La Orgía
B”H
Parashah Ki Tisá
Sábado 14 de Marzo de 2009, que es el día 18 de Adar del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah
Esta parashah se inicia con la orden dada por el Eterno de hacer algo que El Mismo considera, en esencia, pecaminoso y que, por lo tanto se deberá purificar con una ofrenda. Se trata de censar a los hijos de Israel. El pueblo elegido, siendo una unidad, no debe ser reducido a una amalgama de individuos cortados los unos de los otros como si fueran ladrillos.
Sin embargo, el censo es cómodo, incluso indispensable para organizar la vida colectiva. Efectivamente, el pueblo debe saber de cuántos hombres puede disponer para determinada tarea. Para autorizarlo, El Eterno exige que cada uno de los censados ofrezca un rescate de medio shekel. Es una contribución muy módica que puede pagar tanto el rico como el pobre. Nos recuerda que todos los hijos de Israel son iguales ente el Creador. Para quienes no conozcan nuestras costumbres, precisaré que este medio shekel lo seguimos pagando todos los años y que es una gran alegría hacerlo porque con este gesto, recordamos que el Eterno rescata nuestras almas de la impureza producida por las condiciones de la vida material y que todos somos iguales a Sus Ojos. Cuando está en juego la devoción que se Le tiene a El, los humildes valen tanto como los personajes encumbrados. Está terminantemente prohibido dar más de medio shekel. La cantidad recaudada se utiliza para sufragar gastos de la comunidad.
Después de estas indicaciones, el texto se explaya sobre determinada abluciones que serán obligatorias para Aarón y sus hijos, lo cual significa que, si bien en tanto que israelitas tienen los mismos derechos y obligaciones que los demás, en tanto que casta sacerdotal, tienen también obligaciones especiales.
Es importante recalcar que, en ese preciso moment6o, Aarón, que va a protagonizar el episodio del Becerro de Oro, ya ha sido designado para mantener intacta su pureza corporal, soporte físico de la espiritual. Además, él y sus hijos han de ser ungidos con óleos de santidad al igual que el Tabernáculo, el Arca, el Candelabros y otros objetos sagrados. La unción funde al oficiante con todo lo sagrado. La naturaleza de los aaronitas pasa de ser meramente humana a la de ser vehículos de la santidad, o sea, sacerdotes.
Si reflexionamos un poco sobre la característica sobresaliente del episodio del Becerro, constataremos que representa la apoteosis de los sentidos. El becerro se ve. Se toca, se ve, se nombra, se huele, porque el humo de la fundición tiene olor, se oye, porque su fabricación supone un martilleo, un trajín que no va sin su ruido. También es ocasión para el pueblo de comer y beber. Los sentidos son la función por la que el organismo percibe las distintas formas de energía. Estas formas de energía son reales, pero los sentidos son, como lo acabamos de mencionar, una percepción que se puede interpretar erróneamente. Si miramos la sierra de Madrid desde alguna calle de la capital, podemos pensar que se encuentra a muy poca distancia del punto en el que nos encontramos. Nada más falso. Los picos que vemos están a cuarenta kilómetros. Esta es la clave del episodio del Becerro de Oro: encontrándose ya en el desierto, los hebreos adoraron sus sentidos, sin advertir que el desierto exige la abolición de los sentidos. El desierto es lugar de ascesis, de espiritualidad. Atravesarlo supone conceder a la voluntad y a la esperanza de encontrar un oasis un protagonismo absoluto. Moshé conoce el desierto y su oasis, la casa de Yitró, pero el pueblo, no.
El pueblo ha creído que la travesía del Mar Rojo le iba a garantizar las mismas comodidades que la esclavitud, pero sin sus inconvenientes y no era así. El camino de la libertad pasa por el renuncio a las satisfacciones sensuales que son avasalladoras.
Llegados a este punto, conviene recordar que la palabra “sentido”, en su significado de “actividad fisiológica”, se dice “jush” en hebreo y se deletrea como sigue:”Jet, Wav, Shin”, sumando estas consonantes 314, como la expresión “Kol Nidré” que es título del canto introductorio a los servicios religiosos del Yom Kipur (Día de las Expiaciones). La orgía del Becerro de Oro es el gran pecado propiciado por los sentidos. Siempre tendremos que pedir perdón por él.
La ira de Moshé al bajar del Monte Santo y contemplar la catástrofe se explica porque él ha asumido la exigencia de consagración a la espiritualidad que es propia del desierto y descubre que, si no hace un escarmiento inolvidable, nunca podrá enaltecer al pueblo hasta las cimas de la libertad . Una matanza fratricida será el precio a pagar para alcanzarla. Con las manos manchadas por la sangre de los culpables, el pueblo se sabrá comprometido con el respeto de su dignidad.
Sin embargo, el censo es cómodo, incluso indispensable para organizar la vida colectiva. Efectivamente, el pueblo debe saber de cuántos hombres puede disponer para determinada tarea. Para autorizarlo, El Eterno exige que cada uno de los censados ofrezca un rescate de medio shekel. Es una contribución muy módica que puede pagar tanto el rico como el pobre. Nos recuerda que todos los hijos de Israel son iguales ente el Creador. Para quienes no conozcan nuestras costumbres, precisaré que este medio shekel lo seguimos pagando todos los años y que es una gran alegría hacerlo porque con este gesto, recordamos que el Eterno rescata nuestras almas de la impureza producida por las condiciones de la vida material y que todos somos iguales a Sus Ojos. Cuando está en juego la devoción que se Le tiene a El, los humildes valen tanto como los personajes encumbrados. Está terminantemente prohibido dar más de medio shekel. La cantidad recaudada se utiliza para sufragar gastos de la comunidad.
Después de estas indicaciones, el texto se explaya sobre determinada abluciones que serán obligatorias para Aarón y sus hijos, lo cual significa que, si bien en tanto que israelitas tienen los mismos derechos y obligaciones que los demás, en tanto que casta sacerdotal, tienen también obligaciones especiales.
Es importante recalcar que, en ese preciso moment6o, Aarón, que va a protagonizar el episodio del Becerro de Oro, ya ha sido designado para mantener intacta su pureza corporal, soporte físico de la espiritual. Además, él y sus hijos han de ser ungidos con óleos de santidad al igual que el Tabernáculo, el Arca, el Candelabros y otros objetos sagrados. La unción funde al oficiante con todo lo sagrado. La naturaleza de los aaronitas pasa de ser meramente humana a la de ser vehículos de la santidad, o sea, sacerdotes.
Si reflexionamos un poco sobre la característica sobresaliente del episodio del Becerro, constataremos que representa la apoteosis de los sentidos. El becerro se ve. Se toca, se ve, se nombra, se huele, porque el humo de la fundición tiene olor, se oye, porque su fabricación supone un martilleo, un trajín que no va sin su ruido. También es ocasión para el pueblo de comer y beber. Los sentidos son la función por la que el organismo percibe las distintas formas de energía. Estas formas de energía son reales, pero los sentidos son, como lo acabamos de mencionar, una percepción que se puede interpretar erróneamente. Si miramos la sierra de Madrid desde alguna calle de la capital, podemos pensar que se encuentra a muy poca distancia del punto en el que nos encontramos. Nada más falso. Los picos que vemos están a cuarenta kilómetros. Esta es la clave del episodio del Becerro de Oro: encontrándose ya en el desierto, los hebreos adoraron sus sentidos, sin advertir que el desierto exige la abolición de los sentidos. El desierto es lugar de ascesis, de espiritualidad. Atravesarlo supone conceder a la voluntad y a la esperanza de encontrar un oasis un protagonismo absoluto. Moshé conoce el desierto y su oasis, la casa de Yitró, pero el pueblo, no.
El pueblo ha creído que la travesía del Mar Rojo le iba a garantizar las mismas comodidades que la esclavitud, pero sin sus inconvenientes y no era así. El camino de la libertad pasa por el renuncio a las satisfacciones sensuales que son avasalladoras.
Llegados a este punto, conviene recordar que la palabra “sentido”, en su significado de “actividad fisiológica”, se dice “jush” en hebreo y se deletrea como sigue:”Jet, Wav, Shin”, sumando estas consonantes 314, como la expresión “Kol Nidré” que es título del canto introductorio a los servicios religiosos del Yom Kipur (Día de las Expiaciones). La orgía del Becerro de Oro es el gran pecado propiciado por los sentidos. Siempre tendremos que pedir perdón por él.
La ira de Moshé al bajar del Monte Santo y contemplar la catástrofe se explica porque él ha asumido la exigencia de consagración a la espiritualidad que es propia del desierto y descubre que, si no hace un escarmiento inolvidable, nunca podrá enaltecer al pueblo hasta las cimas de la libertad . Una matanza fratricida será el precio a pagar para alcanzarla. Con las manos manchadas por la sangre de los culpables, el pueblo se sabrá comprometido con el respeto de su dignidad.
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