El Desconcierto
B”H
Parashah Beshalaj
De Malcah
Al iniciarse esta parashah, en los 5 últimos versículos del capítulo 13 de Shemot (Exodo), nos encontramos en el momento en que, asustado por la muerte de todos los primogénitos de Egipto, el suyo incluido, parece pensar que su luto es fruto de un ardid ideado por los hebreos para escapar a la esclavitud a la que los tiene sometidos y, furioso, ser lanza en su persecución, dispuesto a recuperarlos como esclavos, a cualquier precio.
Elohim, sin embargo, ha decidido sacar a su pueblo de Egipto, mal que le pese al orgulloso monarca. Aquí, el texto muy conciso, nos dice que los hebreos salieron bien pertrechados de la tierra de Mitzraim (Egipto), para indicarnos que el pueblo podría asustarse si presenciaba el enfrentamiento armado. No es, pies, ninguna extrapolación, suponer que los hebreos llevaron con ellos una milicia armada, capaz de enfrentarse al ejército faraónico, pero que el conjunto del pueblo estaba compuesto por civiles susceptibles de perder los nervios y tratar de volver a su antigua condición de esclavos, retornando a su ant5igua morada.
Es este desvío en el camino de la huida, una fuente de reflexión, porque representa algo más que un simple movimiento físico, más que los regates de un grupo inquieto, la expresión de una gran angustia. Esta pobre gente, que lo está dejan do todo atrás, no llega a mentalizarse de lo que significa un viaje sin retorno. En la huida, suele haber dos aspectos. El uno consiste en alejarse del enemigo y el otro, cuando es posible, consiste en saber qué llevarse consigo. Todo el mundo intenta llevarse algo que, muchas veces, por cierto, nunca será utilizado y sólo servirá de estorbo. Contaba una mujer elegante, en sus memorias, que cuando le tocó juntarse con pobres campesinos que también salían despavoridos ante el vencedor de una guerra civil, ella era la peor preparada para hacerlo. Se había llevado sus vestidos de noche y sus zapatos de tacones. Algo de esto les ocurre a los hebreos. Elohim los lleva por un camino bastante largo y poco directo, porque así, no sólo engañan a los egipcios, sino que desahogan su propio desconcierto, sus idas y venidas psíquicas en el umbral de una vida nueva. Manifiestan su desconcierto y esto les permite asumirlo.
Por otra parte, el Eterno les hace bien patente su protección, al estar siempre presente, en columna de fuego, o en columna de nube. Tanta protección por parte del Altísimo, nos muestra hasta qué punto la salida de Mitzraim fue un hecho trascendental que, probablemente, conmovió a todo el mundo civilizado de Oriente medio en aquella época, porque Egipto era la superpotencia muy temida y su derrota fue sonada.
Los hebreos, por supuesto, salieron favorecidos por ella. Cuando llegaron al Sinai, su fama de de pueblo protegidos por la Fuerza del Todopoderoso les había precedido, con toda seguridad y ellos habían adquirido confianza en su destino, a pesar la inmadurez que les hizo suponer que la travesía del desierto sería un camino de rosas en el que ni tendría los inconveniente de Egipto, ni tendrían otros. Ignoraban que el desierto no es ningún paraíso: El desierto es horrible, cruzarlo es obra de férrea voluntad y asunción de la labor espiritual.
Nadie puede cruzar el desierto con éxito si no goza de la protección Divina más declarada, tanto de día como de noche, pero el desierto que cruzaron nuestros antepasados encierra en su territorio el Monte Sinai donde Hashem Se manifestó para dictarnos la Ley de Vida.
¡Bendito Sea El por habernos guiado y protegido a lo largo del camino de la vida!
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