El Quinto Mandamiento
B”H
Parashah Yitro
Sábado 14 de Febrero de 2009, que es el 21 de Shevat del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu.
De Malcah
En esta parashah que lleva por título el nombre del suegro de Moshé, figura el texto de los Diez Mandamientos cuya primera tabla, la de la derecha, expone los deberes que tenemos directamente hacia el Todopoderoso, mientras que la tabla de la izquierda regula las relaciones que los seres humanos deben mantener entre ellos. La primera tabla, sin embargo se termina con un mandamiento que, para una observación superficial, debería figurar en la segunda. Naturalmente, no faltan mentes superiormente clarividentes para asegurar que se trata de una pura cuestión de conveniencia, destinada a colocar el mismo número de ordenanzas en cada lado. Pero esto no es cierto. En la Torah todo tiene una razón de ser fundamental e intocable: El Quinto Mandamiento que reza:”Honra a tu padre y a tu madre” enuncia un deber que tenemos hacia el Eterno.B”H
Parashah Yitro
Sábado 14 de Febrero de 2009, que es el 21 de Shevat del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu.
De Malcah
Cuando Haqadosh Baruj Hu, al inicio del texto que estamos procurando entender, por lo menos en parte, proclama Su Nombre Divino y recuerda a los Israelitas que El Es Quien los liberó de la esclavitud, afirma su paternidad espiritual Desde la primera frase de este código de conducta que constituyen los Diez Mandamiento, su Autor nos recuerda que le debemos nuestra condición de seres humanos dueños de su destino. La libertad nos permite aceptar y asumir con toda responsabilidad la Ley que El nos va a dictar. El esclavo está sometido a su amo, que puede prohibirle la práctica de su religión, pero el hombre libre dispone de sí mismo, puede tomar compromisos que serán total y absolutamente vinculantes, porque no se le ha coaccionado. Tampoco podrá invocar ningún pretexto para zafarse de su cumplimiento, porque no ha mediado ninguna coacción. Así pues, el primero de los Diez Mandamientos recuerda al pueblo de Israel que Hashem es el Padre Que le ha elevado a la categoría de adulto.
Ahora, nos resulta más fácil entender por qué el Mandamiento que ordena honrar al padre y a la madre se encuentra precisamente al final de la primera de las Dos Tablas de la Ley. Esta ubicación nos enseña que el origen de toda paternidad es el Eterno y que honrando a nuestros padres terrenales, le honramos a El, Que es el origen de toda paternidad/maternidad. No se trata de preguntarse si ellos merecen o no nuestro aprecio, porque la devoción que les debemos no es asunto calificable. En esta última eventualidad, un gran número de ellos no tendría ningún derecho a nuestra devoción. Hay padres abyectos, no creo que lo dude nadie. El Quinto Mandamiento significa que no es asunto nuestro someter a nuestros padres a ningún juicio. No somos quienes para darles el aprobado o el suspenso, porque su derecho a ser respetados no proviene de su comportamiento sino de su esencia. Son nuestros padres, biológicos o adoptivos, y esto es lo que les hace acreedores a nuestro respeto.
Hoy en día, se ha extendido la moda de juzgar a los padres. Oímos s casd momento a gente joven, y no tan joven, que se explaya sobre los sufrimientos que les han infligido sus padres por haberles “impuesto” sus propias convicciones, haberles educado en su religión y en sus costumbres etc. Casi siempre quienes ponen tan lastimero grito en el cielo han sido jóvenes consentidos y mimados por unos padres que se han mostrado menos exigentes con ellos que consigo mismos y, con mucho cariño, siempre tratando de no merecer el calificativo de tiranos fanáticos e intolerantes, han contado con el sentido común y la honradez de los retoños para decantarse por las actitudes más inteligentes y nobles. Se han equivocado y sólo han conseguido a debiluchos que les envidian su entereza y su inquebrantable confianza en la alegre asunción de los principios que son la base de una vida exenta de sumisión a las modas intelectuales o sociales, con todas sus incertidumbres.
Además, el Quinto Mandamiento permite mantener la cohesión de las familias: C reo que ya lo hemos dicho y repetido: si tú desprecias a tus padres, tus hijos te despreciarán y lo proclamarán, extendiendo así el mal ejemplo y el germen de la destrucción social. Si dejasen hablar su corazón, se preguntaría hasta dónde puede llegar el dolor de un niño que acaba de enterarse de que sus padres encarnan tal maldición que ni su propio hijo yiene la obligación de honrarlos, o sea que no hay nada en el mundo que le iguale a él con el más favorecido de los mortales.
¡Bendito Sea Hashem por Habernos dictado el Quinto Mandamiento que nos relaciona directamente con Su Amor Paterno!
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