Se sugiere la lectura de Qohelet (Eclesiastés) estos días, para quienes puedan. Es cariño por Malcah y tiempo de meditarlo para los cristianos, todos los que les llegan los días de Difuntos.
Shalom.
miércoles, 29 de octubre de 2008
martes, 28 de octubre de 2008
domingo, 26 de octubre de 2008
Salmo 121
Es gran piedad leer todos los días de esta semana el salmo 121, que se leyó en su casa el día que nació la hija de Malcah.
jueves, 23 de octubre de 2008
DE LUTO
Queridos amigos, Malcah está de luto por una hija suya y estará aislada de todo lo menos una semana.
Os pido vuestras oraciones.
Os pido vuestras oraciones.
lunes, 20 de octubre de 2008
La Alegría de la Torah
La Alegría de la Torah
B”H
Martes 21 y (en la diáspora) miércoles 22 de Octubre de 2008, que son los días 22 y 23 de Tishrí del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah
B”H
Martes 21 y (en la diáspora) miércoles 22 de Octubre de 2008, que son los días 22 y 23 de Tishrí del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah
Ahora, cuando estamos llegando a la Fiesta de la Clausura, que se celebra un solo día en Eretz Israel, pero dos días en le Diáspora en donde se reserva para el segundo el nombre de Sinjat Torah, que significa Alegría de la Torah, el descanso sagrado que hemos de observar nos proporciona la oportunidad de una última meditación sobre nuestras intenciones y nuestros proyectos para el año que se está iniciando. Como ya mencionamos en una página anterior, querámoslo o no, la interrupción de nuestro ritmo de vida y de trabajo ha acarreado modificaciones, incluso cambios, en nuestras perspectivas y valoraciones de las prioridades en todos los ámbitos de nuestra existencia. Esto constituye un motivo de satisfacción porque nos libero de prejuicios o de viejas ataduras que, no pocas veces son un lastre, porque fueron útiles en un momento determinado pero han dejado de serlo. Una vecina de mis padres siguió ocultando su aparato de radio en un armario durante muchos años después de la guerra y una jovencita que frecuentaba el mismo colegio que mi hermana y yo tardó más de dos años en renunciar a llevar dos de cada una de sus prendas de ropa interior. Recordaba que, durante la guerra, siempre la vestía así su madre, diciendo “¡Cuidado que si llegan los Alemanes y nos cogen, no te dejarán llevar nada contigo!” La pobre chica seguía yendo con dos camisetas, dos braguitas, dos combinaciones etc.
El período de Sucot que es tan largo como los días de Rosh Hashanah y Yom Kipur reunidos, constituye la segunda fase de las celebraciones otoñales y es caracterizado por la orden de dormir en tiendas o cabañuelas, es decir en una morada precaria que puede dejar ver las estrellas, cada una simbolizando una esperanza, o dejar pasar la lluvia que nos muestra cuán inermes somos los seres humanos frente a los llamados “Caprichos” de la Naturaleza. Esta precariedad, además de recordarnos que siempre y para todo dependemos de la Protección divina, nos obliga a meditar sobre la importancia que solemos conceder a las cosas que acumulamos en nuestras casas, pero que no tienen cabida en la sucah. La precariedad de la sucah es su rasgo distintivo. Ella representa la garantía de que no olvidaremos que el camino hacia la Tierra Prometida fue caracterizado precisamente por esta precariedad que, aún siendo bastante angustiosa, deja abierta la puerta de todas las esperanzas y posibilidades. En este aspecto, quienes se han visto en el trance de abandonar un país a toda prisa para huir de una persecución son los más cualificados para ilustrar el simbolismo de la sucah. Un gran número de entre ellos refiere lo mismo: La protección Divina es lo único con lo que se puede contar en último término. La situación es la siguiente: primero crees que te vas a llevar los objetos más valiosos y preciados que posees, pero pronto te das cuenta de que tienes que proceder a una selección. No podrás llevarte todo, porque sería demasiado incómodo y los perseguidores podrían encontrarlos durante un registro y sospecharte de tener otros escondidos… más vale dejarlos a alguien de confianza que, eventualmente, algún día… luego te das cuenta de que la selección es excesiva y dejas más cosas y, al final, dejas todo, porque lo importante es sobrevivir. El Eterno dirá: Estás en la sucah. Ya no existe el pasado, has abandonado Egipto, con la seguridad dolorosa, pero seguridad de la esclavitud. Te marchas sin nada hacia la libertad. Sientes temor, pero también una alegría por poder salvar la vida. Cualquier morada, por precaria que sea, es un palacio. Así estamos en Sucot. La Torah ya nos ha sido dictada y experimentamos un portentoso gozo por disponer de las reglas que nos permitirán siempre estar en comunicación directa con el Amor que Hashem nos profesa. La Torah es el pasaporte para el país de acogida y el modo de empleo de la vida. Con ella estamos a salvo del error y podemos entregarnos sin temor a la alegría de haber sido creados ¡Alegría, alegría!
Ya estamos a punto de penetrar en Eretz Israel. Hoy en día, también, la festividad de aunque la festividad de Sucot parece una mera conmemoración, no tiene por qué serlo. Penetrar en nuestro territorio es, ante todo, reconciliarnos con los santos preceptos, devolverles toda la vigencia que les debemos en nuestra vida. Con esto nos hacemos dignos de la gran bendición de Moshé que es el espléndido poema de amor que nos dedica nuestro gran guía y que precede su ascensión al Monte Nebó donde morirá en un beso del Eterno.
El relato de estos últimos momentos de Moshé es anónimo. Hay quien dice que su autor es Josué. Es probable, pero el hecho de que no venga firmado resulta significativo de la modestia de un hombre que, a imitación de su maestro, cuya tienda se dice que nunca abandonaba, no quiso separarse del conjunto del pueblo en el momento de redactar los últimos versos de la Torah.
El Pentateuco se termina pues con la voz del pueblo entero, unido a su jefe para pronunciar el postrer párrafo de este santo texto cuya última palabra es “Israel”.
El don de la Torah es la fuente de todas las alegrías: Por habérnosla revelado bendecimos a Haqadosh Baruj Hu exclamando con toda la alegría que hincha nuestros corazones: “Bendito Tú, Adonay, Rey del Universo Que nos llenas de júbilo al mantener tu Torah en nuestros corazones.”
Mensaje para Sucot
Mensaje para Sucot
-B”H-
Jueves 16 de Octubre de 2008, que es 17 de tishrí del año 5769 de la Creación del Mundo por
Haqadosh Baruj Hu.
De Malcah
-B”H-
Jueves 16 de Octubre de 2008, que es 17 de tishrí del año 5769 de la Creación del Mundo por
Haqadosh Baruj Hu.
De Malcah
Como me imagino que todos sabéis ya, la fiesta de Sucot, es le fiesta de la Cabañas, o de las cabañuelas, regida por diversos versículos del capítulo 23 de Vayqra, o sea, Levítico. Es una fiesta muy larga. Dura 8 días porque a los 7 que son la fiesta de Sucot, propiamente dicha, se suma el octavo, que aunque constituye una festividad con identidad propia, es la fiesta de la clausura y enlaza con los días precedentes. En la Diáspora, se duplica, de forma que Sinjat Torah, el día de la Alegría de la Torah es el noveno día de la celebración.
Insisto sobre la duración de esta fiesta, porque, llega 5 días después de Yom Kipur, el cual, a su vez, es el décimo del año nuevo. Esto significa que desde Rosh Hashanah hasta el final de las festividades de otoño transcurre casi un mes, durante el cual nuestra vida cotidiana se ve profundamente alterada. Cuando, como este año, los shabbatot alternan con los días Yom Tov, grandes solemnidades, en las que, por supuesto, cualquier trabajo está prohibido, el trastorno de la vida hogareña es absoluto y, para quienes se pueden permitir este lujo, el de la vida profesional también. No son pocos los judíos que se ven abocados a recuperar durante las semanas siguientes las horas que deben a sus empleadores por haber faltado al trabajo en repetidas ocasiones. Esto si tienen la suerte de tener buenos compañeros que les acepten arreglos o empleadores comprensivos que también se los acepten. Como lo podéis comprobar una vez más, si bien cumplir con los preceptos morales de la Torah es fácil, obedecer al Eterno en lo que se refiere a ritos ligados a un tiempo determinado, en cambio, puede resultar muy difícil fuera de Eretz Israel.
Pues bien, el principio del año civil (el año religioso empieza en Pésaj, ya lo sabemos.) se caracteriza por la intrusión del desorden en nuestras actividades habituales. Nos sentimos desconcertados y atropellados. Sin Embargo, Suco t es tiempo de inmensa alegría La misma sucah que se ha de edificar si se dispone de un jardín o de una terraza, es símbolo de esta alegría. Su tejado confeccionado únicamente con vegetales, debe dejarnos ver el cielo .La sucah nos recuerda la travesía del desierto, l a confianza que Hashem, por boca de Moshé nos ordenaba tener en el éxito que tendría nuestra empresa migratoria. Nos encontrábamos en un período de transición que también era bastante caótico, desprendiéndonos del pasado y si llegar todavía a estructurar nuestras nuevas condiciones de vida. Vivíamos bajo tiendas, con un sentimiento de inseguridad mitigado por la esperanza de ser, por fin, dueños de nuestro destino de pueblo sedentario en un territorio propio.
Todo esto nos lo recuerdan las fiestas que acostumbramos a llamar “celebración de Otoño” con la experiencia de ruptura y atropello que conllevan. Desde luego, y aunque, a menudo, no tengamos clara consciencia de ello, limitándonos a cruzar este río agitado del principio del año, como un tiempo transitorio después del cual reanudaremos con nuestras costumbres, si miramos atrás con un poco de atención, constataremos que hemos dejado mucha cosas atrás: preocupaciones que nos parecían acuciantes y, realmente, no lo eran, proyectos a los que ya no prestamos ningún interés, en suma, una serie de cosas que han perdido su aparente importancia con el transcurrir de las semanas dedicadas a inaugurar el año, pedir perdón por los pecados, o sea, concediendo el tiempo generalmente llamado “libre”, el tiempo que se suele dedicar a las pequeñas esclavitudes materiales o a la diversión, y morando en el más precario de los refugios: una cabaña.
La conclusión que nos permiten sacar estas brevísimas reflexiones sobre las fiestas que culminan en Sucot es que no se trata de un mero rito recordatorio de una época tan lejana en el tiempo que casi se ha convertido en folklore, sino que su efectividad sigue perfectamente vigente y que el Lulav que está formado por cuatro especies vegetales que representan todas las que pueden existir en la Tierra, son expresión de nuestra inaqcabable renovación física y espiritual.
¡Bendito Sea Hashem que instituyó para nosotros las entrañables fiestas de otoño que culminan en Sucot, la cabañuela de nuestro entusiasmo!
viernes, 10 de octubre de 2008
Parashah Haazinu – La Postrera Lección
Parashah Haazinu – La Postrera Lección
B”H
Sábado 11 de Octubre de 5769, que es 12 de Tishri del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah
B”H
Sábado 11 de Octubre de 5769, que es 12 de Tishri del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah
Esta parashah de Haazinu, además de constituir el último discurso de Moshé, se caracteriza por un hecho singular. El gran Guía de Israel no interpela ni directa, ni únicamente al pueblo que tiene bajo su mando, sino que reclama la atención de los cielos y de la tierra. La palabra “Haazinu” es imperativo plural del verbo “azen” que significa “escuchar, oír, atender”, literalmente:”Prestar oídos”. Con la vocalización “izen”, las consonantes del vocablo siguen sumando 58, pero el sentido es “pesar, balancear “. Se entiende el estrechísimo parentesco entre los dos verbos: Realmente, son hermanos. Escuchar es entregarse a una labor intelectual de ponderación. Quien escucha pesa las palabras de mensaje que está recibiendo. Esta buena voluntad hacia los sonidos que van a salir de su boca, Moshé la pide a los cielos como muestra de “jen” (palabra cuyas consonantes: “jet, nun” también suman 58 y que significa “Gracia, encanto, belleza.” El primer hemistiquio de muestra parashah significa, pues” ¡Que presten oídos los cielos y yo hablaré!”
No es el lenguaje que Moshé suele utilizar en sus discursos. Solicita la atención benevolente del cielo y, a continuación, la más sensorial de la tierra, que se expresa en la utilización del verbo “schem´a” que, como0 ya sabemos involucra el ojo, o sea, la manera de mirar las cosas. , también la sumisión a la palabra santa. Al fin y el cabo, lo que el judío debe cumplir a diario es la orden “Schem´á Israel”. Pero, lo más notable de este primer versículo del texto es su universalidad. Moshé se dirige a los cielos todos y la tierra entera.
En cierto sentido, se podría decir que toma al mundo entero por testigo de sus palabras. Todo a lo largo del texto, habla de Israel en tercera persona. Hay un gran alejamiento entre el orador y el oyente. Moshé ya no está increpando a Israel por sus repetidos fallos, ni por los que cometerá en el futuro. No. El se limita a levantar un testimonio: A Israel, ya se lo ha dicho todo, pero ahora quiere que cielos y tierra puedan, llegado el caso, dar testimonio de su fidelidad o de su indignidad.
En este momento, una pregunta aflora a todos los labios y es la siguiente. “Si Israel es un pueblo aparte, que debe mantener a cualquier precio su identidad, diferenciándose con empeño fuerte de todos los demás pueblos ¿cómo se puede, al mismo tiempo, incitar al extranjero a juzgarle?”. La respuesta reside en que Israel no debe imitar a los demás pueblos, pero sí, ser un modelo para ellos. Los extranjeros tienen derecho a juzgar a Israel. Es un punto que ya hemos abordado en otro comentario, pero que es lo bastante importante como para imitar a Moshé en lo de la machaconería. Por otra parte, la vigilancia, benigna o maligna de los otros pueblos, es un incentivo para Israel, algo que siempre se debe tener en cuenta. Muchos de los que, entre vosotros, tienen mi edad o una mayor, recordarán algunas reflexiones oídas durante su infancia o juventud, sobre el ateísmo, la indiferencia religiosa y el abandono progresivo (por no decir “progresista”) de la práctica y de la enseñanza religiosa que había sido la tónica general de los años que precedieron el desencadenamiento de la barbarie nazi. Nunca debemos olvidar la obligación de ser fieles a la Torah de modo absolutamente irreprochable.
En la parashah Haazinu, Moshé recuerda a las naciones, a la vez la portentosa protección que representa la observancia de la Torah para Israel, pero sin dejar de advertirles de que en esta relación entre El y su pueblo no son sino comparsas, porque, en cuanto Israel se arrepiente y vuelve al recto camino, las bendiciones le envuelven de nuevo. Todos deben entender que Hashem castiga a Israel, pero nunca le abandona.
En estos días que siguen el Yom Kipur, las palabras de Moshé resuenan con fuerza en nuestros corazones. Se pronuncian cuando ya ha empezado un nuevo año y estamos sometidos a una turbulencia interior bastante poderosa, porque son estos días de las fiestas otoñales una sucesión de fiestas y de shabbatot que trastornan mucho la vida cotidiana. Un día tienes que hacerlo todo y, al día siguiente, no puedes hacer absolutamente nada. Es importante comprender que este traqueteo de las actividades, así como el zarandeo interno que lo acompaña, son tan santos como los cánticos, porque no obligan a enfrentarnos a lo inmediato, dejando atrás muchos intereses o preocupaciones que, días atrás parecían prioritarios y que, ahora se van colocando en el desenvolvimiento natural de la vida, mientras que nos fijamos ya en el presente y en el futuro inmediato. Tomamos la distancia correcta del acontecer de nuestra vida. Aunque no nos detenemos a menudo en valorarlo de esta forma, no deja de ser una gran bendición por la que estamos agradecidos al Todopoderoso Que siempre veneramos.
No es el lenguaje que Moshé suele utilizar en sus discursos. Solicita la atención benevolente del cielo y, a continuación, la más sensorial de la tierra, que se expresa en la utilización del verbo “schem´a” que, como0 ya sabemos involucra el ojo, o sea, la manera de mirar las cosas. , también la sumisión a la palabra santa. Al fin y el cabo, lo que el judío debe cumplir a diario es la orden “Schem´á Israel”. Pero, lo más notable de este primer versículo del texto es su universalidad. Moshé se dirige a los cielos todos y la tierra entera.
En cierto sentido, se podría decir que toma al mundo entero por testigo de sus palabras. Todo a lo largo del texto, habla de Israel en tercera persona. Hay un gran alejamiento entre el orador y el oyente. Moshé ya no está increpando a Israel por sus repetidos fallos, ni por los que cometerá en el futuro. No. El se limita a levantar un testimonio: A Israel, ya se lo ha dicho todo, pero ahora quiere que cielos y tierra puedan, llegado el caso, dar testimonio de su fidelidad o de su indignidad.
En este momento, una pregunta aflora a todos los labios y es la siguiente. “Si Israel es un pueblo aparte, que debe mantener a cualquier precio su identidad, diferenciándose con empeño fuerte de todos los demás pueblos ¿cómo se puede, al mismo tiempo, incitar al extranjero a juzgarle?”. La respuesta reside en que Israel no debe imitar a los demás pueblos, pero sí, ser un modelo para ellos. Los extranjeros tienen derecho a juzgar a Israel. Es un punto que ya hemos abordado en otro comentario, pero que es lo bastante importante como para imitar a Moshé en lo de la machaconería. Por otra parte, la vigilancia, benigna o maligna de los otros pueblos, es un incentivo para Israel, algo que siempre se debe tener en cuenta. Muchos de los que, entre vosotros, tienen mi edad o una mayor, recordarán algunas reflexiones oídas durante su infancia o juventud, sobre el ateísmo, la indiferencia religiosa y el abandono progresivo (por no decir “progresista”) de la práctica y de la enseñanza religiosa que había sido la tónica general de los años que precedieron el desencadenamiento de la barbarie nazi. Nunca debemos olvidar la obligación de ser fieles a la Torah de modo absolutamente irreprochable.
En la parashah Haazinu, Moshé recuerda a las naciones, a la vez la portentosa protección que representa la observancia de la Torah para Israel, pero sin dejar de advertirles de que en esta relación entre El y su pueblo no son sino comparsas, porque, en cuanto Israel se arrepiente y vuelve al recto camino, las bendiciones le envuelven de nuevo. Todos deben entender que Hashem castiga a Israel, pero nunca le abandona.
En estos días que siguen el Yom Kipur, las palabras de Moshé resuenan con fuerza en nuestros corazones. Se pronuncian cuando ya ha empezado un nuevo año y estamos sometidos a una turbulencia interior bastante poderosa, porque son estos días de las fiestas otoñales una sucesión de fiestas y de shabbatot que trastornan mucho la vida cotidiana. Un día tienes que hacerlo todo y, al día siguiente, no puedes hacer absolutamente nada. Es importante comprender que este traqueteo de las actividades, así como el zarandeo interno que lo acompaña, son tan santos como los cánticos, porque no obligan a enfrentarnos a lo inmediato, dejando atrás muchos intereses o preocupaciones que, días atrás parecían prioritarios y que, ahora se van colocando en el desenvolvimiento natural de la vida, mientras que nos fijamos ya en el presente y en el futuro inmediato. Tomamos la distancia correcta del acontecer de nuestra vida. Aunque no nos detenemos a menudo en valorarlo de esta forma, no deja de ser una gran bendición por la que estamos agradecidos al Todopoderoso Que siempre veneramos.
jueves, 9 de octubre de 2008
El Shabbat, Corona de la Creación
El Shabbat, Corona de la Creación –
B”H
De Malcah
Este texto se publicó en Maguén-Escudo, revista de la Comunidad Judía de Caracas., para la
Que lo escribí hace muchos años
B”H
De Malcah
Este texto se publicó en Maguén-Escudo, revista de la Comunidad Judía de Caracas., para la
Que lo escribí hace muchos años
El empeño que ponemos los judíos en la observancia del Shabbat es contemplado por la sociedad moderna como un yugo superfluo y estéril. Se nos suele argumentar que la civilización actual ha superado en cantidad y en calidad el progreso social representado en su día por la institución del reposo semanal para todos, ya que le legislación vigente otorga un total de vacaciones, puentes entre fiestas y fines de semana superior al número de días shabbáticos previstos en la Biblia ¿por qué, entonces, aferrarse al estricto cumplimiento de un precepto tomado en su sentido literal?
Si nos limitamos a contestar que el Shabbat es el centro de la vida israelita, la más antigua de todas nuestras fiestas y su celebración el sello de una alianza perpetua entre El eterno y Su pueblo, manifestamos nuestra religiosidad y nuestro apego por la tradición, pero nada mostramos del carácter específico del Shabbat, que le reviste de una in comparable singularidad y de una inagotable riqueza. En cambio, a través de una comparación entre el Shabbat y las vacaciones profanas, evidenciaremos diferencias tan ingentes que entrañan una oposición irreductible, con lo cual la observancia del sábado en plena “sociedad del ocio” sigue siendo para el individuo, la familia y el pueblo judíos tan importante como en los siglos pasados.
El Shabbat, corona de la Creación, único día bendecido por el Señor, marca el ritmo septenario de la respiración cósmica. Al encarecernos su observancia, el Santo, Bendito Sea, nos garantizó la autenticidad de miembros operantes del universo, nos confirió una dignidad sacerdotal. No hay, pues, medida común entre el Shabbat, constitutivo de la identidad judía y las vacaciones profanas. El Shabbat es necesario, ineludible, preside la organización de la actividad humana a la que confiere su sentido y las relaciones entre los hombres. No en balde, el cuarto Mandamiento es el puente entre los tres primeros, dedicados a la relación entre el hombre y El Eterno, Bendito Sea Su Nombre y los seis restantes en los que se firman las normas de la convivencia familiar y social. Por el contrario., las vacaciones no pasan de ser un paréntesis eludible en la vida profesional. Ni siquiera suponen una proscripción temporal del trabajo. Es de sobra conocida que mucha gente (sobre todo mujeres, dicho sea de paso) trabaja más los días festivos que lo laborables.
Por otra parte, la etimología nos ofrece una sorpresa instructiva que es preciso llenar de alguna forma: la palabra “vacaciones” deriva de la raíz “vacuum” que significa “vacío”. Aunque ninguna actividad esté prohibida durante las vacaciones, éstas son sentidas como un tiempo vacío, que es preciso llenar de alguna forma, artificialmente. Esto explica la búsqueda angustiosa/angustiante de ocupaciones, distracciones, viajes, espectáculos etc. la que se entregan desesperadamente los esclavos de una sociedad que, fuera de la producción desatinada de bienes de consumo y armas mortíferas, sólo concibe la nada. Para el judaísmo, en cambio,
Para el judaísmo, en cambio, el vacío es algo inconcebible. El Shabbat es un tiempo de plenitud que redima al individuo el yugo de las tareas materiales y abre un espacio a la introspección, a la meditación, a la conversación, a los movimientos relajados, acordes con el discurrir natural de las horas. En Shabbat, nadie tiene derecho a apremiarnos con la hora, ni vamos a acudir a lugares de trabajo, ni vamos a salir de viaje, así que podemos olvidar los relojes, cosa benéfica para el psiquismo.
Idéntica oposición puede apreciarse entre la ideología de la llamada “sociedad del ocio”, que considera el descanso y el tiempo libre como productos industriales, engendrados por la tecnología más sofisticada y el reposo del séptimo día que nos retrotrae a la época paradisíaca en la que el hombre era libre y dueño de su destino. Dicho en otros términos, el Shabbat nos recuerda que la libertad es la condición natural del hombre y que éste no necesita ninguna tecnología para acceder a ella.
Día de paz, de descanso, de disponibilidad, el Shabbat es el momento del reencuentro con familiares y amigos. Mientras que las vacaciones son, casi siempre un período durante el cual cada miembro de la familia se marcha por su lado y los amigos se volatilizan, el Shabbat, al no permitir este alejamiento, esta huída de la solidaridad ante los problemas o las alegrías que afectan a familiares y amigos, nos brinda la oportunidad de escuchar atentamente a los seres queridos, de comunicarnos con ellos, de establecer la concordia y crear la paz, manteniendo vivas nuestras tradiciones orales, inagotable tesoro de la palabra que, de puro amor, se hace canto para alabar al Todopoderoso.
Otros devoran kilómetros en carreteras repletas de coches guiados por conductores nerviosos o ebrios, encargados de entregar su tributo de víctimas a un ídolo anónimo e implacable. El vacío aspira a sus secuaces. Nosotros paseamos a pie, respirando a pleno pulmón y disfrutando de nuestro privilegio de seres exentos del sacrificio humano.
La Naturaleza sigue ejerciendo sus funciones y dando sus frutos el sábado como los otros días. Ese espectáculo nos recuerda la supremacía del espíritu sobre la materia: es el hombre quien tiene la responsabilidad del descanso, él se lo debe garantizar tanto a los animales como a la tierra que cultiva. Todo, en el Shabbat es obra de responsabilidad, de asunción, de voluntad, en suma, de libertad. No en vano está dedicado este día a conmemorar la salida de Egipto: “Antes éramos esclavos, ahora somos libres”.
Mucho, muchísimo se podría escribir sobre las relaciones shabbáticas entre el hombre y la naturaleza. En el marco de estas breves reflexiones, nos limitaremos a sub rayar otro de sus aspectos esenciales: la dignificación de lo natural en el ser humano. Contrariamente a los materialistas que llegan a deshumanizarse hasta el punto de considerarse simples máquinas (expresiones como “hay que recargar las baterías”, para indicar que se necesita reposo, o títulos de libros como “La Maravillosa Máquina Humana” son elocuentes), el judío, en sábado, se afianza en su humanidad. Al no poder utilizar ni instrumentos, ni herramientas, experimenta, en cierto modo, el retorno al estado originario de ser a la vez espiritual, psíquico y vegetativo. Sabe que Ha Qadosh Baruj Hu le ama le ama en su totalidad y esta reconciliación de la criatura consigo misma es una parcela del Edén vedada a los infortunados en ruptura con la autenticidad que van por tierra, por aire y por mar huyendo de su alma.
Una escueta síntesis de lo expuesto nos permite afirmar que, lejos de representar, como las vacaciones profanas, una separación, un distanciamiento, una pretendida evasión, que es en realidad una huída, el Shabbat supone unión, acercamiento, responsabilidad. Frente al “vacuum” profano que se materializa en tiempo de ausencia, el Shabbat es tiempo de presencia: Presente ante su Elohim, presente ante su pueblo, presente ante su familia, presente ante sí mismo, el judío que guarda el Shabbat permanece indestructible, como las montañas de Jerusalén, agradeciendo con inmensa alegría este don de la presencia que le hace su Creador, a imagen y semejanza de la Santa Shejinah por cuyo brillo las tinieblas se vuelven luminosas y el exilio, sendero de la esperanza.
viernes, 3 de octubre de 2008
Parashah Vayelej – La Transmisión del Poder
Parashah Vayelej – La Transmisión del Poder
B”H
Sábado 4 de Octubre de 2008, que es 5 de Tishrí del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu.
De Malcah
B”H
Sábado 4 de Octubre de 2008, que es 5 de Tishrí del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu.
De Malcah
El título de la parashah que nos interesa hoy indica un movimiento de Moshé, puesto que la palabra “Vayelej” significa “fue”. Esta figura estilística que consiste en emplear el verbo “ir” para indicar la intención de hacer a alguien una comunicación verbal es ciertamente muy usual en todos los idiomas y se encuentra a menudo en la Torah. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, reviste un matiz especial, porque sabemos que Moshé ya está concluyendo el discurso con el que viene aleccionando Israel desde hace cuarenta años. El mismo dice: “Hoy cumplo ciento veinte años: Ya no puedo salir ni entrar”. Reconoce su natural debilidad física que, según veremos en los últimos versículos de “Devarim”, no había menguado la irradiación de su energía, pero, sí, le exigía el descanso. Es, pues un hombre que ya se va apartando de este mundo, el que hace un supremo esfuerzo para repetir una vez más al desobediente y muy amado pueblo, sus grandes advertencias. Y anunciarle que Josué le ha de suceder en el mando. El gran guía ya ha tomado distancia con los acontecimientos. En este sentido también se puede entender el “vayelej”. Está ya lejos de su vida terrenal, no puede ya ni salir ni entrar en ella y, probablemente, tampoco le importa, pero hace un último movimiento hacia Israel y es para hablar de las cosas que él ve y sabe, pero que no va a contemplar. Esta es la paradoja de todo el texto: Moshé se encuentra, a la vez, muy próximo al pueblo, y muy alejado de él. Le repite que Hashem siempre le protegerá, siempre y le dará la victoria sobre sus enemigos, pero también le advierte de que sus incontables rebeldías le atraerán terribles represalias divinas y que así será hasta el final de los tiempos. Es de suponer que, entonces, Israel alcanzará por fin la santidad y la expandirá por doquier.
De momento, lo importante es nombrar el sucesor que, a partir de ese momento asumirá el mando. Será Josué Ben Nun, aquel que, al volver de explorar la Tierra Prometida, se había atrevido junto con Kaleb, de la tribu de Yehudah, a contradecir a los diez enviados que desanimaban al pueblo, pretendiendo que conquistar Canaán era imposible. Josué era un hombre valiente, de buena fe, que confiaba en la palabra del Eterno. Por otra parte, sabemos que nunca se alejaba de la tienda de Moisés de cuya sabiduría se había impregnado a fondo. Era el hombre mejor preparado para asumir la responsabilidad de gobernar cuando Moshé desapareciese.
Lo interesante de la primera mención de Josué como sucesor y continuador de Moshé en esta parashah, es que se encuentra en el primer párrafo, donde Moshé recuerda a Israel que le dará la victoria sobre sus enemigos. El pueblo guiado por su nuevo jefe será vencedor. La investidura de Josué no puede ser más optimista ni llene de promesas.
Ahora, Moshé se dirige directamente a Josué y le vuelve a enunciar la verdad fundamental: “Hashem marchará contigo y no te abandonará. No temas, pues, ni te desanimes. ” La entronización de es solemne y, como es natural, tiene lugar en presencia de todo el pueblo. A continuación, Moshé escribe el texto completo de la Torah para que se guardara este documento en el Arca de la Alianza.
Veremos en la próxima parashah que, antes de morir, Moshé compuso un canto espléndido que entonó ante todos los Hijos de Israel y que nos queda como una de las joyas más hermosas de cuanto dijo.
De esta parashah, es importante señalar que la leeremos mañana, pocos días antes del Yom Kipur (Día de las expiaciones), que, este año, cae el 8 de Octubre. En estas fechas, tenemos la obligación de examinar nuestra conducta durante el año que acaba de transcurrir para lamentar los pecados que hemos cometido y pedir perdón por ellos. Creo que es importante mentalizarse de que, a menudo pecamos y nos hacemos acreedores a graves castigos, porque creemos que la práctica fiel de la Torah nos inflige privación de placeres. Y no es así. Los placeres que nos parecen tan atractivos son mucho menores que los propiciados por la Torah que nos garantiza una vida sana, en medio de una familia unida que legará a sus descendientes salud espiritual, mental y física. Cuando pecamos, estamos destruyendo el porvenir.
¡Pidamos por ello perdón al Todopoderoso Que siempre acepta la penitencia del arrepentido sincero y bendigamos-Le por Su Inmensa Misericordia!
De momento, lo importante es nombrar el sucesor que, a partir de ese momento asumirá el mando. Será Josué Ben Nun, aquel que, al volver de explorar la Tierra Prometida, se había atrevido junto con Kaleb, de la tribu de Yehudah, a contradecir a los diez enviados que desanimaban al pueblo, pretendiendo que conquistar Canaán era imposible. Josué era un hombre valiente, de buena fe, que confiaba en la palabra del Eterno. Por otra parte, sabemos que nunca se alejaba de la tienda de Moisés de cuya sabiduría se había impregnado a fondo. Era el hombre mejor preparado para asumir la responsabilidad de gobernar cuando Moshé desapareciese.
Lo interesante de la primera mención de Josué como sucesor y continuador de Moshé en esta parashah, es que se encuentra en el primer párrafo, donde Moshé recuerda a Israel que le dará la victoria sobre sus enemigos. El pueblo guiado por su nuevo jefe será vencedor. La investidura de Josué no puede ser más optimista ni llene de promesas.
Ahora, Moshé se dirige directamente a Josué y le vuelve a enunciar la verdad fundamental: “Hashem marchará contigo y no te abandonará. No temas, pues, ni te desanimes. ” La entronización de es solemne y, como es natural, tiene lugar en presencia de todo el pueblo. A continuación, Moshé escribe el texto completo de la Torah para que se guardara este documento en el Arca de la Alianza.
Veremos en la próxima parashah que, antes de morir, Moshé compuso un canto espléndido que entonó ante todos los Hijos de Israel y que nos queda como una de las joyas más hermosas de cuanto dijo.
De esta parashah, es importante señalar que la leeremos mañana, pocos días antes del Yom Kipur (Día de las expiaciones), que, este año, cae el 8 de Octubre. En estas fechas, tenemos la obligación de examinar nuestra conducta durante el año que acaba de transcurrir para lamentar los pecados que hemos cometido y pedir perdón por ellos. Creo que es importante mentalizarse de que, a menudo pecamos y nos hacemos acreedores a graves castigos, porque creemos que la práctica fiel de la Torah nos inflige privación de placeres. Y no es así. Los placeres que nos parecen tan atractivos son mucho menores que los propiciados por la Torah que nos garantiza una vida sana, en medio de una familia unida que legará a sus descendientes salud espiritual, mental y física. Cuando pecamos, estamos destruyendo el porvenir.
¡Pidamos por ello perdón al Todopoderoso Que siempre acepta la penitencia del arrepentido sincero y bendigamos-Le por Su Inmensa Misericordia!
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