Torah

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Objetivos

El objetivo de Emunah es compartir pensamientos y vivencias relaciónandolos con los preceptos toraicos porque los consideramos vigentes en cualquier tiempo y espacio. Emunah est,a abierta a todos, sean o no sean judíos, sean o no sean practicantes.

La palabra Emunah es hebrea. Designa la confianza total, absoluta en la Bondad Divina y en la capacidad del ser humano para integrarse a este flujo de Bondad y participar en su expresión para mayor gloria del Eterno y de su Creación.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Parashah Vayerá

Parashah Vayerá: La inmoralidad sexual
B”H
Sábado 15 de Noviembre de 2008 que es 17 de Jeshván del año 5769 de Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu.
De Malcah
Cuando llegamos al capítulo 18 de Bereshit, vemos a Abraham Abinu, sentado a la puerta de su tienda en el Encinar de Mambré, (que, en hebreo, es Mamré) durante un día de mucho calor y nuestro patriarca, al levantar la vista, distingue a tres hombres que se le han acercado. Empieza dirigiéndose a ellos en singular para pasar de inmediato a hacerlo en plural. Puede que, en un primer momento, cegado por el sol, no haya advertido la presencia de todos ellos, pero tampoco se ha de descartar que los tres formen una unidad que sólo en una segunda mirada se deje contemplar como múltiple. Los allí presentes son ángeles, o sea que las leyes físicas del género humano no se les pueden aplicar. Es bastante lícito pensar que representan los tres niveles del alma. El caso es que aceptan la hidalga hospitalidad que les brinda Abraham quien ordena a Sarah, su esposa, tomar tres medidas de harina para confeccionar tortas. Vuelve a aparecer el número tres que, como todos sabemos, está ligado a la palabra “av” que significa “padre” y está formada por las dos primeras letras de alfabeto.

No es descabellado imaginar que Abraham, cegado por el sol y algo aturdido por el calor, estuviera soñando despierto con la innumerable descendencia que El Eterno le había prometido, pero no le había concedido y estuviera sumido en la confusión por la evidencia inaceptable de que Hashem no había cumplido con Su Palabra. No digo que lo estuviera pensando en términos racionales, porque creo , como una amigo mío que es un gran místico, que, en semejantes circunstancias, la persona, más que pensar, lo que hace es entregarse a una vivencia que la absorbe sin que le importe para nada analizarla. En el fondo de su corazón, Abraham siente que la infidelidad de Hashem no es posible, que debe de ser él quien yerra en alguna percepción. Entonces aparecen los ángeles y nuestro antepasado recupera de inmediato el dominio de sus costumbres sociales para invitarles a descansar, asearse y comer.

Es interesante apuntar que Abraham, acoge a los ángeles como lo hace un nómada distinguido y tradicionalista, nadie lo puede dudar, pero que su actitud también es la de un padre. Trata a los enviados del Cielo como le gustaría tratar a un hijo suyo, con toda clase de cuidados y atenciones. Lo más probable es que él no lo advirtiera, pero en su misma actitud hacia los tres ángeles está toda la pureza de su alma. El es incapaz de dudar de la Palabra de Hashem. El hijo que aún no ha tenido, ya está en su corazón. Hay tres ángeles y 3 es el número que suman las tetras de la palabra “av” que significa padre. Hay más, la característica del hijo es ser el tercero en la familia. Padre, madre e hijo forman el conjunto fundacional de cualquier sociedad.

Constatamos, pues, que, desde el primer momento, la parashah se sitúa bajo el signo del hijo, este hijo con el que Abraham y Sarah, ya ancianos, no se atreven ya a soñar, a pesar de la promesa que otrora les hizo Hashem, cuando dijo a Abraham, cuando le ordenó abandonar el apelativo “Abram” para pasar a llamarse “Abraham”, prometiéndole “ Haré de ti un pueblo grande”. Sin embargo, ellos siempre han sido fieles al Eterno, cumpliendo todas las órdenes que El les dio. Abraham es un modelo de bondad y de nobleza y Sarah es una mujer pura y recatada que no sale de su tienda a charlar con extraños si su marido no la llama. Es fácil colegir de todas estas informaciones que los dos esposos nunca dejaron de tener una vida sexual perfectamente ejemplar. Ahora, la voz de los ángeles les anuncia el premio. Tendrán un hijo, por inverosímil que parezca y la risa de Sarah, al oír esta noticia, pone una nota de esperanzada perplejidad que todavía resuena en el corazón de cualquier mujer a quien acaban de anunciar una próxima maternidad.

Llegados a este punto, es pertinente detenerse en un detalle, que, hoy en día, es a menudo objeto de comentarios pretendidamente feministas. Dicen que si Sarah está en la tienda, obedeciendo las órdenes de su marido Sarah está en la tienda, obedeciendo las órdenes de su marido, mientras los hombres se limitan a hacerse servir. Realmente, no es así. Muchas veces en la Torah veremos a los hombres cocinando y llevando a cabo tareas que se podrían calificar de ancilares. No es imposible que Sarah, haya encontrado natural que su marido no la invitara a compartir el banquete con los hombres. Ha sido una costumbre muy extendida en el mundo mediterráneo que las mujeres comieran aparte. La Torah no dice absolutamente nada al respecto, pero, por lo general, nos muestra a la mujer sirviendo a su marido y nos deja a entender que ella como aparte, pero, es menester repetir que no se trata de ningún mandamiento. De todas formas, lo que llama poderosamente la atención en el texto de “Vayerá” es el cariño que se trasparece en las palabras que Abraham dirige a su esposa. Su modo de decirle: “Apresúrate, toma harina y amásala…” rezuma cariñosa confianza y ella pone mano a la obra de inmediato, cocinando lo mejor que sabe-

Está claro que Abraham y Sarah son una pareja feliz que tiene una vida sexual pura y dichosa. Esto es lo que se subyace, pero sin dejar de hacerse patente en toda esta parte de nuestra parashah: vida sexual deliciosa y ejemplar, La vida que debe tener la pareja destinada a engendrar al Pueblo Elegido. Los ángeles anuncia a sus huéspedes la milagrosa concepción de un hijo y, después de reprender amistosamente a Sarah por su risa, se marchan hacia la antítesis del la pareja admirable para dirigirse a Sodoma y Gomorra, las dos ciudades capitales de todas las abominaciones sexuales. El texto, por cierto, no describe las tales abominaciones, porque la Torah siempre es parca a la hora de describir el mal. Ya nos enteraremos con la actitud de los sodomitas hacia los ángeles de las costumbres que imperaban allí, pero, de modo somero aunque elocuente. En nuestra época, los programas televisivos y las obras maestras del celuloide nos tienen muy enterados de lo que es la total depravación de las costumbres y nos la presentan como lo más refinado que se ha creado en el mundo de “la libertad “y los diversos derechos a la prostitución de los valores así que nos resulta fácil “concienciarnos” del progreso que suponía el desenfreno reinante en las ciudades malditas, comparado con la pureza de Abraham y Sarah.

La intervención de Abraham que suplicó al Eterno, en un célebre regateo, salvo a unos pocos justos de la exterminación.

Pues bien, como lo acabamos de constatar, la parashah de Vayerá en la que se relata la fundación de nuestra civilización, está dedicada a la moral sexual que es el crisol de la dicha y el origen de la perpetuación.

¡Bendito Sea El Eterno Que nos reveló este magnífico secreto!

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