Parashah Nitzavim – Las Generaciones Futuras
B”H
Sábado 27 de Septiembre de 2008, que es 27 de Elul del año 5768 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah
B”H
Sábado 27 de Septiembre de 2008, que es 27 de Elul del año 5768 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah
Aun siendo muy corta, la parashah “Nitzavim” que leeremos este sábado, tiene una importancia capital para el enfoque correcto del judaísmo, porque insiste mucho sobre la obligación que tiene cada generación de legar a sus hijos una sociedad pura de grandes pecados. Se pone de manifiesto esta exigencia desde el segundo de sus versículos, que es el 10 del capítulo 29 de Devarim. En efecto, este versículo que, si nos atenemos a las reglas de la lógica profana debería formar parte del anterior, empieza por la palabra “tapjem” que significa “vuestros chiquitines” y alude a los bebés que están todavía en brazos de sus madres. No son chavales capaces de entender las palabras de Moshé, es decir que su futuro estará totalmente condicionado por la comprensión que sus padres tengan de estas palabras y el celo que pondrán en cumplirlas.
No es ninguna pérdida de tiempo, por el contrario, detenerse en meditar sobre este asunto: el porvenir de los pequeños y el conjunto de valores que les vamos a legar, tanto a ellos como a sus descendientes para que estructuren su alma, es responsabilidad nuestra, ya que el desarrollo de su personalidad, dentro de la sociedad en la que habrán de integrarse, pende en grandísima medida del comportamiento individual de sus padres y, sobre todo de los valores vigentes en la sociedad en la que van a crecer. Si el conjunto de sus mayores decide respetar determinadas normas de vida, el rechazo absoluto de toda forma de engaño, por ejemplo, los chicos crecerán en un ambiente de confianza y no concebirán la mentira como muestra de especial inteligencia para librarse de obligaciones. En cambio, si advierten que, entre adultos, ufanarse de haberle contado al jefe una patraña para justificar un retraso, la astucia y la mentira entrarán en sus esquemas mentales con signo positivo. Si esto, algún día les acarrea consecuencias nefastas, la culpa la tendrán sus padres: Más grave aún, si el conjunto de la sociedad tolera estas conductas desviadas, los jóvenes se formarán, o, mejor dicho, se deformarán, en la confusión, tomando el bien por una muestra de tosquedad mental y el mal por la expresión de la madurez. Antes de darle un codazo al colega con quien estamos charlando, en presencia de un hijo nuestro y referir una anécdota supuestamente hilarante del tipo: “Cuando mi cuñado quiere irse a ver alguna película X, le cuenta a su mujer que hace horas extras y la otra no sospecha nada ¡ Este cuñado mío es un genio ¡Consigue hacer todo lo que le da la gana y la gente le toma por el Espejo de los Caballeros”, hay que preguntarse qué conclusión sacara el chaval. Pues, podrá pensar que su padre es un sinvergüenza pero que conoce la vida, o que la vida es así y que, por lo tanto, lo correcto es imitar a su padre. Sus conversaciones y su comportamiento reflejarán estas convicciones y contribuirán a extender el pecado, con su cortejo de malestares y de tensiones en la sociedad. Si crece, como es el caso actualmente, desde que en Mayo del 68 se lanzó la moda de “Pisotear los principios morales es el principio de la libertad y una muestra de sublime valor frente a la tiranía de los opresores que se amparan en ellos para dominar a los crédulos, esclavos de su propia cobardía, la cual les dicta amilanarse ante el que detenta el poder financiero”, pues confundirá los santos principios con las artimañas más viles.
Este tipo de confusión lleva a la subversión de valores que sentencia a muerte cualquier grupo humano que la acepta y promueve. Les guste o no a los vociferantes innovadores, que muchas veces no tienen idea del alcance real de sus altisonantes pregones, se deba respetar la Torah que prohíbe las mezclas de sustancias, y esto es sólo un ejemplo. El panadero tiene que vender pan, no cualquier pasta proveniente de alguna mixtura cuyos ingredientes llevan más cifras que letras, porque, en este último caso, las enfermedades se extienden y los niños, a menudo, se mueren: Así, porque sus padres han transigido con el engaño. El niño tiene derecho a vivir en una sociedad en la que sea inútil pasarse 10 minutos leyendo la lista de ingredientes de cualquier producto y consultar su lista de aditivos no casher antes de comprar cualquier producto pretendidamente comestible.
La alusión a los seres demasiado pequeños para entender las palabras de Moshé y a los que aún no han nacido es fundamental: Nos recuerda que el Pueblo es Elegido en la medida en la que es consciente de su responsabilidad a través del discurrir temporal: Los “Nitzavim”, los que están de pie en el umbral de Eretz Israel deben comprender que ninguna generación está separada de las demás. Hashem Es Uno y El hizo al ser humano a Su imagen y semejanza. Es la serpiente embaucadora quien, al sembrar en la psique de la primera pareja la duda sobre el Amor Divino, la llevó a creer en la separación. La separación empieza con la convicción de que las cosas pueden ser o no ser, de que es una eventualidad o la otra. En el paraíso, esta duplicidad no existía. Allí todo era completo, con su polo positivo y su polo negativo. La oposición entre el Bien y el Mal es fruto del Arbol del Conocimiento. Se parece al conocido dilema que algunos desaprensivos plantean a sus interlocutores:”Si Vd. se habla con Fulano, no se habla conmigo.”Dicho de otra forma, hay que elegir. ¡Todo muy democrático! La noción de dualidad excluyente está ligada al conocimiento: El Bien y el Mal Esto no existía en el Jardín del Edén. Allí la pareja actuaba con toda naturalidad y no se equivocaba. Esta situación edénica es la que tenemos por misión ir reconstituyendo en esta tierra, haciendo que cada nueva generación, en vez de verse obligada a comprender y enmendar los errores de sus padres, pueda caminar hacia una realización mayor de la Torah y, así, llevar a la humanidad hacia su meta, que es el Paraíso Prometido. Esto se puede conseguir respetando las leyes de vida que Moshé nos dictó en el lumbral de la Eretz Israel donde sería fácil llevar una vida virtuosa que fuera una delicia para todos. Todo lo que hacemos decimos y, por lo tanto, pensamos tiene consecuencias para nuestra descendencia. Todo.
Ahora, en vísperas de nuestro año nuevo, el 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu, conviene reflexionar sobre todos estos temas y pedir la bendición de ir más allá de las apariencias que nos hacen creer en la separación entre los hombres, llevándonos a reflexiones tales como: “Si me drogo sólo me hago daño a mí mismo.” Porque uno siempre hace daño a otros, en especial a las generaciones venideras que, por culpa nuestra se encontrarán metidas en un mundo de traficantes sin entrañas ni vergüenza.
Tomemos, pues, la firme resolución de pensar siempre en ellos y pidamos a Hashem Su Protección contra nuestra debilidad y nuestra autocomplacencia. Si El nos permite tener consciencia de estar siempre, de alguna forma, de pie en el Umbral de la Tierra de Promisión, escuchando las advertencias de Moshé Le bendeciremos con unos cantos de alegría y esperanza que los mismos ángeles habrán de admirar.
Ahora, cuando estamos en vísperas de nuestro Año Nuevo, el 5769 del calendario hebraico, es decir en vísperas de Rosh Hashanah, o sea de la cabeza del año, es el momento de operar un cambio (Shanah=año, viene del verbo “shano”=cambiar). Os propongo el cambio siguiente, que no es muy difícil de llevar a cabo: En vez de pensar, como lo hacemos tan a menudo todos, que Hashem nos falla, porque no nos da lo que deseamos, tratemos de comprender que sí nos da lo que queremos, aunque casi nunca lo advertimos Os voy a contar una historia verdadera, es la de mi abuela materna: Cuando ella era muy joven, tenía 15 años, se enamoró perdidamente de un primo suyo que, al parecer le correspondía. Con la complicidad de una criada, se veían en las ruinas de un castillo medieval que había en la afueras del pueblo ¡Todo muy romántico! Pero, a la familia, el idilio en cuestión no le convenía. Mandaron al joven a estudiar medicina en Paris. Allí, él olvidó su primer amor y se casó con una enfermera. Me decía mi abuela que se sintió destrozada. A los cuarenta años, la familia le exigió que se casara con un lejanísimo primo, que era ingeniero, también cuarentón y poco romántico. Ella le enseñó a él a ser un aristócrata y él le enseñó a ella a comprender la torpeza ajena. Se fueron amando, sin romanticismo, pero con una devoción llena de piedad que, poco a poco les fue colmando de tal felicidad que mi abuela siempre me decía: “Mi matrimonio fue la mayor de las bendiciones y su marido murió diciendo lo mismo. Cada vez que leo el salmo 145, que era el preferido de mi abuela, me detengo en el versículo que reza:”Abres Tu mano y satisfaces los deseos de todo viviente”. El Eterno nos concede lo que de verdad queremos. Mi abuela quería un gran amor, profundo y sincero. Lo tuvo, Rosh Hashanah es un buen momento para operar un cambio en nuestra cabeza, comprendiendo que, en vez de quejarnos de la falta de atención de Hashem por nuestra voluntad, debemos alegrarnos de que siempre, siempre, la cumple.
¡Bendito Sea El por Su Inconmensurable Bondad Que nos ha mantenido en vida hasta este día!
Os deseo a todos “Shanah Tovah Umetuqah” (año bueno y dulce)
No es ninguna pérdida de tiempo, por el contrario, detenerse en meditar sobre este asunto: el porvenir de los pequeños y el conjunto de valores que les vamos a legar, tanto a ellos como a sus descendientes para que estructuren su alma, es responsabilidad nuestra, ya que el desarrollo de su personalidad, dentro de la sociedad en la que habrán de integrarse, pende en grandísima medida del comportamiento individual de sus padres y, sobre todo de los valores vigentes en la sociedad en la que van a crecer. Si el conjunto de sus mayores decide respetar determinadas normas de vida, el rechazo absoluto de toda forma de engaño, por ejemplo, los chicos crecerán en un ambiente de confianza y no concebirán la mentira como muestra de especial inteligencia para librarse de obligaciones. En cambio, si advierten que, entre adultos, ufanarse de haberle contado al jefe una patraña para justificar un retraso, la astucia y la mentira entrarán en sus esquemas mentales con signo positivo. Si esto, algún día les acarrea consecuencias nefastas, la culpa la tendrán sus padres: Más grave aún, si el conjunto de la sociedad tolera estas conductas desviadas, los jóvenes se formarán, o, mejor dicho, se deformarán, en la confusión, tomando el bien por una muestra de tosquedad mental y el mal por la expresión de la madurez. Antes de darle un codazo al colega con quien estamos charlando, en presencia de un hijo nuestro y referir una anécdota supuestamente hilarante del tipo: “Cuando mi cuñado quiere irse a ver alguna película X, le cuenta a su mujer que hace horas extras y la otra no sospecha nada ¡ Este cuñado mío es un genio ¡Consigue hacer todo lo que le da la gana y la gente le toma por el Espejo de los Caballeros”, hay que preguntarse qué conclusión sacara el chaval. Pues, podrá pensar que su padre es un sinvergüenza pero que conoce la vida, o que la vida es así y que, por lo tanto, lo correcto es imitar a su padre. Sus conversaciones y su comportamiento reflejarán estas convicciones y contribuirán a extender el pecado, con su cortejo de malestares y de tensiones en la sociedad. Si crece, como es el caso actualmente, desde que en Mayo del 68 se lanzó la moda de “Pisotear los principios morales es el principio de la libertad y una muestra de sublime valor frente a la tiranía de los opresores que se amparan en ellos para dominar a los crédulos, esclavos de su propia cobardía, la cual les dicta amilanarse ante el que detenta el poder financiero”, pues confundirá los santos principios con las artimañas más viles.
Este tipo de confusión lleva a la subversión de valores que sentencia a muerte cualquier grupo humano que la acepta y promueve. Les guste o no a los vociferantes innovadores, que muchas veces no tienen idea del alcance real de sus altisonantes pregones, se deba respetar la Torah que prohíbe las mezclas de sustancias, y esto es sólo un ejemplo. El panadero tiene que vender pan, no cualquier pasta proveniente de alguna mixtura cuyos ingredientes llevan más cifras que letras, porque, en este último caso, las enfermedades se extienden y los niños, a menudo, se mueren: Así, porque sus padres han transigido con el engaño. El niño tiene derecho a vivir en una sociedad en la que sea inútil pasarse 10 minutos leyendo la lista de ingredientes de cualquier producto y consultar su lista de aditivos no casher antes de comprar cualquier producto pretendidamente comestible.
La alusión a los seres demasiado pequeños para entender las palabras de Moshé y a los que aún no han nacido es fundamental: Nos recuerda que el Pueblo es Elegido en la medida en la que es consciente de su responsabilidad a través del discurrir temporal: Los “Nitzavim”, los que están de pie en el umbral de Eretz Israel deben comprender que ninguna generación está separada de las demás. Hashem Es Uno y El hizo al ser humano a Su imagen y semejanza. Es la serpiente embaucadora quien, al sembrar en la psique de la primera pareja la duda sobre el Amor Divino, la llevó a creer en la separación. La separación empieza con la convicción de que las cosas pueden ser o no ser, de que es una eventualidad o la otra. En el paraíso, esta duplicidad no existía. Allí todo era completo, con su polo positivo y su polo negativo. La oposición entre el Bien y el Mal es fruto del Arbol del Conocimiento. Se parece al conocido dilema que algunos desaprensivos plantean a sus interlocutores:”Si Vd. se habla con Fulano, no se habla conmigo.”Dicho de otra forma, hay que elegir. ¡Todo muy democrático! La noción de dualidad excluyente está ligada al conocimiento: El Bien y el Mal Esto no existía en el Jardín del Edén. Allí la pareja actuaba con toda naturalidad y no se equivocaba. Esta situación edénica es la que tenemos por misión ir reconstituyendo en esta tierra, haciendo que cada nueva generación, en vez de verse obligada a comprender y enmendar los errores de sus padres, pueda caminar hacia una realización mayor de la Torah y, así, llevar a la humanidad hacia su meta, que es el Paraíso Prometido. Esto se puede conseguir respetando las leyes de vida que Moshé nos dictó en el lumbral de la Eretz Israel donde sería fácil llevar una vida virtuosa que fuera una delicia para todos. Todo lo que hacemos decimos y, por lo tanto, pensamos tiene consecuencias para nuestra descendencia. Todo.
Ahora, en vísperas de nuestro año nuevo, el 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu, conviene reflexionar sobre todos estos temas y pedir la bendición de ir más allá de las apariencias que nos hacen creer en la separación entre los hombres, llevándonos a reflexiones tales como: “Si me drogo sólo me hago daño a mí mismo.” Porque uno siempre hace daño a otros, en especial a las generaciones venideras que, por culpa nuestra se encontrarán metidas en un mundo de traficantes sin entrañas ni vergüenza.
Tomemos, pues, la firme resolución de pensar siempre en ellos y pidamos a Hashem Su Protección contra nuestra debilidad y nuestra autocomplacencia. Si El nos permite tener consciencia de estar siempre, de alguna forma, de pie en el Umbral de la Tierra de Promisión, escuchando las advertencias de Moshé Le bendeciremos con unos cantos de alegría y esperanza que los mismos ángeles habrán de admirar.
Ahora, cuando estamos en vísperas de nuestro Año Nuevo, el 5769 del calendario hebraico, es decir en vísperas de Rosh Hashanah, o sea de la cabeza del año, es el momento de operar un cambio (Shanah=año, viene del verbo “shano”=cambiar). Os propongo el cambio siguiente, que no es muy difícil de llevar a cabo: En vez de pensar, como lo hacemos tan a menudo todos, que Hashem nos falla, porque no nos da lo que deseamos, tratemos de comprender que sí nos da lo que queremos, aunque casi nunca lo advertimos Os voy a contar una historia verdadera, es la de mi abuela materna: Cuando ella era muy joven, tenía 15 años, se enamoró perdidamente de un primo suyo que, al parecer le correspondía. Con la complicidad de una criada, se veían en las ruinas de un castillo medieval que había en la afueras del pueblo ¡Todo muy romántico! Pero, a la familia, el idilio en cuestión no le convenía. Mandaron al joven a estudiar medicina en Paris. Allí, él olvidó su primer amor y se casó con una enfermera. Me decía mi abuela que se sintió destrozada. A los cuarenta años, la familia le exigió que se casara con un lejanísimo primo, que era ingeniero, también cuarentón y poco romántico. Ella le enseñó a él a ser un aristócrata y él le enseñó a ella a comprender la torpeza ajena. Se fueron amando, sin romanticismo, pero con una devoción llena de piedad que, poco a poco les fue colmando de tal felicidad que mi abuela siempre me decía: “Mi matrimonio fue la mayor de las bendiciones y su marido murió diciendo lo mismo. Cada vez que leo el salmo 145, que era el preferido de mi abuela, me detengo en el versículo que reza:”Abres Tu mano y satisfaces los deseos de todo viviente”. El Eterno nos concede lo que de verdad queremos. Mi abuela quería un gran amor, profundo y sincero. Lo tuvo, Rosh Hashanah es un buen momento para operar un cambio en nuestra cabeza, comprendiendo que, en vez de quejarnos de la falta de atención de Hashem por nuestra voluntad, debemos alegrarnos de que siempre, siempre, la cumple.
¡Bendito Sea El por Su Inconmensurable Bondad Que nos ha mantenido en vida hasta este día!
Os deseo a todos “Shanah Tovah Umetuqah” (año bueno y dulce)
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