Parashah Ki Tetzé – La Nobleza
B”H
Sábado 13 de Septiembre de 2008, que es 13 de Elul del año 5768 de la Creación del Mundo por Haqadosh
Baruj Hu.
De Malcah
A primera vista, la parashah Ki Tetzé, que leeremos el próximo sábado, es un compendio de preceptos que guardan una escasa relación los unos con los otros y están únicamente destinados a regular la actitud que los israelitas deben adoptar en muy diversas circunstancias. Sin embargo, una lectura algo atenta de este hermosísimo texto, no tardará en mostrarnos que constituye una pieza compacta destinada a conformar una vida, en conjunto, muy llevadera e, incluso muy agradable, a pesar de contener algunas normas de extrema rigidez. La Torah, ya lo sabemos, no es ningún cuento de hadas, sino la historia de un pueblo real, con sus aciertos y sus errores, inmerso en unas circunstancias que asume y maneja con más o menos inteligencia y habilidad, dependiendo de su lucidez. También es una regla que permitirá a este pueblo, el de los Benei- Israel, organizar su existencia de forma a poder aproximarse a su ideal, más o menos inconsciente, de perfección. Para conseguirlo, necesitaba ser dueño de un territorio limpio de idolatría, apto para la santidad., lo cual suponía una guerra interna muy dura, porque los pecadores no querían abandonarlo. Ahora bien, terminada esta labor, quedaba vencer al enemigo exterior que acechaba la oportunidad de volver a instalarse en sus anteriores dominios. Habría que hacerle la guerra fuera de las fronteras de Tierra Santa.
La expresión “Ki Tetzé” significa “cuando salgas” o “puesto que saldrás”. Se trata de salir a la guerra. El Eterno no promete a su pueblo una paz idílica para los tiempos inmediatos, sino que le recuerda que la guerra va a formar parte de su vida. El mismo le encarecido, en multitud de ocasiones, que no se arredre ante la necesidad de atacar a los idólatras si éstos intentan violar su territorio. La guerra se producirá, tarde o temprano y esta guerra habrá que saber hacerla sin caer en los mismos excesos que los enemigos, porque, si es para actuar como ellos, lo mejor es estarse quieto. Sin embargo, los soldados de Israel, como todos los soldados del mundo, querrán adueñarse sexualmente de sus cautivas. El Eterno acepta el hecho, pero lo regula de un modo generoso que ampara a la vencida: Exige al soldado que respete el dolor de la infeliz, dejándole un mes para llorar por verse separada de sus padres y acostumbrarse a su nueva situación. Caso de que el soldado se harte de ella, deberá dejarla en libertad, no podrá ni venderla, ni esclavizarla, porque la ha humillado. No creo que pueda existir una legislación que, admitiendo un hecho inevitable en las guerras, se muestre más considerada con la víctima. Los Benei-Israel tendrán consciencia de que una conducta correcta les es exigible en todas las circunstancias. Morando dentro de su tierra, lo tienen fácil, porque la estructura toraica impera y, allí, cohanim, levitas y jueces trabajan para hacerla respetar. Eretz Israel constituye una protección para sus moradores, pero salir de ella supone penetrar en territorios donde las costumbres resultan a menudo tan tentadoras como pecaminosas. En caso de guerra y siendo el vencedor, la tentación es comportarse con la misma brutalidad que dicta el furor y que es reflejo de la que el enemigo usaría con el vencido. Esto es lo que Hashem no permite. Los seres humanos no son objetos de usar y tirar, son personas con derecho a ser respetadas. La expresión “Cuando salgas” toma aquí una importancia muy grande: Salir de su tierra no debe ser salir de su alma. Si nos fijamos en la guematría, advertiremos que las consonantes de “ki Tetzé” suman 521, exactamente como las de “Eretz Habejirah”, que es “a Tierra Prometida, la Tierra Elegida”. El mensaje no puede ser más transparente: La Tierra de Israel, debemos llevarla con nosotros, aún si salimos de sus fronteras físicas. El Ohel-Haedut (nombre cuyas consonantes también suman 521 y que es La Tienda del Testimonio) debe ir en nuestro corazón, vayamos adonde vayamos. Esto es un “eshcar” (alef, shin, kaf, resh =521), es decir un don que nos hace el Todopoderoso. El país en el que imperan nuestros valores, no sólo en las leyes y costumbres, sino en la urbanización, en la arquitectura (se menciona en la parashah de hoy que los tejados y azoteas de Eretz Israel deben estar provistos de una barandilla para que nadie se pueda caer), en los transportes etc. lo llevamos por dentro, todos los exiliados lo saben, y el israelita debe saberlo más que nadie, porque su país es Tierra Santa. Salir de ella no debe significar salir de la propia identidad. Los soldados de Israel deben seguir siendo Benei-Israel en todas las circunstancias, por favorables que éstas sean al abuso.
En los dos párrafos siguientes, se van han estudiar otras situaciones en extremo desagradables, pero que pueden darse, y de hecho se dan entre los Benei-Israel, por lo que se imparten instrucciones susceptibles de limitar los daños y dolores que acarrean. Es relevante el de un hombre que, por cualquier razón, esté casado con dos mujeres y no ame a una de ellas: El texto dice “a una la odia”, dejando a entender que, en relaciones tan íntimas como las conyugales, la indiferencia no existe para la víctima, la desgraciada que no es amada, se siente odiada. El marido puede tener otra mujer si la primera no le conviene, pero la mujer no puede tener dos maridos. Si el primero la priva de su cariño, la rechazada está condenada al perpetuo dolor, pero si su hijo es el es mayor de todos los de su padre, éste no podrá privarle de la primogenitura. Se entiende: el joven no es culpable de la desavenencia que media entre sus padres, sea la culpa de él o de ella. Esta medida de justicia evita también querellas entre los hermanos y entre sus respectivas madres. Protege la paz familiar. El primogénito recibirá doble porción de herencia, como le corresponde. Es bueno perspectiva tanto para él como para su madre, porque en cuanto asuma la jefatura de la familia, ella gozará de una posición privilegiada que la resarcirá de las humillaciones pasadas, mitigando el rencor que pudiera sentir por la ex favorita, quien, por su lado, habrá sabido cuidar los intereses de sus hijos. De los celos, no se habla, porque son asunto íntimo de la persona. Cada uno organiza su vida afectiva como se lo sugiere su sentido de la dignidad, del perdón, del rencor o de la libertad, lo que cuenta es lo que hacemos con nuestras circunstancias, no lo que ellas hacen con nosotros.
Como lo podemos ver, el Eterno organiza la vida de tal forma que sus inconvenientes resulten llevaderos y, en lugar de crear daños irreversibles, dejen la puerta abierta a la esperanza.
Por lo contrario, en caso de pecado gravísimo, cuando el desprecio por uno de los Diez Mandamiento, ataque los mismos cimientos de la sociedad israelita, la severidad habrá de ser absoluta, sin la menor debilidad. El texto no habla de la falta de respeto de un hijo por sus padres. Estos, al ver que sus esfuerzos por hacer de él un hombre de bien, se revelan inútiles, se acercarán a los ancianos de la ciudad para exponerles el caso. En semejante trance, es obligada la presencia del padre y de la madre. Ella no tiene derecho a escudarse en su ternura para huir de su deber, ni a privar el tribunal de su testimonio. Acompañará a su marido en el espantoso trance de exponer a su hijo a la pena de muerte, porque lo que van a pronunciar los sabios y sesudos ancianos es la pena de muerte contra un joven cuya conducta supone la muerte de la sociedad en la que vive: En efecto, si no hay castigo adecuado para tan abominable conducta, el mal ejemplo, siempre arraigado en la satisfacción de los caprichos y la irresponsabilidad, cundirá e infectará el conjunto social. Por mucho que amen a un hijo, los padres honrados y piadosos no pueden tolerarle cualquier cosa, porque lo importante es la supervivencia de Israel en tanto que nación santa y no la degradante auto complacencia de algunos de sus miembros. Al ser intransigentes con su propio hijo malvado, los padres dotados de un auténtico sentido del deber protegen al conjunto de las generaciones venideras. Hay padres que pierden en la guerra a hijos que son modelos de virtud y dan el más encomiable ejemplo a toda la sociedad israelita, sin rebelarse contra la crueldad de su suerte. No sería de recibo que un joven vicioso y depravado corriera mejor suerte que los héroes.
Ki Tetzé es un texto muy hermoso no sólo por la nobleza de los preceptos que dicta, todos benevolentes y generosos dentro del marco estricto de la Torah, sino por su gran coherencia. Ya lo hemos mencionado, dentro de la Ley que rige la sociedad, como dentro del territorio en el que se aplica, o sea, dentro de las fronteras de la santidad, la conducta humana debe ser un ejemplo de nobleza y sentido de la responsabilidad, incluso con los animales. Por ejemplo, está prohibido adueñarse de los pichones que se encuentran en el nido mientras la madre está con ellos. Es preciso atraerla más lejos o esperar a que se vaya para coger a sus criaturas. Ella no asistirá impotente al desastre, además de que seguirá viviendo y pariendo. Matarla no serviría de nada y obligarla a contemplar la desgracia de sus pequeños sería auténtico sadismo. También está prohibido abandonar a un animal extraviado, que, igual no sabe vivir en libertad y encuentra pronto una muerte más o menos dolorosa, que, además empobrecerá a su dueño. Hay que recogerlo y devolverlo al propietario, lo cual también propiciará relaciones cordiales entre vecinos.
En conjunto, toda la parashah está orientada a mantener relaciones cordiales dentro de la sociedad israelita. Como lo decíamos hace un rato, éstas sólo son posibles si se respeta el marco moral y religioso en el que se han de desarrollar. Por esta razón, todo a lo largo del texto, alternan los párrafos destinados a castigar a los transgresores graves, con los que recomiendan bondad. Los adúlteros son condenados a muerte sin piedad para erradicar el mal de Israel, pero la viuda es siempre protegida, el trabajador también: En este aspecto, Hashem es más exigente que cualquier sindicato, al trabajador se le deberá pagar cada noche, tanto si es israelita como si es extranjero. (¡Verdad que a algunos patronos actuales, una lectura de Ki Tetzé no les vendría mal!)
Todos los abusos están prohibidos, pero el uso razonable de un bien ajeno está permitido. Puedes entrar en la viña de tu prójimo para comer uvas, pero no puedes cortar racimos para llevarlos .
Una vez más, como en anteriores capítulos de la Torah, se proscribe toda clase de mezquindad. Lo que se caiga detrás del trabajador durante las cosechas, será para los pobres e indigente
Mención aparte merece el versículo 16 del capítulo 24 que dice que los padres no pagarán por los hijos, ni viceversa, porque algunos piensan que contradice los 10 Mandamientos y no hay nada de esto: Se refiere a la costumbre, reflejada a menudo en la literatura occidental del siglo XIX de exigir a los hijos, adultos o niños el pago de deudas paternas. En la Torah, el débil es protegido, sea niño, sea viuda, sea extranjero, debe beneficiarse del recuerdo de los Benei-Israel que fueron esclavos en Egipto.
Resumiendo, se trata de mantener entre los israelitas una relaciones amistosas y respetuosas que propicien una vida fácil, porque, pensándolo un poco, comprenderemos que todas las recomendaciones que Hashem hace a Su pueblo son mucho más fáciles de cumplir que de infringir. Infringirlas es crear tensiones, mantener a la gente en un perpetuo estado de desconfianza o de indigencia que acarrea incomprensión y odio, creando entre los individuos y entre las familias sentimientos negativos que están en el origen de enfermedades físicas y mentales, mientras que cumplirlas favorece el equilibrio físico y mental. Las instrucciones impartidas en Ki Tetzé liberan al pueblo de la desconfianza, que siempre hipoteca la libertad y crea una ataduras internas que, resultan tan insoportables que el sujeto procura olvidarlas entregándose a múltiples distracciones fútiles, cuando no a vicios, que acaban devorándole. La sociedad moderna que se caracteriza por el gobierno del engaño y de las falsificaciones, obliga a la gente a desconfiar de todo y de todos. Así se extienden en ella los vicios, las enfermedades y las conductas de huidas, sean viajes onerosos y decepcionantes, como adicción al deporte, a las dietas adelgazantes. Se trata de huir de la reina Desconfianza, se trata de confiar en algo, pero este algo, fuera de la pureza y de la santidad, no aparece por ningún lado.
¡Bendito Sea el Eterno que cuida del bienestar de Su pueblo, incluso en los más ínfimos detalles!
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