Torah

Torah

Objetivos

El objetivo de Emunah es compartir pensamientos y vivencias relaciónandolos con los preceptos toraicos porque los consideramos vigentes en cualquier tiempo y espacio. Emunah est,a abierta a todos, sean o no sean judíos, sean o no sean practicantes.

La palabra Emunah es hebrea. Designa la confianza total, absoluta en la Bondad Divina y en la capacidad del ser humano para integrarse a este flujo de Bondad y participar en su expresión para mayor gloria del Eterno y de su Creación.

domingo, 28 de septiembre de 2008

¿Quién Era Ella?

¿Quién Era Ella?

B”H

Purim 5768

De Malcah

Bastante tarde, este año, puesto que, por exigencia de nuestro calendario, se ha duplicado el mes de Adar, festejaremos Purim el viernes que viene, o sea, el 21 de marzo. Será con la llegada oficial de la primavera en los países del hemisferio norte y del otoño en el hemisferio sur, donde la fiesta toma unos tintes especiales porque, al corresponderse con la estación a la que, tradicionalmente, viene asociada, parece aún más carnavalesca y, por lo tanto, más plasmada de sobreentendidos y claves.
El viernes, al leer la Meguilah, contemplaremos a muchas chiquillas encantadoras que irán disfrazadas de Reina Ester… Cualquier niña judía quiere ser la reine Ester, por lo menos una vez , durante sus años mozos: Todas saben que Ester fue una gran heroína de nuestro pueblo puesto que le salvó de la exterminación al obedecer a su tío Mordejay y al congraciarse a su esposo, el poderoso Asuero. Este no vaciló en mandar ejecutar a su primer ministro con sus diez hijos, porque la había ofendido y puesto en peligro de muerte: La magnánima benevolencia de Asuero, por cierto, no se paró ahí puesto que llegó a transferir su autocracia a Mordejay, a quien nombró Primer Ministro y a Ester a quien dejó las manos libres para actuar a su gusto en todos los asuntos de gobierno, de forma que los desdichados judíos, tratados poco antes como la hez de la tierra, se convirtieron en los dirigentes del imperio.
Esto es lo que festejamos en Purim, empezando por la lectura de la Meguilah (Meguilah significa “rollo”), la cual se debe ir desplegando, pero sin volver a enrollarla durante toda la lectura. Varias personas la van sosteniendo para que se mantenga abierta hasta el final. Esta costumbre nos recuerda la necesidad de respetar la historicidad de los acontecimientos dentro del conjunto de circunstancias, aparentemente fortuitas, que los hicieron posibles.
Sería interesante detenerse en examinar los respectivos papeles de los individuos y de la colectividad en el destino de los pueblos, pero hoy, nuestro propósito es limitarnos a una simple reflexión sobre la personalidad de Ester, que pasa de ser la sumisa pupila de su tío, hombre apasionado y voluntarioso, que la quiere entrañablemente, a ser la regente de un imperio tan inmenso como poderoso y temido.
Vamos a examinar lo que, de esta mujer, nos dice la Meguilah. En primer lugar, se nos informa de que, al principio, el relato no lo protagoniza ella, sino un judío llamado Mordejay, hombre de la tribu de Benyamín, cuya genealogía se nos facilita, de forma que no dudemos de su ascendencia saulida. Por lo visto, había sido deportado a Babilonia con Jejoniah, rey de Yehudah, por Nabucodonosor, allá por el año 586. La etimología de su nombre es dudosa. Hay quien la relaciona con Marduk, la divinidad masculina de los Caldeos. En fin, víctima de una tentativa de asimilación o no, Mordejay tenía sentido de la familia y un corazón repleto de sentimientos paternales. No sabemos si estaba casado y tenía hijos propios porque el relato no menciona nada al respeto, pero es fácil colegir que era viudo o soltero y que, si tenía hijos, su relación con ellos era muy escasa ya que toda su atención se centraba en Ester, su criatura. Imaginar que la deportación estuvo en el origen de muchas tragedias familiares que dejaron a algunas personas privadas de familia, no es nada desaforado: Mordejay era, probablemente, un hombre solo y desarraigado: Volcó toda su pasión de padre, con lo que ésta implica de afán de poder, en una sobrinita aún más desamparada que él y que respondía al preciosísimo nombre de Hadasah, o sea, el arrayan y que se había quedado huérfana.
El texto nos previene en seguida de que Hadasah es Ester, indicándonos por esta precisión que, a la niña, le habían cambiado el nombre, cosa que suelen hacer los opresores para que sus presos y presas olviden su verdadera identidad y se preste sin apenas rechistar a una reprogramación de sus esquemas mentales que les hará más dóciles y asimilables. El oprimido debe llegar a considerar a su opresor un ser superior que lleva la bondad hasta enseñarle a ser como él. Recuerdo una novela argelina en la cual uno de los protagonistas decía a un vecino suyo: “Ahora van a llegar los franceses y verás cómo te obligan a mandar a tus hijos y a tus hijas a sus escuelas, pagando los equipamientos que te exijan y libros para enseñarles a despreciarte.”
Pues, a Hadasah, la llamaron Ester, nombre ligado a Astarté, un ídolo, un astro, no una planta olorosa, madre de florecitas blancas y bayas oscuras, un astro, es decir un cuerpo considerado insensible, del que se está siempre autorizado a esperar la resplandeciente presencia en el sitio asignado y a la hora marcada. Pero Ester supo transformar su nuevo nombre en una gloria para Israel, cosa por la cual siempre bendeciremos su memoria.
¿Qué edad tenía la niña Hadasah cuando murieron sus padres? ¿Fue testigo de su muerte? ¿Lloró la pobre chiquitina? ¿Se refugió, llena de cariñosa confianza en los brazos del enérgico “Dod” (Dod significa “tío” en hebreo) o, simplemente, se dejó llevar de la mano porque tampoco hubiera sabido hacer otra cosa y el Dod la trataba bien? La Meguilah no dice Nada al respecto. Se entiende. A quienes la redactaron les importaba les importaba el papel de Ester en la historia.
Pues bien, Mordejay crió a Ester. A este respecto es aleccionador fijarse en el verbo utilizado en el texto para decir “criar”. No es “legadel”, que sería traducible por “hacer crecer” sino “leamen” (lamed, alef, mem, nun), que es de la misma raíz que “amen”, palabra del asentimiento, que significa “instruir, entrenar, conformar”. Mordejay educó a Ester para que ella respondiera a sus expectativas, que incluían la capacidad de desenvolverse en un mundo de hombres, pero también, si nuestras suposiciones en cuanto a la ausencia de esposa o hijas son exactas, la proyección de un enorme anhelo de presencia femenina.
En cualquier caso, Mordejay quería a Ester, nadie lo puede dudar. Cuando se la hubieran llevado a palacio, el pobre hombre se pasaba el tiempo merodeando por las inmediaciones de la fortaleza, tratando de conseguir alguna noticia de ella. La quería muchísimo, pero él era un hombre autoritario, que, por lo menos aparentemente, la había preparado para ser una hija obediente toda su vida. El capítulo 2 de la Meguilah es elocuente. Cuando la secuestran los servidores del rey Asuero, no revela ni su origen, ni el nombre de su pueblo, porque Mordejay se lo había prohibido y ella obedecía las órdenes de su despótico tutor. Lo refiere el relato.
La joven hacía bien obedeciendo a su tío, porque él nunca le dio ningún mal consejo. Le encareció no contradecir a los eunucos, no tener caprichos, en suma, no dar la lata, no ser una fuente de preocupaciones para nadie: demás, la chica era distinguida (lo sabemos porque la primera recomendación del Dod fue que no revelara su linaje) y muy bien educada. (Todo el comportamiento de Mordejay revela que él era un aristócrata, un personaje muy seguro de sí mismo, aunque buen diplomático. Las recomendaciones que hace a Ester son las que se hacen a una joven elegante y se resumen en una frase: “huye de todo exhibicionismo.”) Así, todos la encontraron encantadora y debieron hablar muy bien de ella al rey Asuero que, tal vez, un poco abrumado y mareado por el vals de guapetonas, tan presumidas e intercambiables como las que, en nuestros días, llenan los programas televisivos llamados “del corazón”, que le habían montado, se quedó muy a gusto en compañía de una muchacha discreta y complaciente, capaz de sentarse en el trono con mucho garbo y pocas exigencias.
Asuero tenía personalidad dependiente: tan pronto no sabía terminar un festín sin que acudiera su esposa a valorizarle ante toda la corte, como necesitaba el consejo de una pléyade de sabios para resol ver sus asuntos matrimoniales, o entregaba las riendas del gobierno al más descarado de los ambiciosos. Nada hacía nunca por iniciativa propia. Con tan relevantes cualidades de soberano, se entregó a la voluntad de Amán, hijo de Hamedata, el Agagueo, que era un vanidoso de tomo y lomo: El capítulo 6 de la Meguilah es revelador: El muy fatuo de Amán, convencido de que el monarca quiere hacerle a él, por los muchos méritos que su astucia parece haberle acumulado, monta un “show” digno de la Noche de los Oscar. La perspectiva de ser paseado por toda la capital emperifollado cual mago de feria y rodeado por una parafanerlia carnavalesca, le embriaga.
Luego, el numerito, le tocó protagonizarlo a Mordejay. La Meguilah, tan pudorosa y educadita como la reine Ester nos calla las reflexiones que, con toda seguridad, se hizo el inteligente judío, mientras duró el paseíllo, pero es fácil de imaginar que fueron bastante truculentas, porque, a ninguna persona medianamente sensata se le escapa cuán peligrosas pueden resultar estas exhibiciones idiotas que sólo servirán para suscitar envidias y resquemores.
Para colmo, el Envidioso Mayor del Reino era el propio Amán, que odiaba a Mordejay porque no se le escapaba que éste le tenía en poco. De todas formas, Amán se creía vencedor puesto que
El exterminio de los judíos, según las leyes de la federación que el gobernaba, estaba decidida y los malos augurios de su mujer se le antojaron una futilidad.
Mientras tanto, Ester, enterada de la catástrofe que se cernía sobre su tío y sobre el conjunto del pueblo judío, experimentaba un horrible sentimiento de impotencia: Por muy soberana que fuera, ella dependía del rey para todo y cualquier cambio de talante de éste podía significar una desgracia de primera magnitud: ser repudiada o relegada para siempre en el harén, donde sólo le quedaría pasar en la no vida, o sea en el perpetuo desvivirse todos los años que la separasen de du muerte biológica.
¡Desdichada reina Ester! Le brillarán mucho en la frente las joyas de la corona, pero ella, en el fondo, no es nadie sino la consorte, menos que un apéndice, es una especie de pañuelo que el rey lleva encima para enjuagarse el sudor, si se tercia y que puede tirar en cualquier momento. Ella no es la hija de ningún soberano vecino que pueda enfurecerse y traer dificultades diplomáticas o militares a un yerno demasiado chulo, si las cosas se ponen feas, no, ella es una bonita mujer elegida por eunucos desparpajados, como en un concurso de “gran Hermano”. Es una imagen, no un ser humano, por lo menos, así se siente cuando le llega la petición de auxilio de su tío. Está inquieta, haciendo toda clase de conjeturas, porque su esposo, el rey, lleva treinta días sin llamarla a su cama: Por el modo de referirlo a Dod Mordejay, se nota que no está acostumbrada a semejante indiferencia: Para ella, el portarse bien, ser dócil y simpática es tener la vida resuelta. Ahora, no entiende lo que curre. Se lo comunica a su tío, recordándole que solicitar la atención de Asuero sin previa autorización, acarrea la pena de muerte, pero se queda defraudada en sus expectativas, porque el Dod, en vez de apiadarse de ella y, eventualmente, darle algún buen consejo, la apremia: “Arréglatelas como quieras, pero sácanos de apuros.” Si no lo entiende, desde su hierática soberanía, es que es tonta, pero, no, Ester no es tonta, ella no es un ser de carne y hueso, ella es una cabeza coronada por conveniencia, es un utensilio, un utensilio que no deja de ser una mujer. Nada sabemos de sus relaciones sentimentales con Asuero, si es que existían o habían existido algún día o alguna noche. No es imposible que ella le quisiera, o pensara que él la quería a ella, o que uno de ambos criara ilusiones. Cuando nada se sabe todo es posible.
Estamos en la charnela de la Meguilah. Mordejay pide socorro a su protegida. Entonces, ocurre algo que, con toda seguridad, se venía fraguando desde antiguo, desde el mismo instante en que Hadasah se quedó huérfana, cuando ella, por pequeña que fuera, advirtió que los padres son vulnerables, que pueden desaparecer, que pueden morir y ahora, le toca a Mordejay, autoritario e intransigente, como de costumbre, pero en peligro de muerte, con todo su pueblo. Pide ayuda a Ester y ella advierte que el gigante tiene miedo y que sólo ella puede proporcionársela De repente, el número 30, representado por la letra “Lámed”, letra relacionada a la vez con la sexualidad, el conocimiento, el latigazo y la puesta en movimiento, la sacude como una descarga eléctrica, porque este movimiento de la lámed, es el fundamental en el judaísmo, el Creador se llama “el”, que es el radical lingüístico de “Elohim”. El movimiento señalado por la letra “Lámed”, tiene una expresión especialmente poderosa en todo su vinculación a la enseñanza, que es impulso de quien sabe hacia quien ignora, y viceversa y con la revelación de los misterios, lo cual le conecta a la sexualidad, al “yode´ah” de Bereshit.
Ester sufre por los 30 días de indiferencia marital. Si está soñando con noches de amor, la súbita fragilidad de Mordejay añade a su angustia. Se ve en el trance de quedar privada de todo lo que amuebla su existencia, de perder el placer que le brinda el esposo y el cariño que le da el Dod, el paternal Dod. Es un latigazo. Se despierta en ella la voluntad férrea al servicio del impulso vital La educación recibida de Mordejay se manifiesta en sentido positivo y le dicta la conducta susceptible de garantizarle el Éxito.
A partir de ahora, quien da las órdenes, es ella, Ester, la reina.
Empieza por infligirse un ayuno muy duro con el propósito visible de atraerse la Benevolencia del Todopoderoso, pero también con el, menos evidente, de demostrar su valía personal para marcar su propia psique con la impronta del autodominio, lo cual la facultará para dominar a los demás. De entrada, exige que todos, empezando por Dod Mordejay, la imiten. Va de modelo, pero no como las guapas de los programas televisivos, que sólo enseñan curvas, no, ella enseña el recto proceder.
La amorosa reacción del rey cuando la ve en el patio del trono y le tiende el cetro de oro, es el primer triunfo de esta mujer que irá dominando las situaciones con maestría incomparable, hasta acabar con Amán y tener a Mordejay como primer ministro, detentor del sello real y rendido ante ella, la mujer poderosa que mandaba en el corazón y en la voluntad de Asuero, o sea que tanto podía encumbrar a alguien como aniquilarle.
Mordejay que, en el fondo, la había educado para esto, seguramente bendijo al Todopoderoso todos los días de su vida, especialmente en los de Purim, como lo hacemos nosotros.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Parashah Nitzavim – Las Generaciones Futuras

Parashah Nitzavim – Las Generaciones Futuras
B”H
Sábado 27 de Septiembre de 2008, que es 27 de Elul del año 5768 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah

Aun siendo muy corta, la parashah “Nitzavim” que leeremos este sábado, tiene una importancia capital para el enfoque correcto del judaísmo, porque insiste mucho sobre la obligación que tiene cada generación de legar a sus hijos una sociedad pura de grandes pecados. Se pone de manifiesto esta exigencia desde el segundo de sus versículos, que es el 10 del capítulo 29 de Devarim. En efecto, este versículo que, si nos atenemos a las reglas de la lógica profana debería formar parte del anterior, empieza por la palabra “tapjem” que significa “vuestros chiquitines” y alude a los bebés que están todavía en brazos de sus madres. No son chavales capaces de entender las palabras de Moshé, es decir que su futuro estará totalmente condicionado por la comprensión que sus padres tengan de estas palabras y el celo que pondrán en cumplirlas.
No es ninguna pérdida de tiempo, por el contrario, detenerse en meditar sobre este asunto: el porvenir de los pequeños y el conjunto de valores que les vamos a legar, tanto a ellos como a sus descendientes para que estructuren su alma, es responsabilidad nuestra, ya que el desarrollo de su personalidad, dentro de la sociedad en la que habrán de integrarse, pende en grandísima medida del comportamiento individual de sus padres y, sobre todo de los valores vigentes en la sociedad en la que van a crecer. Si el conjunto de sus mayores decide respetar determinadas normas de vida, el rechazo absoluto de toda forma de engaño, por ejemplo, los chicos crecerán en un ambiente de confianza y no concebirán la mentira como muestra de especial inteligencia para librarse de obligaciones. En cambio, si advierten que, entre adultos, ufanarse de haberle contado al jefe una patraña para justificar un retraso, la astucia y la mentira entrarán en sus esquemas mentales con signo positivo. Si esto, algún día les acarrea consecuencias nefastas, la culpa la tendrán sus padres: Más grave aún, si el conjunto de la sociedad tolera estas conductas desviadas, los jóvenes se formarán, o, mejor dicho, se deformarán, en la confusión, tomando el bien por una muestra de tosquedad mental y el mal por la expresión de la madurez. Antes de darle un codazo al colega con quien estamos charlando, en presencia de un hijo nuestro y referir una anécdota supuestamente hilarante del tipo: “Cuando mi cuñado quiere irse a ver alguna película X, le cuenta a su mujer que hace horas extras y la otra no sospecha nada ¡ Este cuñado mío es un genio ¡Consigue hacer todo lo que le da la gana y la gente le toma por el Espejo de los Caballeros”, hay que preguntarse qué conclusión sacara el chaval. Pues, podrá pensar que su padre es un sinvergüenza pero que conoce la vida, o que la vida es así y que, por lo tanto, lo correcto es imitar a su padre. Sus conversaciones y su comportamiento reflejarán estas convicciones y contribuirán a extender el pecado, con su cortejo de malestares y de tensiones en la sociedad. Si crece, como es el caso actualmente, desde que en Mayo del 68 se lanzó la moda de “Pisotear los principios morales es el principio de la libertad y una muestra de sublime valor frente a la tiranía de los opresores que se amparan en ellos para dominar a los crédulos, esclavos de su propia cobardía, la cual les dicta amilanarse ante el que detenta el poder financiero”, pues confundirá los santos principios con las artimañas más viles.
Este tipo de confusión lleva a la subversión de valores que sentencia a muerte cualquier grupo humano que la acepta y promueve. Les guste o no a los vociferantes innovadores, que muchas veces no tienen idea del alcance real de sus altisonantes pregones, se deba respetar la Torah que prohíbe las mezclas de sustancias, y esto es sólo un ejemplo. El panadero tiene que vender pan, no cualquier pasta proveniente de alguna mixtura cuyos ingredientes llevan más cifras que letras, porque, en este último caso, las enfermedades se extienden y los niños, a menudo, se mueren: Así, porque sus padres han transigido con el engaño. El niño tiene derecho a vivir en una sociedad en la que sea inútil pasarse 10 minutos leyendo la lista de ingredientes de cualquier producto y consultar su lista de aditivos no casher antes de comprar cualquier producto pretendidamente comestible.
La alusión a los seres demasiado pequeños para entender las palabras de Moshé y a los que aún no han nacido es fundamental: Nos recuerda que el Pueblo es Elegido en la medida en la que es consciente de su responsabilidad a través del discurrir temporal: Los “Nitzavim”, los que están de pie en el umbral de Eretz Israel deben comprender que ninguna generación está separada de las demás. Hashem Es Uno y El hizo al ser humano a Su imagen y semejanza. Es la serpiente embaucadora quien, al sembrar en la psique de la primera pareja la duda sobre el Amor Divino, la llevó a creer en la separación. La separación empieza con la convicción de que las cosas pueden ser o no ser, de que es una eventualidad o la otra. En el paraíso, esta duplicidad no existía. Allí todo era completo, con su polo positivo y su polo negativo. La oposición entre el Bien y el Mal es fruto del Arbol del Conocimiento. Se parece al conocido dilema que algunos desaprensivos plantean a sus interlocutores:”Si Vd. se habla con Fulano, no se habla conmigo.”Dicho de otra forma, hay que elegir. ¡Todo muy democrático! La noción de dualidad excluyente está ligada al conocimiento: El Bien y el Mal Esto no existía en el Jardín del Edén. Allí la pareja actuaba con toda naturalidad y no se equivocaba. Esta situación edénica es la que tenemos por misión ir reconstituyendo en esta tierra, haciendo que cada nueva generación, en vez de verse obligada a comprender y enmendar los errores de sus padres, pueda caminar hacia una realización mayor de la Torah y, así, llevar a la humanidad hacia su meta, que es el Paraíso Prometido. Esto se puede conseguir respetando las leyes de vida que Moshé nos dictó en el lumbral de la Eretz Israel donde sería fácil llevar una vida virtuosa que fuera una delicia para todos. Todo lo que hacemos decimos y, por lo tanto, pensamos tiene consecuencias para nuestra descendencia. Todo.
Ahora, en vísperas de nuestro año nuevo, el 5769 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu, conviene reflexionar sobre todos estos temas y pedir la bendición de ir más allá de las apariencias que nos hacen creer en la separación entre los hombres, llevándonos a reflexiones tales como: “Si me drogo sólo me hago daño a mí mismo.” Porque uno siempre hace daño a otros, en especial a las generaciones venideras que, por culpa nuestra se encontrarán metidas en un mundo de traficantes sin entrañas ni vergüenza.
Tomemos, pues, la firme resolución de pensar siempre en ellos y pidamos a Hashem Su Protección contra nuestra debilidad y nuestra autocomplacencia. Si El nos permite tener consciencia de estar siempre, de alguna forma, de pie en el Umbral de la Tierra de Promisión, escuchando las advertencias de Moshé Le bendeciremos con unos cantos de alegría y esperanza que los mismos ángeles habrán de admirar.

Ahora, cuando estamos en vísperas de nuestro Año Nuevo, el 5769 del calendario hebraico, es decir en vísperas de Rosh Hashanah, o sea de la cabeza del año, es el momento de operar un cambio (Shanah=año, viene del verbo “shano”=cambiar). Os propongo el cambio siguiente, que no es muy difícil de llevar a cabo: En vez de pensar, como lo hacemos tan a menudo todos, que Hashem nos falla, porque no nos da lo que deseamos, tratemos de comprender que sí nos da lo que queremos, aunque casi nunca lo advertimos Os voy a contar una historia verdadera, es la de mi abuela materna: Cuando ella era muy joven, tenía 15 años, se enamoró perdidamente de un primo suyo que, al parecer le correspondía. Con la complicidad de una criada, se veían en las ruinas de un castillo medieval que había en la afueras del pueblo ¡Todo muy romántico! Pero, a la familia, el idilio en cuestión no le convenía. Mandaron al joven a estudiar medicina en Paris. Allí, él olvidó su primer amor y se casó con una enfermera. Me decía mi abuela que se sintió destrozada. A los cuarenta años, la familia le exigió que se casara con un lejanísimo primo, que era ingeniero, también cuarentón y poco romántico. Ella le enseñó a él a ser un aristócrata y él le enseñó a ella a comprender la torpeza ajena. Se fueron amando, sin romanticismo, pero con una devoción llena de piedad que, poco a poco les fue colmando de tal felicidad que mi abuela siempre me decía: “Mi matrimonio fue la mayor de las bendiciones y su marido murió diciendo lo mismo. Cada vez que leo el salmo 145, que era el preferido de mi abuela, me detengo en el versículo que reza:”Abres Tu mano y satisfaces los deseos de todo viviente”. El Eterno nos concede lo que de verdad queremos. Mi abuela quería un gran amor, profundo y sincero. Lo tuvo, Rosh Hashanah es un buen momento para operar un cambio en nuestra cabeza, comprendiendo que, en vez de quejarnos de la falta de atención de Hashem por nuestra voluntad, debemos alegrarnos de que siempre, siempre, la cumple.
¡Bendito Sea El por Su Inconmensurable Bondad Que nos ha mantenido en vida hasta este día!
Os deseo a todos “Shanah Tovah Umetuqah” (año bueno y dulce)

lunes, 22 de septiembre de 2008

Parashah Ki Tabó

Parashah Ki Tabó – La Instalación

B”H

Sábado 20 de Septiembre de de 2008, que es el día 20 de Elul del año 5768 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu.
De Malcah

La parashah Ki tabó no sólo describe con todo lujo de detalles cómo se ha de llevar a cabo la toma de posesión del territorio de Eretz Israel, sino que contiene unas promesas y unas advertencias transcendentales. Israel ya ha recorrido todo el camino que inició al salir de Egipto, y está a la puerta de su propio territorio. Puede contemplarlo mientras escucha las advertencias y recomendaciones que El Eterno le hace por boca de Moshé, como lo ha hecho desde el primer día, es decir que se refiere a un momento inminente, pero aún futuro. Parado en las inmediaciones de su de su país, Israel debe prepararse para morar en él de forma que su estancia sea perpetua y dichosa.
Eretz Israel no es una tierra cualquiera, sino el Ombligo del Mundo, el lugar donde se sitúa el nudo del cordón umbilical que unió a nuestro planeta con Hashem, su Padre/Madre. Se encuentra, pues, en ese lugar, la máxima condensación de energía mantenedora del mundo en el que vive el ser humano, es el manantial del Espíritu y el surtidor del entusiasmo. Una vez asumida esta realidad, podemos, si no comprender, por lo menos, entender cuanto ama el Eterno a esta Su tierra primogénita, primicia de Su Santo Vigor y con cuanto esmero eligió al único de entre los humanos digno de engendrar al pueblo destinado a morar en ella con plena conciencia de su excepcionalidad, Abraham, nuestro patriarca. La contempló, la recorrió y supo que su descendencia la habitaría.
Vemos, pues, que durante algún que otro milenio de la Historia, Cana’án, que tal fue el primer nombre de nuestra tierra y significa “mercader, comerciante” representó un compás de espera en la Historia. No se caracterizó por ninguna actividad religiosa especial. Estaba expandiendo su energía hacia el exterior para que la fueran recogiendo los demás territorios y se dotaran de identidad propia. Después, sí fue recobrando poco a poco el sobrante de potencialidades que manaban de ella sin cesar y se fue configurando como centro visible del mundo habitado. A partir de entonces tendría que dejar de ser un lugar de paso por donde transitaban los mercaderes para convertirse en el centro de la santidad.
Eretz Israel es, lo estamos viendo, una tierra de vibraciones altísimas, una tierra especial que no soporta la presencia de la vulgar idolatría. Realmente, necesita a un pueblo que sepa mantenerse a la altura de las exigencias divinas. Este pueblo, como lo hemos mencionado más arriba, será la descendencia de Abraham y no se formará en un día, sino que deberá superar todas las pruebas que impone la sumisión a otros, materialistas, colonialistas y por lo tanto, opresores, asesinos de la autenticidad. Hay un paralelismo entre la actividad de reconcentración vibratoria de la tierra destinada a ser el país de un pueblo formado para saber ocuparlo y la iniciación de este pueblo a los avatares de la existencia.
Después de todo lo dicho, espero haber dejado claro que penetrar en Eretz Israel para morar en ella en tanto que pueblo educado para responder a las exigencias de la santidad, supone una bendición extraordinaria, pero que incumplir las leyes que rigen la transmisión del flujo energético que de ella mana será una fuente de maldición cuyo poder podrá resultar inconmensurable. Este es el secreto de “Ki Tabó”, parashah constituía por un resumen, somero pero elocuente, de las obligaciones y prohibiciones que van a enmarcarla conducta de los israelitas dentro de su territorio. No son exigencias difíciles de cumplir, por cierto. La Torah, como lo podemos constatar a cada momento, nunca reclama nada difícil de cumplir, ni prohíbe nada que sea provechoso y sano para las personas exentas de vicios. Recordar las desgracias pasadas para alegrarse de haberse librado de ellas, es un excelente ejercicio para la mente y, por ende, para la salud del cuerpo. En el versículo 11 del capítulo 26 de Devarim, o sea, en la parashah de la que estamos hablando, viene la orden siguiente: “Te alegrarás en todas las cosas buenas que el Eterno, tu Elohim, te dio a ti y a tu familia. También se regocijará el levita y el forastero que mora entre vosotros.” No creo que sea muy difícil ni muy desagradable obedecer semejante mandamiento, pero hay que hacerlo, no dejarlo por considerar que la fiesta es un incordio porque supone gastos o renuncia a un dinero que se podría haber ganado en esta fecha. Esta mitzvah, además, permite una comunicación directa con la alegría de la propia tierra y propicia una gozosa unidad entre ella y el pueblo que la habita. Por otra parte, Israel habrá de ofrecer al Todopoderoso el diezmo de las cosechas, para sustento del levita, del forastero, de la viuda y del huérfano. Cualquier persona de corazón es capaz de respetar estas órdenes sin quejarse, ya que poder hacerlo es una muestra de que se ha sido favorecido por la benevolencia divina.
Pero estos regocijos no deberán mezclarse nunca con acciones ligadas a la impureza propia de la muerte. La vida está por un lado y la muerte, por otro. Las ofrendas de diezmo no pueden haber tenido contacto con la impureza de la muerte. En Eretz Israel, lo que, hoy día, se suele llamar el aspecto positivo de la existencia, no debe contaminarse con el aspecto negativo. Sería un insulto para la santa espontaneidad de la tierra La Tierra Santa es una tierra para la vida. En ella, la muerte está marginada, aunque se respeta a los muertos, se los trata bien, enterrándolos según normas de compasión y, por supuesto, en el interior del país.
La pureza del país corre pareja con la pureza de lo que podríamos llamar “su mobiliario”, sin ningún afán de trivializar lo sagrado, simplemente para emplear una palabra cómoda que presenta la ventaja de recordarnos la similitud existente entre la morada colectiva y cualquier morada individual, debiendo ser la primera ejemplo y modelo de la segunda. Pues bien, volviendo al vocablo “Mobiliario”, se aplica a las piedras que Hashem manda levantar al lado de la frontera, nada más cruzar el río Jordán, para escribir en ellas las leyes toraicas. Estas piedras habrán de ser revocadas con cal, sustancia desinfectante. Luego, se construirá un altar de piedras brutas, que no habrá tocado el hierro, porque se debe respetar la autenticidad de la materia creada por el Todopoderoso.
Vienen a continuación las 12 maldiciones tremendas para quienes tengan un comportamiento abominable: Los levitas las enumerarán en voz alta en el mismo momento de la entrada en la Tierra Prometida. Se refieren a los ídolos, al ultraje infligido a los propios padres, a la injusticia a las desviaciones sexuales, a la criminalidad y, a todos los preceptos de la Torah en general. Es imposible prevenir con más insistencia a nadie. Israel toma posesión de su tierra en pleno conocimiento de las fronteras morales en el interior de las cuales deberá desempeñar sus actividades. Si sabe comportarse según todas estas normas que, digámoslo una vez más no entrañan ninguna opresión, sino que propician las condiciones para una vida colectiva dichosa y relajada, gozará de una plétora de bendiciones, todas ellas enumeradas en el texto.
Dejando ahora las reflexiones sobre los preceptos expuestos en parashah de “Ki Tabó”, tan especialmente dedicada a nuestra Tierra, apuntaremos que sus límites están perfectamente dibujados en la Torah, sus fronteras, clarísimamente señaladas, lo cual significa que el expansionismo no cabe dentro de los derechos de nuestro pueblo. No sé si existe otro país en el mundo dotado de semejante legislación, realmente, no lo sé, pero lo cierto es que no conozco a ninguno y creo que, en muchos casos, la prohibición de hacer guerras de conquista podría ser excelente. La prohibición del expansionismo también es fuente de tranquilidad para esposas, padres y madres que tienen menos temor que otros a ver a sus seres queridos enrolados bajo banderas destinadas a depararles una gloria discutible.
Otra cosa que se ha apuntado en los párrafos precedente, es la unión que liga a un ser humano con determinada tierra. Podemos comprobar cada día lo terrible que puede resultar el exilio para algunas personas: Otras, en cambio, se sienten tan poco en armonía con la tierra en la que les ha tocado vivir, que más o menos conscientemente, buscan la oportunidad de marcharse. Es éste el caso de muchos descendientes de sefardíes, conocedores o no de esta peculiaridad de su identidad, se marchan con uno u otro pretexto de los países donde impera el antisemitismo para instalarse en otros donde, como por casualidad, descubrirán sus orígenes y volverán al judaísmo para preparar su inmigración a Eretz Israel, la tierra de Promisión por cuya existencia siempre bendeciremos el Nombre del Eterno.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Parashah Ki Tetzé

Parashah Ki Tetzé – La Nobleza

B”H
Sábado 13 de Septiembre de 2008, que es 13 de Elul del año 5768 de la Creación del Mundo por Haqadosh
Baruj Hu.
De Malcah

A primera vista, la parashah Ki Tetzé, que leeremos el próximo sábado, es un compendio de preceptos que guardan una escasa relación los unos con los otros y están únicamente destinados a regular la actitud que los israelitas deben adoptar en muy diversas circunstancias. Sin embargo, una lectura algo atenta de este hermosísimo texto, no tardará en mostrarnos que constituye una pieza compacta destinada a conformar una vida, en conjunto, muy llevadera e, incluso muy agradable, a pesar de contener algunas normas de extrema rigidez. La Torah, ya lo sabemos, no es ningún cuento de hadas, sino la historia de un pueblo real, con sus aciertos y sus errores, inmerso en unas circunstancias que asume y maneja con más o menos inteligencia y habilidad, dependiendo de su lucidez. También es una regla que permitirá a este pueblo, el de los Benei- Israel, organizar su existencia de forma a poder aproximarse a su ideal, más o menos inconsciente, de perfección. Para conseguirlo, necesitaba ser dueño de un territorio limpio de idolatría, apto para la santidad., lo cual suponía una guerra interna muy dura, porque los pecadores no querían abandonarlo. Ahora bien, terminada esta labor, quedaba vencer al enemigo exterior que acechaba la oportunidad de volver a instalarse en sus anteriores dominios. Habría que hacerle la guerra fuera de las fronteras de Tierra Santa.

La expresión “Ki Tetzé” significa “cuando salgas” o “puesto que saldrás”. Se trata de salir a la guerra. El Eterno no promete a su pueblo una paz idílica para los tiempos inmediatos, sino que le recuerda que la guerra va a formar parte de su vida. El mismo le encarecido, en multitud de ocasiones, que no se arredre ante la necesidad de atacar a los idólatras si éstos intentan violar su territorio. La guerra se producirá, tarde o temprano y esta guerra habrá que saber hacerla sin caer en los mismos excesos que los enemigos, porque, si es para actuar como ellos, lo mejor es estarse quieto. Sin embargo, los soldados de Israel, como todos los soldados del mundo, querrán adueñarse sexualmente de sus cautivas. El Eterno acepta el hecho, pero lo regula de un modo generoso que ampara a la vencida: Exige al soldado que respete el dolor de la infeliz, dejándole un mes para llorar por verse separada de sus padres y acostumbrarse a su nueva situación. Caso de que el soldado se harte de ella, deberá dejarla en libertad, no podrá ni venderla, ni esclavizarla, porque la ha humillado. No creo que pueda existir una legislación que, admitiendo un hecho inevitable en las guerras, se muestre más considerada con la víctima. Los Benei-Israel tendrán consciencia de que una conducta correcta les es exigible en todas las circunstancias. Morando dentro de su tierra, lo tienen fácil, porque la estructura toraica impera y, allí, cohanim, levitas y jueces trabajan para hacerla respetar. Eretz Israel constituye una protección para sus moradores, pero salir de ella supone penetrar en territorios donde las costumbres resultan a menudo tan tentadoras como pecaminosas. En caso de guerra y siendo el vencedor, la tentación es comportarse con la misma brutalidad que dicta el furor y que es reflejo de la que el enemigo usaría con el vencido. Esto es lo que Hashem no permite. Los seres humanos no son objetos de usar y tirar, son personas con derecho a ser respetadas. La expresión “Cuando salgas” toma aquí una importancia muy grande: Salir de su tierra no debe ser salir de su alma. Si nos fijamos en la guematría, advertiremos que las consonantes de “ki Tetzé” suman 521, exactamente como las de “Eretz Habejirah”, que es “a Tierra Prometida, la Tierra Elegida”. El mensaje no puede ser más transparente: La Tierra de Israel, debemos llevarla con nosotros, aún si salimos de sus fronteras físicas. El Ohel-Haedut (nombre cuyas consonantes también suman 521 y que es La Tienda del Testimonio) debe ir en nuestro corazón, vayamos adonde vayamos. Esto es un “eshcar” (alef, shin, kaf, resh =521), es decir un don que nos hace el Todopoderoso. El país en el que imperan nuestros valores, no sólo en las leyes y costumbres, sino en la urbanización, en la arquitectura (se menciona en la parashah de hoy que los tejados y azoteas de Eretz Israel deben estar provistos de una barandilla para que nadie se pueda caer), en los transportes etc. lo llevamos por dentro, todos los exiliados lo saben, y el israelita debe saberlo más que nadie, porque su país es Tierra Santa. Salir de ella no debe significar salir de la propia identidad. Los soldados de Israel deben seguir siendo Benei-Israel en todas las circunstancias, por favorables que éstas sean al abuso.
En los dos párrafos siguientes, se van han estudiar otras situaciones en extremo desagradables, pero que pueden darse, y de hecho se dan entre los Benei-Israel, por lo que se imparten instrucciones susceptibles de limitar los daños y dolores que acarrean. Es relevante el de un hombre que, por cualquier razón, esté casado con dos mujeres y no ame a una de ellas: El texto dice “a una la odia”, dejando a entender que, en relaciones tan íntimas como las conyugales, la indiferencia no existe para la víctima, la desgraciada que no es amada, se siente odiada. El marido puede tener otra mujer si la primera no le conviene, pero la mujer no puede tener dos maridos. Si el primero la priva de su cariño, la rechazada está condenada al perpetuo dolor, pero si su hijo es el es mayor de todos los de su padre, éste no podrá privarle de la primogenitura. Se entiende: el joven no es culpable de la desavenencia que media entre sus padres, sea la culpa de él o de ella. Esta medida de justicia evita también querellas entre los hermanos y entre sus respectivas madres. Protege la paz familiar. El primogénito recibirá doble porción de herencia, como le corresponde. Es bueno perspectiva tanto para él como para su madre, porque en cuanto asuma la jefatura de la familia, ella gozará de una posición privilegiada que la resarcirá de las humillaciones pasadas, mitigando el rencor que pudiera sentir por la ex favorita, quien, por su lado, habrá sabido cuidar los intereses de sus hijos. De los celos, no se habla, porque son asunto íntimo de la persona. Cada uno organiza su vida afectiva como se lo sugiere su sentido de la dignidad, del perdón, del rencor o de la libertad, lo que cuenta es lo que hacemos con nuestras circunstancias, no lo que ellas hacen con nosotros.
Como lo podemos ver, el Eterno organiza la vida de tal forma que sus inconvenientes resulten llevaderos y, en lugar de crear daños irreversibles, dejen la puerta abierta a la esperanza.
Por lo contrario, en caso de pecado gravísimo, cuando el desprecio por uno de los Diez Mandamiento, ataque los mismos cimientos de la sociedad israelita, la severidad habrá de ser absoluta, sin la menor debilidad. El texto no habla de la falta de respeto de un hijo por sus padres. Estos, al ver que sus esfuerzos por hacer de él un hombre de bien, se revelan inútiles, se acercarán a los ancianos de la ciudad para exponerles el caso. En semejante trance, es obligada la presencia del padre y de la madre. Ella no tiene derecho a escudarse en su ternura para huir de su deber, ni a privar el tribunal de su testimonio. Acompañará a su marido en el espantoso trance de exponer a su hijo a la pena de muerte, porque lo que van a pronunciar los sabios y sesudos ancianos es la pena de muerte contra un joven cuya conducta supone la muerte de la sociedad en la que vive: En efecto, si no hay castigo adecuado para tan abominable conducta, el mal ejemplo, siempre arraigado en la satisfacción de los caprichos y la irresponsabilidad, cundirá e infectará el conjunto social. Por mucho que amen a un hijo, los padres honrados y piadosos no pueden tolerarle cualquier cosa, porque lo importante es la supervivencia de Israel en tanto que nación santa y no la degradante auto complacencia de algunos de sus miembros. Al ser intransigentes con su propio hijo malvado, los padres dotados de un auténtico sentido del deber protegen al conjunto de las generaciones venideras. Hay padres que pierden en la guerra a hijos que son modelos de virtud y dan el más encomiable ejemplo a toda la sociedad israelita, sin rebelarse contra la crueldad de su suerte. No sería de recibo que un joven vicioso y depravado corriera mejor suerte que los héroes.
Ki Tetzé es un texto muy hermoso no sólo por la nobleza de los preceptos que dicta, todos benevolentes y generosos dentro del marco estricto de la Torah, sino por su gran coherencia. Ya lo hemos mencionado, dentro de la Ley que rige la sociedad, como dentro del territorio en el que se aplica, o sea, dentro de las fronteras de la santidad, la conducta humana debe ser un ejemplo de nobleza y sentido de la responsabilidad, incluso con los animales. Por ejemplo, está prohibido adueñarse de los pichones que se encuentran en el nido mientras la madre está con ellos. Es preciso atraerla más lejos o esperar a que se vaya para coger a sus criaturas. Ella no asistirá impotente al desastre, además de que seguirá viviendo y pariendo. Matarla no serviría de nada y obligarla a contemplar la desgracia de sus pequeños sería auténtico sadismo. También está prohibido abandonar a un animal extraviado, que, igual no sabe vivir en libertad y encuentra pronto una muerte más o menos dolorosa, que, además empobrecerá a su dueño. Hay que recogerlo y devolverlo al propietario, lo cual también propiciará relaciones cordiales entre vecinos.
En conjunto, toda la parashah está orientada a mantener relaciones cordiales dentro de la sociedad israelita. Como lo decíamos hace un rato, éstas sólo son posibles si se respeta el marco moral y religioso en el que se han de desarrollar. Por esta razón, todo a lo largo del texto, alternan los párrafos destinados a castigar a los transgresores graves, con los que recomiendan bondad. Los adúlteros son condenados a muerte sin piedad para erradicar el mal de Israel, pero la viuda es siempre protegida, el trabajador también: En este aspecto, Hashem es más exigente que cualquier sindicato, al trabajador se le deberá pagar cada noche, tanto si es israelita como si es extranjero. (¡Verdad que a algunos patronos actuales, una lectura de Ki Tetzé no les vendría mal!)
Todos los abusos están prohibidos, pero el uso razonable de un bien ajeno está permitido. Puedes entrar en la viña de tu prójimo para comer uvas, pero no puedes cortar racimos para llevarlos .
Una vez más, como en anteriores capítulos de la Torah, se proscribe toda clase de mezquindad. Lo que se caiga detrás del trabajador durante las cosechas, será para los pobres e indigente
Mención aparte merece el versículo 16 del capítulo 24 que dice que los padres no pagarán por los hijos, ni viceversa, porque algunos piensan que contradice los 10 Mandamientos y no hay nada de esto: Se refiere a la costumbre, reflejada a menudo en la literatura occidental del siglo XIX de exigir a los hijos, adultos o niños el pago de deudas paternas. En la Torah, el débil es protegido, sea niño, sea viuda, sea extranjero, debe beneficiarse del recuerdo de los Benei-Israel que fueron esclavos en Egipto.
Resumiendo, se trata de mantener entre los israelitas una relaciones amistosas y respetuosas que propicien una vida fácil, porque, pensándolo un poco, comprenderemos que todas las recomendaciones que Hashem hace a Su pueblo son mucho más fáciles de cumplir que de infringir. Infringirlas es crear tensiones, mantener a la gente en un perpetuo estado de desconfianza o de indigencia que acarrea incomprensión y odio, creando entre los individuos y entre las familias sentimientos negativos que están en el origen de enfermedades físicas y mentales, mientras que cumplirlas favorece el equilibrio físico y mental. Las instrucciones impartidas en Ki Tetzé liberan al pueblo de la desconfianza, que siempre hipoteca la libertad y crea una ataduras internas que, resultan tan insoportables que el sujeto procura olvidarlas entregándose a múltiples distracciones fútiles, cuando no a vicios, que acaban devorándole. La sociedad moderna que se caracteriza por el gobierno del engaño y de las falsificaciones, obliga a la gente a desconfiar de todo y de todos. Así se extienden en ella los vicios, las enfermedades y las conductas de huidas, sean viajes onerosos y decepcionantes, como adicción al deporte, a las dietas adelgazantes. Se trata de huir de la reina Desconfianza, se trata de confiar en algo, pero este algo, fuera de la pureza y de la santidad, no aparece por ningún lado.
¡Bendito Sea el Eterno que cuida del bienestar de Su pueblo, incluso en los más ínfimos detalles!

lunes, 8 de septiembre de 2008

Parashah Shoftim

Parashah Shoftim – El Ejercicio de la Responsabilidad

B”H

Sábado 6 de Septiembre de 2008, que es 6 de Elul del año 5760 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu
De Malcah

El sustantivo Shoftim que encabeza la parashah que vamos a leer este próximo sábado significa “jueces, siendo su singular “shofet”, palabra que, en hebreo, se ortografía “shin, pe, tet”. La shin, ya lo sabemos, es la penúltima letra de nuestro alfabeto sagrado y su sentido propio es “diente”, pero su espectro semántico es muy amplio. Puede pronunciarse de dos maneras distintas: “sin” o “shin”, según los casos. La segunda pronunciación está estrechamente ligada con la santidad, puesto que es la primera de “Shem” (el Nombre), es la mediana de Mashíaj (Mesías) y la última de “Qadosh” (Santo). Con esto, tenemos sobrados motivos para reflexionar sobre la importancia que se le debe conceder por ser inicial de “shofet”, cosa que haremos después de indicar que la “pe”, segunda consonante de “shofet”, indica la boca, cosa que nada tiene de Extraño, porque la misión del juez es pronunciar sentencias, su boca es el órgano del derecho aplicado y debe serlo para el mayor bien de la sociedad, es decir respetando las exigencias de la Santa Torah con buena voluntad y discernimiento. La letra “tet” indica precisamente lo bueno.
Vemos, pues, que las tres consonantes de “Shoftim” son, a la vez, una descripción de lo que es un juez y un programa de actuación. El juez es un hombre que antepone la santidad, que es el respeto sincero y total a la Torah, el amor por ella a cualquier otra consideración, para que su boca emita sentencias que vayan siempre a favor del bien. Cuando se acude a los tribunales es porque algo ha roto, o está a punto de romper, la armoniosa convivencia de grupos o individuos. La misión de los jueces será restablecer la armonía social, dictando una sentencia reequilibrante que tenga el poder de hacer que el inocente se sienta protegido y el culpable acepte el castigo, pero sólo se podrá alcanzar este objetivo si todos reconocen la autoridad de los jueces. También es preciso que la sociedad disponga de un número suficiente de jueces para hacer frente a todos los conflictos que se presenten y no se acumulen en las oficinas judiciales expedientes de los que nadie se ocupa. El texto de la parashah alude a este extremo desde el principio al decir: “Pondrás para ti en todas las ciudades que el Eterno tu Elohim asigna a tus tribus y juzgarán al pueblo con juicio justo”. La expresión “en todas las ciudades” indica bien a las claras que el número de jueces es importante. Desde luego, este versículo 18, que es el primero de la parashah tiene una gran densidad de significado. Dice “pondrás para ti”, o sea, nadie te va a imponer a nadie, tú debes designar a quienes te van a juzgar, llegado el caso, o van a emitir sentencias que, incluso si están destinadas a otros te afectarán de alguna forma, porque marcarán una pauta. La justicia es asunto de todos. Si los jueces dictaminan que no pueden castigar a un hombre que ha robado comida porque sus hijos estaban hambrientos, se encuentran ellos en conflicto con una sociedad que permite tales horrores y les obliga a corromper sus más santos principios, indultando al ladrón. Cuando las cosas llegan a estos extremos, o el conjunto social se enmienda o irá de mal en peor, entre otras cosas porque siempre habrá quien vea en la justicia una institución manipulable y ésta habrá dejado de ser la protección del inocente. Con esto, quiero recalcar que en la expresión “pondrás para ti jueces”, el “para ti” es fundamental.
Creo inútil insistir sobre el final de la frase que dice. “Juzgarán al pueblo con juicios justos” porque a nadie se le escapa su alcance. De todas formas, quien lea el texto no dejará de advertir que el versículo siguiente explicita el precedente con el uso de una segunda persona del singular que, estilísticamente hablando, resulta sorprendente, pero que refuerza la idea que estábamos desarrollando más arriba, de que toda la sociedad está implicada en las sentencias judiciales. Dice: “No torcerás el derecho, no harás acepción de personas, ni admitirás regalos, porque el soborno ciega los ojos del sabio y pervierte los juicios del justo. Sólo buscarás la justicia para que vivas y así poseerás la tierra que Hashem tu Elohim te dio en heredad.” Todo Israel es el interpelado y, si lo pensamos un poco, comprenderemos que, con estas pocas palabras, el Todopoderoso nos previene que una sociedad tiene los jueces que elige y que son un reflejo suyo, en suma, los jueces que se merece. Hoy día es un secreto a veces que la presión social ejercida sobre los jueces es bestial. Pues no poseeremos la tierra que el Elohim nos dio en heredad. Probablemente tal advertencia se dirija a toda la humanidad y no sólo a Eretz Israel. “La tierra que te dio en heredad” es una expresión que puede aplicarse a todo el planeta y a toda la Humanidad que, desde luego, no va camino de heredarla porque la está asesinando con su comportamiento desenfrenado, basado en el culto a la injusticia.
Los Shoftim son la boca de la sociedad que les ha elegido para dirimir los conflictos que surgen en su seno y las decisiones que ellos tomen indican un camino a seguir. En este sentido, se puede afirmar que son halájicas: Si un juez decide que el tutor de un huérfano se ha lucrado utilizando el patrimonio del menor de edad para incrementar sus negocios personales y que, por lo tanto, debe resarcirle, además de pagarle una indemnización que le compense por el engaño susceptible de haber creado una falta de confianza en los detentores de un poder, está advirtiendo al conjunto de la tribu que tolerar estos abusos es peligroso para todos.
Otro aspecto interesante de la palabra “Shofet” es que sus consonantes suman 389, (Shin=300, pe=8º, Tet =9) como, por supuesto, las de su temurah “pshat”, que indica el empleo del sentido literal, inmediatamente comprensible de una manifestación verbal, porque si bien es cierto que no se pueden tomar en serio frases tales como “¡Yo, a ti, un día te estrangulo!” que suelen ser producto de una alteración emocional, también lo es que este último extremo no debe servir de pretexto a tergiversaciones interminables, destinadas a nublar el entendimiento de los oyentes, incluso el de los jueces y que, si las tiene en cuenta, acaban torciendo el derecho. La gente debe acostumbrarse a controlar su lenguaje. Es cuestión de honradez, dignidad y prudencia. Les incumbe a los jueces recordarlo de continuo a los ciudadanos. Os ruego que lo meditéis, la atención prestada al sentido literal de las palabras no es ninguna futilidad: Os daré un ejemplo que los españoles de mi edad recordarán fácilmente porque refleja un mentalidad que fue muy extendida en tiempos de nuestra juventud. Una conocida mía me conto, a finales de los años cincuenta, que estaba muy satisfecha con la nueva amante de su marido porque ésta le tenía colmado de atenciones, de forma que la vida conyugal se hacía muy llevadera al no tener ella que complacer al esposo en la cama, cosa que la aburría sobremanera y la ponía en peligro de quedarse de nuevo embarazada. Como es natural, yo le planteé la cuestión del adulterio y recibí la increíble contestación siguiente: “¡Adulterio, no! Esta mujer pertenece a una clase social muy inferior a la mía. ¡Oye, a mí, mi marido me respeta!” El negarse a tener en cuenta el sentido literal de las palabras puede llevar muy lejos ¡Que no lo dude nadie!¡ sobre todo, quiera Hashem que los jueces sean muy cautos con esto de “Las cosas no son lo que decimos sino que son lo que pretendemos que queremos decir y quienes no nos admiten los enredos verbales son unos fanáticos intolerantes que están faltos de cultura, a quienes es urgente enseñar que lo que se dice no es sino que es lo que no se dice, porque lo que se dice es superior a lo que no se dice, pero está implícito a lo que se podría decir pero no llega a decirse!” Ningún juez honrado puede aceptar estas patrañas. El sentido literal, siempre que se mantenga una buena prudencia a la hora de tomarlo en cuenta, es una garantía para la gente honrada. Esto lo debería saber Israel más que ningún otro pueblo, porque la Torah le incita de continuo a estudiar “lo que está dicho”, no a corromperlo para justificar vicios y desviaciones de conducta. En este aspecto también el ejemplo de las decisiones jurídica s es fundamental.
Otra temurah, no menos elocuente que la precedente, de la palabra “shofet” es “Shataf” que significa “Lavar, enjuagar, fluir, manar, desbordar, correr, cubrir, tragar, dedicarse, entregarse”. Desde luego, esta serie tan hermosa y poética de verbos describe a la perfección el alcance de la labor que los jueces llevan a cabo. Ellos lavan la sociedad, al dejar fluir el amor por la justicia que mana de su corazón, anegan los esfuerzos de la maldad y del vicio para dedicarse por completo a inundar rápidamente (Shataf también es “rapidez”) la sociedad con el torrente de la equidad.
En sucesivos párrafos, nuestra parashah complementa las indicaciones impartidas a los jueces para que les resulte posible cumplir con su misión honrada y libremente. Por ejemplo, toma muy en cuenta la terrible dependencia que el juez tiene de los testigos. El falso testimonio, cuya terminante prohibición es objeto del noveno de los Diez Mandamiento, ha sido de siempre objeto de horror para los cumplidores de la Torah. No olvidemos, por favor, que la calumnia y el falso testimonio han sido tradicionalmente los dos pilares de las persecuciones contra nosotros. Se pretendió que el ritual de Pésaj incluía libaciones preparadas con sangre de un niño cristiano y otros horrores. Debo mencionar aquí que las cosas han cambiado poco, si es que han cambiado. Aunque no se publiquen tales aberraciones hoy en día, porque, en este aspecto, la ley civil nos protege, existen determinadas asociaciones, o sectas, que las recogen sin que nadie les llame la atención, pero en determinados países cosas semejantes se publican a diario. En algunos países, cristianos y musulmanes, a su vez, son víctimas de una persecución parecida. Como decía un afamado escritor francés a principios del siglo XIX, “La calumnia, no la desprecie Ud. Es un arma letal”. Pues bien, volviendo a lo que estábamos comentando, el juez depende en muchos casos de los testigos que interroga: Para preservar el acierto de su criterio, la Torah ordena lo siguiente: “Sólo sobre la palabra de dos o tres testigos, se condenará a muerte, no por lo que diga un solo testigo.” La frase ulterior constituye una protección anímica para el juez y una disuasión para quien tuviera la tentación de levantar falso testimonio. Estipula que, caso de haberse pronunciado la pena de muerte, que era por lapidación, de forma que fuera de lejos, sin que nadie tocara al condenado, ni nadie pudiera saber de quién provenía, eventualmente, el golpe fatal, los testigos eran los encargados de tirar las primeras piedras.
Como todos sabemos, la sociedad en la que vivimos debe, ante todo, garantizar el derecho de las generaciones futuras a una vida equilibrada y dichosa dentro del marco de la Torah: En este aspecto, la labor de los jueces adquiere toda su dimensión de bondad y santidad, de forma que es deseable y justo suplicar al Eterno para que siempre suscite en medio de Israel a hombres de tan altas virtudes que respondan a la vocación de ser jueces.
¡Bendito Sea Hashem que, en todas nuestra generaciones, nos ha concedido y nos concederá esta incomparable merced de contar entre nosotros a hombres santos, cuya boca enuncie buenas sentencias!