Los Hermanos Amigos
B”H
Parashah Shemot
Sábado 17 de Enero de 5769, que es el 21 de Tévet del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah
B”H
Parashah Shemot
Sábado 17 de Enero de 5769, que es el 21 de Tévet del año 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah
La incapacidad de Caín para asumir la existencia de un hermano en quien ve a un competidor, incluso a un posible usurpador, origina, en los albores de la historia humana, la presencia del asesinato fratricida. Muchos acontecimientos marcan esta etapa de la historia, que termina con el Diluvio, el cual está señalado como destructor de la iniquidad entonces imperante en el planeta, quedando la humanidad reducida a la familia de Noaj (Noé). Pero hay algo que no fue destruido: la desavenencia entre hermanos. En efecto, Sem y Yafet, hermanos ejemplares, actúan de consuno para cubrir pudorosamente la desnudez de su padre que Cam les acaba de revelar, en vez de ocultarla, como se lo hubiesen exigido el respeto debido al progenitor y el sentido común, porque publicar un fallo de conducta que El Eterno ha encerrado en el secreto de un aposento, es instalar el mal ejemplo en la sociedad. En cuanto esté cometida la indiscreción, será imposible detener su marcha. La palabra dicha nunca puede ser cancelada. Se podrá negarla, retirarla, criticarla, renegar de ella, todo lo que se quiera, pero nunca se podrá controlar su andadura. Una vez lanzada al universo, la palabra irá su camino, sin que nadie la pueda detener. Advertencias tales como “No lo repitas”, no suelen servir para nada: el encargado de proteger el secreto lo acabará por transmitir a alguien, pensando, más o menos inconscientemente, que cuando se lo han comunicado es porque tan secreto, no es. Lo que el Eterno no permite revelar debe permanecer oculto. Tal vez sea ésta la lección que se debe sacar del episodio de la borrachera de Noé, o, por lo menos, una de las lecciones. El caso es que la borrachera aquella tuvo un doble efecto: Por un lado puso de manifiesto la sintonía entre los dos hermanos discretos y, por otro, su discordancia con el desvergonzado, recalcando de paso que, frente a los dos hermanos amigos, el impío se encuentra solo. Podrá tener cómplices, que se le asocien para tratar de estafarle, como él a ellos, pero la fraternidad siempre le estará vedada porque carece de generosidad. Es menester insistir sobre este punto: Si el pecador empedernido comparte vivencias y actuaciones con un hermano de sangre tan abyecto como él, ambos dejan de ser hermanos para convertirse en cómplices y rivales. Ninguno prevendrá al otro contra las tendencias perversas, ni le dará ejemplo de inteligencia y nobleza. No tendrá a nadie que le conozca lo suficiente para adoptar espontáneamente con él la actitud que él necesita. Si lo pensamos un poco detenidamente, veremos que las intervenciones de Aharon, incluso cuando desencadenan la ira de Moshé, siempre permiten que éste afiance su autoridad espiritual. Moshé sólo sabe comunicar con Hashem, pero Aharon sabe comunicar con él y con el pueblo. Es un mediador nato. Su hermano y él se necesitan mutuamente para tener cada uno su misión y cumplir con ella. Son Hermanos Amigos. El hijo único debe encontrar en su alma, o en un ser de absoluta confianza, a este Hermano. Tal componente de pura amistad se encuentra también en el amor que las almas gemelas se profesan la una a la otra, aunque la relación conyugal es más rica y compleja. El malvado, en cambio, se encuentra siempre sumido en la más profunda soledad.
Esta soledad, por cierto, tiene un aspecto negativo que el egoísta no suele advertir y es que, al carecer de este interlocutor con quien se comparte, ante todo, herencia genética y, casi siempre, educación valores y tradiciones, carece de lo que se podría llamar un espejo. Los hermanos podrán diferir en muchas cosas, el carácter, por ejemplo, como es el caso de Aharón y Moshé, siendo el primero un hombre de paz, capaz de transigir sobre los comportamientos con tal de salvaguardar lo esencial, mientras que su hermano, volcado en su exigencia de valores absolutos, es intransigente con las debilidades ajenas. Aharon habla al pueblo, conversa con él, le entiende, de forma que, en vez de aleccionarle y amonestarle, le hace propuestas que le gustan y así es como lo mantiene controlado. Sabe utilizar la palabra de modo sumamente simpático. Moshé, por el contrario, es un hombre intolerante y devorado por un fuego interior de espiritualidad tan potente que entorpece la expresión. Es tartamudo. Quiere decir demasiadas cosas a la vez. Su único interlocutor verdadero es Hashem a Quien cinco veces seguidas expone su ineptitud para dirigirse tanto a soberanos como a esclavos. Conoce muy bien su torpeza a la hora de cosechar la aquiescencia de la sociedad. Tanto insiste sobre el asunto que el Todopoderoso le acaba por brindar la solución: Su hermano Aharon hablará en su lugar para transmitir las órdenes divinas.
Pues bien, al salir del arca, los hijos de Noaj inauguran un tiempo en el que van a convivir los buenos hermanos con los sembradores de discordia. Esta desgracia no perdonará ni a los hijos de Sem, el elegido para ser antepasado de los hebreos. No quedan claras las relaciones que mantuvieron con Abraham , que entonces se llamaba Abram con los miembros de su familia de origen, pero sí sabemos que se marchó con su sobrino Lot a quien dijo, en una ocasión:”Somos hombres hermanos”, precisamente cuando se vio en el brete de separarse de él. Entre sus dos hijos, la fraternidad fue conflictiva, como lo fue entre Yacov y Esau y, luego, entre Yosef y sus hermanos, a quienes él perdonó su pasada crueldad, para que pueda ocurrir, en el momento de la postrera bendición de Yaacov, uno de los acontecimientos más hermosos y conmovedores de la historia patriarcal: La silenciosa aceptación de Manasés cuando su abuelo, cruzando los brazos, designa a su hermano menor, Efraím como primogénito. En aquel momento, se acabó en la descendencia directa de Israel la maldición de los hermanos enemigos.
Restablecida la concordia entre los hermanos, la vía quedaba abierta para que, algún día, dos hermanos amigos, Moshé y Aharon, guiaran el pueblo hebreo hacia la posesión de la Tierra Prometida. A la bondad de Manasé debemos en gran parte este milagro.
El nombre Manasé significa: “El Eterno ha borrado todo sinsabor y toda mala memoria de la casa de mi padre” y sus consonantes suman 395, igual que “Neshamah” (alma) y “Hashamaim “ (los cielos”)
Manasé es un personaje de quien se habla poco, pero le debemos la introducción de la noble y afectuosa fraternidad en la familia de Israel. El es quien abe la puerta a la amistad entre hermanos.
¡Bendito Sea Hashem por haberle dado la vida!.