio porque supone gastos o renuncia a un dinero que se podría haber ganado en esta fecha. Esta mitzvah, además, permite una comunicación directa con la alegría de la propia tierra y propicia una gozosa unidad entre ella y el pueblo que la habita. Por otra parte, Israel habrá de ofrecer al Todopoderoso el diezmo de las cosechas, para sustento del levita, del forastero, de la viuda y del huérfano. Cualquier persona de corazón es capaz de respetar estas órdenes sin quejarse, ya que poder hacerlo es una muestra de que se ha sido favorecido por la benevolencia divina.
Pero estos regocijos no deberán mezclarse nunca con acciones ligadas a la impureza propia de la muerte. La vida está por un lado y la muerte, por otro. Las ofrendas de diezmo no pueden haber tenido contacto con la impureza de la muerte. En Eretz Israel, lo que, hoy día, se suele llamar el aspecto positivo de la existencia, no debe contaminarse con el aspecto negativo. Sería un insulto para la santa espontaneidad de la tierra La Tierra Santa es una tierra para la vida. En ella, la muerte está marginada, aunque se respeta a los muertos, se los trata bien, enterrándolos según normas de compasión y, por supuesto, en el interior del país.
La pureza del país corre pareja con la pureza de lo que podríamos llamar “su mobiliario”, sin ningún afán de trivializar lo sagrado, simplemente para emplear una palabra cómoda que presenta la ventaja de recordarnos la similitud existente entre la morada colectiva y cualquier morada individual, debiendo ser la primera ejemplo y modelo de la segunda. Pues bien, volviendo al vocablo “Mobiliario”, se aplica a las piedras que Hashem manda levantar al lado de la frontera, nada más cruzar el río Jordán, para escribir en ellas las leyes toraicas. Estas piedras habrán de ser revocadas con cal, sustancia desinfectante. Luego, se construirá un altar de piedras brutas, que no habrá tocado el hierro, porque se debe respetar la autenticidad de la materia creada por el Todopoderoso.
Vienen a continuación las 12 maldiciones tremendas para quienes tengan un comportamiento abominable: Los levitas las enumerarán en voz alta en el mismo momento de la entrada en la Tierra Prometida. Se refieren a los ídolos, al ultraje infligido a los propios padres, a la injusticia a las desviaciones sexuales, a la criminalidad y, a todos los preceptos de la Torah en general. Es imposible prevenir con más insistencia a nadie. Israel toma posesión de su tierra en pleno conocimiento de las fronteras morales en el interior de las cuales deberá desempeñar sus actividades. Si sabe comportarse según todas estas normas que, digámoslo una vez más no entrañan ninguna opresión, sino que propician las condiciones para una vida colectiva dichosa y relajada, gozará de una plétora de bendiciones, todas ellas enumeradas en el texto.
Dejando ahora las reflexiones sobre los preceptos expuestos en parashah de “Ki Tabó”, tan especialmente dedicada a nuestra Tierra, apuntaremos que sus límites están perfectamente dibujados en la Torah, sus fronteras, clarísimamente señaladas, lo cual significa que el expansionismo no cabe dentro de los derechos de nuestro pueblo. No sé si existe otro país en el mundo dotado de semejante legislación, realmente, no lo sé, pero lo cierto es que no conozco a ninguno y creo que, en muchos casos, la prohibición de hacer guerras de conquista podría ser excelente. La prohibición del expansionismo también es fuente de tranquilidad para esposas, padres y madres que tienen menos temor que otros a ver a sus seres queridos enrolados bajo banderas destinadas a depararles una gloria discutible.
Otra cosa que se ha apuntado en los párrafos precedente, es la unión que liga a un ser humano con determinada tierra. Podemos comprobar cada día lo terrible que puede resultar el exilio para algunas personas: Otras, en cambio, se sienten tan poco en armonía con la tierra en la que les ha tocado vivir, que más o menos conscientemente, buscan la oportunidad de marcharse. Es éste el caso de muchos descendientes de sefardíes, conocedores o no de esta peculiaridad de su identidad, se marchan con uno u otro pretexto de los países donde impera el antisemitismo para instalarse en otros donde, como por casualidad, descubrirán sus orígenes y volverán al judaísmo para preparar su inmigración a Eretz Israel, la tierra de Promisión por cuya existencia siempre bendeciremos el Nombre del Eterno.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Parashah Ki Tetzé

Parashah Ki Tetzé – La Nobleza

B”H
Sábado 13 de Septiembre de 2008, que es 13 de Elul del año 5768 de la Creación del Mundo por Haqadosh
Baruj Hu.
De Malcah

A primera vista, la parashah Ki Tetzé, que leeremos el próximo sábado, es un compendio de preceptos que guardan una escasa relación los unos con los otros y están únicamente destinados a regular la actitud que los israelitas deben adoptar en muy diversas circunstancias. Sin embargo, una lectura algo atenta de este hermosísimo texto, no tardará en mostrarnos que constituye una pieza compacta destinada a conformar una vida, en conjunto, muy llevadera e, incluso muy agradable, a pesar de contener algunas normas de extrema rigidez. La Torah, ya lo sabemos, no es ningún cuento de hadas, sino la historia de un pueblo real, con sus aciertos y sus errores, inmerso en unas circunstancias que asume y maneja con más o menos inteligencia y habilidad, dependiendo de su lucidez. También es una regla que permitirá a este pueblo, el de los Benei- Israel, organizar su existencia de forma a poder aproximarse a su ideal, más o menos inconsciente, de perfección. Para conseguirlo, necesitaba ser dueño de un territorio limpio de idolatría, apto para la santidad., lo cual suponía una guerra interna muy dura, porque los pecadores no querían abandonarlo. Ahora bien, terminada esta labor, quedaba vencer al enemigo exterior que acechaba la oportunidad de volver a instalarse en sus anteriores dominios. Habría que hacerle la guerra fuera de las fronteras de Tierra Santa.

La expresión “Ki Tetzé” significa “cuando salgas” o “puesto que saldrás”. Se trata de salir a la guerra. El Eterno no promete a su pueblo una paz idílica para los tiempos inmediatos, sino que le recuerda que la guerra va a formar parte de su vida. El mismo le encarecido, en multitud de ocasiones, que no se arredre ante la necesidad de atacar a los idólatras si éstos intentan violar su territorio. La guerra se producirá, tarde o temprano y esta guerra habrá que saber hacerla sin caer en los mismos excesos que los enemigos, porque, si es para actuar como ellos, lo mejor es estarse quieto. Sin embargo, los soldados de Israel, como todos los soldados del mundo, querrán adueñarse sexualmente de sus cautivas. El Eterno acepta el hecho, pero lo regula de un modo generoso que ampara a la vencida: Exige al soldado que respete el dolor de la infeliz, dejándole un mes para llorar por verse separada de sus padres y acostumbrarse a su nueva situación. Caso de que el soldado se harte de ella, deberá dejarla en libertad, no podrá ni venderla, ni esclavizarla, porque la ha humillado. No creo que pueda existir una legislación que, admitiendo un hecho inevitable en las guerras, se muestre más considerada con la víctima. Los Benei-Israel tendrán consciencia de que una conducta correcta les es exigible en todas las circunstancias. Morando dentro de su tierra, lo tienen fácil, porque la estructura toraica impera y, allí, cohanim, levitas y jueces trabajan para hacerla respetar. Eretz Israel constituye una protección para sus moradores, pero salir de ella supone penetrar en territorios donde las costumbres resultan a menudo tan tentadoras como pecaminosas. En caso de guerra y siendo el vencedor, la tentación es comportarse con la misma brutalidad que dicta el furor y que es reflejo de la que el enemigo usaría con el vencido. Esto es lo que Hashem no permite. Los seres humanos no son objetos de usar y tirar, son personas con derecho a ser respetadas. La expresión “Cuando salgas” toma aquí una importancia muy grande: Salir de su tierra no debe ser salir de su alma. Si nos fijamos en la guematría, advertiremos que las consonantes de “ki Tetzé” suman 521, exactamente como las de “Eretz Habejirah”, que es “a Tierra Prometida, la Tierra Elegida”. El mensaje no puede ser más transparente: La Tierra de Israel, debemos llevarla con nosotros, aún si salimos de sus fronteras físicas. El Ohel-Haedut (nombre cuyas consonantes también suman 521 y que es La Tienda del Testimonio) debe ir en nuestro corazón, vayamos adonde vayamos. Esto es un “eshcar” (alef, shin, kaf, resh =521), es decir un don que nos hace el Todopoderoso. El país en el que imperan nuestros valores, no sólo en las leyes y costumbres, sino en la urbanización, en la arquitectura (se menciona en la parashah de hoy que los tejados y azoteas de Eretz Israel deben estar provistos de una barandilla para que nadie se pueda caer), en los transportes etc. lo llevamos por dentro, todos los exiliados lo saben, y el israelita debe saberlo más que nadie, porque su país es Tierra Santa. Salir de ella no debe significar salir de la propia identidad. Los soldados de Israel deben seguir siendo Benei-Israel en todas las circunstancias, por favorables que éstas sean al abuso.
En los dos párrafos siguientes, se van han estudiar otras situaciones en extremo desagradables, pero que pueden darse, y de hecho se dan entre los Benei-Israel, por lo que se imparten instrucciones susceptibles de limitar los daños y dolores que acarrean. Es relevante el de un hombre que, por cualquier razón, esté casado con dos mujeres y no ame a una de ellas: El texto dice “a una la odia”, dejando a entender que, en relaciones tan íntimas como las conyugales, la indiferencia no existe para la víctima, la desgraciada que no es amada, se siente odiada. El marido puede tener otra mujer si la primera no le conviene, pero la mujer no puede tener dos maridos. Si el primero la priva de su cariño, la rechazada está condenada al perpetuo dolor, pero si su hijo es el es mayor de todos los de su padre, éste no podrá privarle de la primogenitura. Se entiende: el joven no es culpable de la desavenencia que media entre sus padres, sea la culpa de él o de ella. Esta medida de justicia evita también querellas entre los hermanos y entre sus respectivas madres. Protege la paz familiar. El primogénito recibirá doble porción de herencia, como le corresponde. Es bueno perspectiva tanto para él como para su madre, porque en cuanto asuma la jefatura de la familia, ella gozará de una posición privilegiada que la resarcirá de las humillaciones pasadas, mitigando el rencor que pudiera sentir por la ex favorita, quien, por su lado, habrá sabido cuidar los intereses de sus hijos. De los celos, no se habla, porque son asunto íntimo de la persona. Cada uno organiza su vida afectiva como se lo sugiere su sentido de la dignidad, del perdón, del rencor o de la libertad, lo que cuenta es lo que hacemos con nuestras circunstancias, no lo que ellas hacen con nosotros.
Como lo podemos ver, el Eterno organiza la vida de tal forma que sus inconvenientes resulten llevaderos y, en lugar de crear daños irreversibles, dejen la puerta abierta a la esperanza.
Por lo contrario, en caso de pecado gravísimo, cuando el desprecio por uno de los Diez Mandamiento, ataque los mismos cimientos de la sociedad israelita, la severidad habrá de ser absoluta, sin la menor debilidad. El texto no habla de la falta de respeto de un hijo por sus padres. Estos, al ver que sus esfuerzos por hacer de él un hombre de bien, se revelan inútiles, se acercarán a los ancianos de la ciudad para exponerles el caso. En semejante trance, es obligada la presencia del padre y de la madre. Ella no tiene derecho a escudarse en su ternura para huir de su deber, ni a privar el tribunal de su testimonio. Acompañará a su marido en el espantoso trance de exponer a su hijo a la pena de muerte, porque lo que van a pronunciar los sabios y sesudos ancianos es la pena de muerte contra un joven cuya conducta supone la muerte de la sociedad en la que vive: En efecto, si no hay castigo adecuado para tan abominable conducta, el mal ejemplo, siempre arraigado en la satisfacción de los caprichos y la irresponsabilidad, cundirá e infectará el conjunto social. Por mucho que amen a un hijo, los padres honrados y piadosos no pueden tolerarle cualquier cosa, porque lo importante es la supervivencia de Israel en tanto que nación santa y no la degradante auto complacencia de algunos de sus miembros. Al ser intransigentes con su propio hijo malvado, los padres dotados de un auténtico sentido del deber protegen al conjunto de las generaciones venideras. Hay padres que pierden en la guerra a hijos que son modelos de virtud y dan el más encomiable ejemplo a toda la sociedad israelita, sin rebelarse contra la crueldad de su suerte. No sería de recibo que un joven vicioso y depravado corriera mejor suerte que los héroes.
Ki Tetzé es un texto muy hermoso no sólo por la nobleza de los preceptos que dicta, todos benevolentes y generosos dentro del marco estricto de la Torah, sino por su gran coherencia. Ya lo hemos mencionado, dentro de la Ley que rige la sociedad, como dentro del territorio en el que se aplica, o sea, dentro de las fronteras de la santidad, la conducta humana debe ser un ejemplo de nobleza y sentido de la responsabilidad, incluso con los animales. Por ejemplo, está prohibido adueñarse de los pichones que se encuentran en el nido mientras la madre está con ellos. Es preciso atraerla más lejos o esperar a que se vaya para coger a sus criaturas. Ella no asistirá impotente al desastre, además de que seguirá viviendo y pariendo. Matarla no serviría de nada y obligarla a contemplar la desgracia de sus pequeños sería auténtico sadismo. También está prohibido abandonar a un animal extraviado, que, igual no sabe vivir en libertad y encuentra pronto una muerte más o menos dolorosa, que, además empobrecerá a su dueño. Hay que recogerlo y devolverlo al propietario, lo cual también propiciará relaciones cordiales entre vecinos.
En conjunto, toda la parashah está orientada a mantener relaciones cordiales dentro de la sociedad israelita. Como lo decíamos hace un rato, éstas sólo son posibles si se respeta el marco moral y religioso en el que se han de desarrollar. Por esta razón, todo a lo largo del texto, alternan los párrafos destinados a castigar a los transgresores graves, con los que recomiendan bondad. Los adúlteros son condenados a muerte sin piedad para erradicar el mal de Israel, pero la viuda es siempre protegida, el trabajador también: En este aspecto, Hashem es más exigente que cualquier sindicato, al trabajador se le deberá pagar cada noche, tanto si es israelita como si es extranjero. (¡Verdad que a algunos patronos actuales, una lectura de Ki Tetzé no les vendría mal!)
Todos los abusos están prohibidos, pero el uso razonable de un bien ajeno está permitido. Puedes entrar en la viña de tu prójimo para comer uvas, pero no puedes cortar racimos para llevarlos .
Una vez más, como en anteriores capítulos de la Torah, se proscribe toda clase de mezquindad. Lo que se caiga detrás del trabajador durante las cosechas, será para los pobres e indigente
Mención aparte merece el versículo 16 del capítulo 24 que dice que los padres no pagarán por los hijos, ni viceversa, porque algunos piensan que contradice los 10 Mandamientos y no hay nada de esto: Se refiere a la costumbre, reflejada a menudo en la literatura occidental del siglo XIX de exigir a los hijos, adultos o niños el pago de deudas paternas. En la Torah, el débil es protegido, sea niño, sea viuda, sea extranjero, debe beneficiarse del recuerdo de los Benei-Israel que fueron esclavos en Egipto.
Resumiendo, se trata de mantener entre los israelitas una relaciones amistosas y respetuosas que propicien una vida fácil, porque, pensándolo un poco, comprenderemos que todas las recomendaciones que Hashem hace a Su pueblo son mucho más fáciles de cumplir que de infringir. Infringirlas es crear tensiones, mantener a la gente en un perpetuo estado de desconfianza o de indigencia que acarrea incomprensión y odio, creando entre los individuos y entre las familias sentimientos negativos que están en el origen de enfermedades físicas y mentales, mientras que cumplirlas favorece el equilibrio físico y mental. Las instrucciones impartidas en Ki Tetzé liberan al pueblo de la desconfianza, que siempre hipoteca la libertad y crea una ataduras internas que, resultan tan insoportables que el sujeto procura olvidarlas entregándose a múltiples distracciones fútiles, cuando no a vicios, que acaban devorándole. La sociedad moderna que se caracteriza por el gobierno del engaño y de las falsificaciones, obliga a la gente a desconfiar de todo y de todos. Así se extienden en ella los vicios, las enfermedades y las conductas de huidas, sean viajes onerosos y decepcionantes, como adicción al deporte, a las dietas adelgazantes. Se trata de huir de la reina Desconfianza, se trata de confiar en algo, pero este algo, fuera de la pureza y de la santidad, no aparece por ningún lado.
¡Bendito Sea el Eterno que cuida del bienestar de Su pueblo, incluso en los más ínfimos detalles!